Roxana Latorre volvió a la militancia en el justicialismo de la ciudad de Rosario desde su nuevo comando partidario. El local que ya funciona en calle Pueyrredón al 900 no tiene inauguración formal, pero es la base de sustento de lo que ella misma define a los suyos como el retomar paso a paso su presencia local con tiempo y sin apuro. “La senadora tiene mandato hasta 2015. No la corre nadie”, explican quienes la frecuentan. También aseguran que el ministro Julio De Vido consiente tácitamente su trabajo y es por ello que en esas oficinas no será extraño ver al secretario de Transporte Alejandro Ramos o al nuevo presidente partidario, José Luis Freyre.
Alejada definitivamente de su mentor Carlos Reutemann, por quien no guarda rencor, según afirman no sin ironía sus más íntimos, está dispuesta a reclamar espacios en el peronismo santafesino. La lista de unidad del partido le reservó la Secretaría de la Mujer y un puesto de congresal nacional. Pero ella va por más.
Éramos tan amigos
¿No hay camino de reconciliación con el ex piloto de Fórmula Uno? Ninguno. Y la negativa es mutua. “No charlan ni siquiera de la temperatura o de la humedad. De casualidad que se saludan cuando se cruzan en el recinto. Y como él aparece poco y nada o baja sólo para votar…”, grafica sin lugar a equívocos un empleado de planta del Senado que supo trabajar con los dos.
Antes, cuando Latorre fue acusada de favorecer el tratamiento de un proyecto K que afectaba al campo, Reutemann no se cansaba de decir que él la había repudiado y echado del bloque. Recompuesta con una habilidad llamativa de ese cimbronazo, encolumnada desde el monobloque Alianza Santa Fe Federal, desde el que acompaña prácticamente siempre al oficialismo, es ella la que se permite ahora negar al ex piloto y hasta cuestionarlo. En la última sesión que aprobó la expropiación por causa de utilidad pública del paquete accionario de Repsol en YPF Latorre respaldó el fondo y lo particular del proyecto. Reutemann prefirió el silencio cuasi dramático, hasta el final. Fue cuanto menos extraño ver su banca siempre vacía durante el debate y sólo ocupada al momento del voto: positivo, de paso, por si alguien esperaba un acto estridente de oposición. “Esas actitudes del Lole sólo se explican desde el enojo existencial que él tiene. Está, políticamente, enfrentado con todos. No digiere al kirchnerismo. Se borró de la provincia. No tiene una comisión en la Cámara. No responde a lo que queda del bloque del Peronismo Federal”, dice en reserva un asesor de la legisladora.
Las diferencias entre ambos son muchas más. Algunas tienen nombre y apellido, como el de Miguel Torres del Sel. Latorre aborrece la llegada de este hombre a la política local. “El Lole jugó, y fuerte, en la última elección a favor del cómico”, dice una de las voces que más escucha a la senadora. “Y lo sigue haciendo. El Midachi representa buena parte del resentimiento antikirchnerista que enarbola el sector reaccionario de la derecha santafesina, en la que Reutemann se siente cómodo”, concluye esta fuente. Sin abrir juicio sobre semejante valoración, cae de maduro que cualquier atisbo de reencuentro queda así dinamitado. Otro nombre de esta disidencia es Antonio Bonfatti. El ex gobernador lo mira con un recelo despiadado como todo lo que venga del socialismo. La legisladora nacional le rescata cierta apertura al diálogo y un tibio acercamiento a la presidenta de la Nación. “Aunque lo haga desesperado por la economía devastada que le dejó Hermes Binner, el Pelado es otra cosa. Habrá que ver cómo zafa para pagar todo lo que debe: desde a proveedores a la incalculable pauta de publicidad a algunos medios o periodistas”, diagnostican los latorristas.
Sin embargo, quienes trabajan con la ex directora del Complejo Gurruchaga gustan de descargar más su enojo político con Jorge Obeid. No lo quieren. Hay hasta signos de desprecio político y personal que asientan en supuestos enojos que el propio Néstor Kirchner habría manifestado entre partidarios. “Al Turco no le da ni para una interna. Aparte él sabe que ella no lo quiere”, confiesan en reserva. “Ella”, en este caso, no es otra que Cristina.
Un chivo, dos mujeres
Agustín Rossi no habla en público de Roxana Latorre. Sabe que ella es un voto seguro para el oficialismo en el Senado. Pero en su fuero íntimo no la ubica entre sus afectos especiales. Ella tampoco se queda atrás. Le reconoce al presidente del bloque de Diputados una cintura fenomenal para capear la derrota de 2009 y los embates del grupo A, pero cree que su tiempo como legislador ha terminado. “Al Chivo se lo llevarán al Ejecutivo porque no lo veo encabezando otra vez una lista de diputados”, explica la misma fuente latorrista. Ese lugar aparece hoy, encuestas en mano y con vistas a 2013, para María Eugenia Bielsa. “Roxana le tiene cierto aprecio. Salvo cuando la ve cerca de Obeid. Eso sí: la arquitecta debería bajarse del caballo y bancarse alguna opinión que no sea la suya”, se ríe con estridencia una asesora en su oficina del Senado.
¿Qué se viene?
Esta semana pasada afloró (apenas) la euforia expropiadora del Estado nacional y popular coronada con el acto kirchnerista de Vélez Sarsfield. La que viene va a traer un abrazo simbólico al Congreso cuando el miércoles se dé salida definitiva a los españoles de YPF. De ahora en más, por pedido presidencial, habrá mucho marco callejero a lo que se vaya haciendo al son de la sintonía fina. La Kámpora y las organizaciones de base van a ser especialmente visibles.
Por eso, hubo chance para todos los rumores posibles. Es que la escena está totalmente ocupada por los seguidores de la presidenta. Por un lado, aprovechan la ausencia –otra vez– de Mauricio Macri, supuesto jefe de la oposición que viaja por Armenia y Alemania después de haber monitoreado por teléfono como intendente de Buenos Aires una de las peores tormentas de la historia de Buenos Aires. Por el otro, los radicales no encolumnan a sus diputados y nadie sabe si el Frente Amplio de Hermes Binner puede salir de la encerrona parroquial de su base. Estupendo momento, ergo, para blandir el paño de la reforma constitucional.
El proyecto existe. Su andamiaje y hecho efectivo supondría una osada ingeniería política: el adelantamiento de las elecciones legislativas a mayo del año próximo con candidaturas que acaparen en el Senado las dos bancas de la mayoría para el oficialismo y la restante para un sector “parakirchnerista”. Ya hay ejemplos de esto con Carlos Menem en la Rioja, el año pasado. Eso permitiría, si el 54 por ciento se repite, garantizar los dos tercios de votos en ambas cámaras y una Constitución a la medida de los que gobiernan. Sin parlamentarismos débiles, afirman los que dicen frecuentar a la presidenta. A lo sumo, a la francesa: con un presidente fuerte y no decorativo. En cualquier caso, un “vamos por todo” en serio.