Luis Cusenza era empleado de una empresa de limpieza. El lunes 25 de julio, se levantó temprano en la madrugada para ir a trabajar desde su casa de barrio Ludueña hacia la zona sur de la ciudad. Eran las 4 de la madrugada y como el 112 no pasó, decidió caminar por Junín hasta calle Iguazú con intenciones de tomar otro colectivo, el 101. Dos cuadras antes de la parada, a la altura de Suiza, fue abordado por asaltantes que le dispararon para sacarle lo poco que llevaba. Así, el hombre de 60 años, se convirtió en una víctima fatal más de la violencia en la ciudad: un trabajador asesinado en ocasión de robo.
En la madrugada fría y desolada, Cusenza regresó sobre sus pasos, una tres cuadras, hasta la estación de servicios de Junín y Formosa, donde fue socorrido por los playeros y un policía que hace horas extra que pagan los propios familiares de los empleados, contó una familiar del hombre.
A Cusenza le robaron la mochila, y en el bolsillo del pantalón cargo quedó su celular y la billetera. La hipótesis más firme es que los homicidas se movilizaban a pie, indicio de que andaban al acecho de cualquiera que anduviera por allí.
El único disparo que recibió le provocó –diagnosticaron en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez– una herida transfixiante de tórax y abdomen que demandó sedarlo y dejarlo en coma farmacológico.
Aunque en las primeras horas del cuadro delicado hubo esperanzas de una mejoría, el viernes Cusenza levantó fiebre y su vida se apagó el domingo 31 por la tarde.
“Ya no hay códigos”, lamentó la familiar de Cusenza, que iba a ser velado este lunes por la tarde. “Fue un robo al voleo –agregó–; qué puede llevar una persona que sale a trabajar en una mochila para que te roben así”.
No se conocen testigos presenciales de la agresión al trabajador, por lo que la esperanza de alguna pista para esclarecer el caso radica en las cámaras de seguridad o en la “información de calle” que puedan obtener los investigadores. El caso está a cargo de la fiscal Gisela Paolicelli.