A pocas horas del cierre de listas electorales en Santa Fe, el precandidato a gobernador por el justicialismo Leandro Busatto mantiene firme sus intenciones de competir en las Paso. Más allá de las versiones sobre una posible aparición de Marcelo Lewandowski como figura unificadora, Busatto consideró que lo que expresa su espacio “no lo expresan otros espacios del peronismo”.
Luego de una vida dedicada a la militancia, el actual jefe del bloque justicialista en la Cámara de Diputados de la provincia apunta a la Casa Gris. En diálogo con El Ciudadano, destacó la herencia peronista de sus padres en la localidad de Santo Tomé y su experiencia como misionero en la escuela jesuita. “Era la religión o la política y con la religión no me iba a ir muy bien”, sostuvo.
Entre las prioridades a resolver en la provincia, ponderó el tratamiento y acuerdos políticos necesarios para combatir la inseguridad, pero también se refirió a la cuestión productiva. Como parte de sus propuestas de campaña, planteó una segmentación tributaria en la cual se le bajen los impuestos a 19 mil de los 20 mil productores rurales y se le suba al sector restante, que es el que más tiene.
—¿La precandidatura a gobernador sigue firme o depende de lo que pueda suceder con Marcelo Lewandowski?
—Yo no puedo construir una candidatura en función de otra. Construí la candidatura en función de lo que creemos que tenemos que expresar. Lo que estamos expresando, no lo expresan otros espacios del peronismo. Buscamos un peronismo renovado en dirigentes, en propuestas y que vuelva a trabajar en una nueva provincia rica que genere riqueza para su pueblo.
—¿Por dónde se empieza a abordar el tema inseguridad?
—Hay que buscar salidas por otro lado. Hace quince años tenemos un desmadre en materia de seguridad. Si hace quince años tenemos ese problema y hace quince años tenemos la misma fórmula, hay que cambiar la fórmula. Cada gobierno llega con su libreto, fracasa, no modifica el status quo de la Policía, no modifica el planteo. Yo estoy planteando políticas de Estado y dialogo con los que no piensan igual. Hay que hacer una reforma de la Policía, de las leyes de seguridad, armar un plan de inclusión social, un proceso diferente de enfoque de la Justicia.
—¿Eso implica mantener diálogo abierto con todos los espacios políticos?
—No hay que hacerle asco a nada acá, aun cuando uno se siente para disentir, no se puede no dialogar. Tiene que haber un diálogo abierto y representativo de los temas que le importan a la gente. Hay que conformar un gran consejo provincial de seguridad. Es un problema de todos. Los índices con respecto al resto de Argentina están muy mal, la dirigencia santafesina debe dejar de hacerse la distraída.
—¿La provincia puede empezar a resolverlo sola?
—No, porque evidentemente ha demostrado impericia para resolverlo sola. Hay que terminar con las culpas y dejar de hacerse cargo. Una cosa es creer que no puedo solo y otra cosa es creer que no tengo nada que ver. Hay un sector de la política santafesina al que le queda más cómodo decir que no tiene nada que ver y que es un problema federal.
—¿Cuál es la segunda problemática a abordar con urgencia?
—El segundo es el tema productivo: potenciar la capacidad productiva y redistribuir el ingreso. Es un desafío. Hace falta un gobierno que haga hincapié en la redistribución del ingreso. No podés tener una provincia rica con trabajadores pobres. Hay que generar mayores condiciones de competitividad, para eso hay que tener herramientas claras. Primero hay que equilibrar a la provincia territorialmente: te vas al norte y no hay gas natural, venís a Rosario y hay problemas de vivienda, te vas al sur y tenés problemas de agua corriente. Hay que darle una simetría que hoy no tiene para potenciar las cuestiones productivas.
—¿Cuál es el desafío en materia productiva?
—Hay que trabajar en la diferenciación y segmentación tributaria de productores. Un 0,06% de la población de Santa Fe es dueña del 60% de la tierra. Santa Fe tiene 20 mil propietarios productores, de los cuales 19 mil son pequeños. A estos hay que bajarles el impuesto inmobiliario rural, en la medida en que tengan una unidad económica. En paralelo, proponemos subirle el impuesto a los grandes y crear un fondo de afectación específica para infraestructura rural y fomento de actividad económica en pueblos de hasta 1.500 habitantes.
—¿Qué respuestas debería dar hoy la política ante los discursos anti política?
—La política tuvo una experiencia positiva con Néstor y Cristina, y ahora hay una gran desazón porque pudo haber sido de otra manera y hoy no lo es. Se está cerrando una etapa política y hay que darle un proceso de renovación generacional. No solamente en la dirigencia. Los temas de la política tienen que enfocarse en discusiones para los próximos veinte años. Por ejemplo, hablar de inteligencia artificial hace cinco años era imposible, ahora vamos a tener que empezar a hablar de eso.
—¿Notás distancia entre la agenda de la política y la de la gente?
—La política tiene una disociación muy fuerte con lo que pasa en la calle. Hay distancia con el hambre, con la inseguridad, con la empatía. Somos dirigentes políticos, no podemos transitar tranquilamente mientras la gente se caga de hambre en la calle. Hay que tener un nivel de incomodidad, estamos muy cómodos. No creo que seamos una casta, pero hay una lejanía respecto al día a día de la gente.
—¿Esa lejanía con la gente, dio lugar a discursos de odio y figuras outsiders de la política?
—La antipolítica es una manera de hacer política, busca quebrar los sistemas tradicionales e instaurar nuevas prácticas, pero todos son parte de la política. Ahora, si el sistema como está establecido no modifica su status quo, por algún lado se empieza a romper. Si la política no da respuestas, la sociedad busca por otro lado. Ahí aparecen los famosos outsiders, dirigentes políticos que interpelan a la gente desde otro lado.