Los estadounidenses decidirán este miércoles, en las elecciones llamadas “de medio término”, el escenario político y la correlación de fuerzas políticas para el segundo tramo del mandato del presidente Donald Trump, quien pondrá en juego las dos mayorías oficialistas en el Congreso en unos comicios que además definirán los gobiernos de 36 de los 50 estados.
Catalogadas por varios medios como “la elección más importante de esta generación”, la cita movilizó al mandatario republicano hasta el punto de poner a prueba su capital político en una agresiva campaña, dispuesto a romper con la tendencia histórica que castiga al partido en el poder con la pérdida de escaños y gobernaciones.
“No estoy en la boleta pero sí lo estoy porque este también es un referéndum sobre mí”, dijo en un acto el mes pasado en Mississippi. “Finge que estoy en la boleta”, agregó.
Con un total de 30 actos, 11 de ellos en los seis días previos a los comicios, Trump se aseguró una gran presencia mediática y marcó la agenda de la campaña con un discurso en el que el miedo a la inmigración fue protagonista.
El azar le dio una mano a Trump, quien aprovechó que una caravana de migrantes centroamericanos avanza a pie por México con la intención de entrar a Estados Unidos justo antes de las elecciones para machacar con su discurso anti inmigrante y mostrarse como el defensor de la integridad y la identidad de su país.
Este avance permitió al republicano agitar los temores y ordenar el despliegue de 5.200 militares en la frontera para frenar la inminente “invasión” y evitar el ingreso de “matones muy malos y pandilleros”, despliegue que sólo tiene sentido en clave electoral.
La inmigración es el tema que más preocupa a los electores republicanos, de acuerdo con una encuesta de Reuters/Ipsos, y el miedo es un gran motivador para el voto en este tipo de elecciones en las que históricamente la participación es más baja que en las presidenciales.
Los demócratas, en tanto, que buscan evitar a toda costa un segundo fracaso y que Trump pueda remodelar el país a su antojo controlando todas las instituciones del Estado, hicieron del acceso a la salud su bandera.
La defensa de la ley conocida como Obamacare, que hizo obligatorio el acceso a la salud para todos los ciudadanos, se convirtió en el eje central de la campaña demócrata, que continuamente recordó los intentos oficialistas de derogar la medida. Esta estrategia, según las encuestas, no sería errada.
Un sondeo de la cadena Fox News señaló que la salud pública es la principal preocupación de los estadounidenses y para el 58% de los posibles electores es “extremadamente importante” para su voto.
Pero mientras este mensaje demócrata no parece calar lo suficiente como para asegurar una victoria contundente en el Congreso, Trump no para de decir que los demócratas convertirán a Estados Unidos en Venezuela y permitirán a los inmigrantes “arrollar” el país si recuperan el control de alguna de las dos cámaras del Congreso.
En el Senado, donde se renuevan 35 escaños de los 100 existentes –dos de ellos por elecciones especiales en Minnesota y Mississippi–, las posibilidades de los demócratas de recuperar el control son mínimas, 15% según el portal de análisis FiveThirtyEight.
El mapa electoral les juega en contra: para obtener la mayoría de 50 no sólo deben mantener las 26 bancas que están en juego, sino que además deben ganarles dos a los republicanos, y en estados conservadores.
En la Cámara de Representantes, en cambio, donde se reeligen la totalidad de los 435 escaños, la probabilidad de los demócratas de recobrar la mayoría perdida en 2010 se eleva a sus máximos históricos, 85% según los cálculos de FiveThirtyEight, ya que sólo necesitan arrebatar 23 bancas a los republicanos.
Los sondeos también les son favorables en la lucha por las gobernaciones de 36 estados: ganarían entre seis y ocho a los republicanos, mientras que los conservadores sólo les arrebatarían una.
Las principales contiendas se darán en Ohio, Michigan, Florida y Pennsylvania, estados clave en las elecciones presidenciales, donde los gobernadores serán decisivos para movilizar a las bases y recaudar fondos para 2020.
En ese sentido, los comicios de mitad de mandato pueden ser determinantes en la campaña de Trump a la reelección.
Si la oposición se hace con el control del Congreso, el presidente no sólo corre el riesgo de ver su agenda y nombramientos bloqueados, sino que al modificarse la mayoría de las Cámaras cambiaría también la de las comisiones parlamentarias y podría ser investigado y citado por los legisladores.