La incesante pérdida del poder adquisitivo durante los últimos años generó una significativa caída de la participación del salario en la distribución de los ingresos generados. El último dato oficial sobre cuenta de generación del ingreso expuso una profundización de ese fenómeno, en el que los sueldos perdieron en el reparto de la torta en detrimento de los saldos empresariales. Los niveles de inflación siguen deteriorando los sueldos, posibilitando una enorme transferencia de recursos en beneficio de las empresas más concentradas.
Desde fines de 2015 a este segundo trimestre, el reparto de las ganancias se revirtió drásticamente. Mientras que en aquel momento los trabajadores se llevaban un 52,2% y las empresas un 42,2%, la ecuación pasó a 41,7% y 49,2% respectivamente. La recuperación de empleo durante la última etapa de Alberto Fernández, no fue suficiente para evitar esa lógica. Eso también expone que el trabajo que se recuperó (en mayor medida no registrado) no alcanzó para que los empleados sostengan algo de lo recuperado en la distribución de ingresos.
El informe oficial del segundo trimestre sobre generación de ingreso en Argentina reveló que la Remuneración al Trabajo Asalariado (los sueldos y salarios más contribuciones de los empleadores), tuvo una participación del 41,7% sobre el Valor Agregado Bruto (la suma de todo lo que genera ingresos), lo que significó una leve mejora (1,04 puntos porcentuales) respecto al mismo trimestre del año pasado, pero una importante caída respecto al trimestre previo (5,23 P.P).
En paralelo, el Excedente de Explotación Bruto (Saldo contable de las empresas constituidas en sociedad) alcanzó el 49,2% del Valor Agregado Total, lo que significó una caída de 1,35 p.p. respecto al mismo trimestre del año anterior, pero una recuperación de más de 8 puntos porcentuales en comparación con el trimestre previo. Esto se tradujo en un avance significativo de las empresas sobre las ganancias en detrimento de los salarios.
El análisis trimestral que hace el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) exhibe una radiografía de la composición del Producto Bruto Interno. En ese análisis queda de manifiesto cuanto se llevan por trimestre los trabajadores y cuanto los empresarios. En el reparto también figuran ingresos mixtos y otros impuestos que se llevan una parte.
La evolución de estos indicadores durante los últimos años expuso un importante avance empresarial sobre las ganancias y una pérdida por parte de los empleados. Entre fines de 2015 y mediados de 2018 la tendencia era favorable a los asalariados, pero poco a poco el reparto comenzó a revertirse.
En paralelo a este proceso, y pese a la recuperación de empleo que logró el gobierno de Alberto Fernández con la salida de la pandemia, no alcanzó para mejorar la participación de los trabajadores en los ingresos. Esto se explica, en parte, porque ese crecimiento estuvo asociado al trabajo no registrado, que no precisamente ostenta de los mejores derechos laborales o de negociaciones colectivas que garanticen el poder adquisitivo. La baja del desempleo tampoco se reflejó en esa mejora.
Al respecto, el coordinador del Observatorio de Derecho Social de la CTA Autónoma, Luis Campos, reparó sobre lo sucedido en los últimos tres años, cuando se crearon un millón de puestos de trabajo. La salvedad es que más de la mitad fueron asalariados no registrados, un cuarto no asalariados y el resto se lo reparten los asalariados registrados. “La precarización de la estructura ocupacional es una política de Estado”, deslizó.
Los datos consolidan la lógica de una expansión laboral vinculada al empleo informal y una población de trabajadores que no llega a fin de mes en un contexto inflacionario difícil de mitigar. En simultáneo, las grandes empresas continúan verificando mejoras en su facturación mientras que siguen registrando una considerable baja en el costo laboral.
Uno de los fenómenos que explica la drástica modificación en la distribución de los ingresos está vinculado al crecimiento exponencial del trabajo informal. El propio informe del Indec expuso el notorio incremento que tuvo el trabajo no registrado y no asalariado, en comparación con el mismo período del año pasado, pero también respecto al período previo.
En el segundo trimestre de 2021 el empleo no registrado había crecido un 42% en la medición interanual. En el primer trimestre de 2022 cedió un poco y marcó un crecimiento del 12,5%, pero el segundo trimestre volvió a dar el salto y creció un 20,2% interanual.
Con una inflación interanual que supera el 80% y recomposiciones salariales atrasadas, incluso para quienes se desempeñan en el sector privado, resulta complejo que quienes no cuentan con convenios colectivos puedan recomponer sus ingresos y mejorar sus posibilidades de acceder a una mayor porción sobre la generación del ingreso.
El Mirador de la Actualidad el Trabajo y la Economía (Mate) calculó el volumen de pérdidas que sufrieron los salarios privados como para establecer un parámetro. Determinaron que en este tercer año de gestión de Alberto Fernández los salarios no cayeron a pesar de la elevada inflación, aunque tampoco recuperaron nada de lo perdido en los 4 años de Macri y en los dos primeros del gobierno del Frente de Todos. Pero si se hubiera mantenido el poder adquisitivo de 2015, cada trabajador ganaría más de $40.000 extras cada mes.
“Desde entonces, sumando la pérdida de cada mes, cada trabajador o trabajadora perdió, en promedio, un total de 2,2 millones de pesos. Tal es el costo por persona de haber cambiado la orientación económica del país en diciembre de 2015”, afirmaron desde el centro de estudios que conduce Sergio Arelovich.
Mientras tanto, las empresas más importantes de Argentina registran datos que ratifican lo expuesto por el Indec sobre la participación del ingreso. Hace algunos días este medio dio a conocer un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa), que daba cuenta del “boom de facturación” de las 500 firmas líderes.
El estudio se enfocó en la facturación semestral de Ledesma, Aluar, Molinos Río de la Plata y Arcor, la red de supermercados La Anónima, el multimedio Clarín, la fabricante de chapa de acero Ternium Siderar y las petroleras Pan American Energy (PAE) y Tecpetrol, llegando a la conclusión que en todos los casos los resultados en lo que va de 2022 revelan mejoras sustanciales respecto de años anteriores.
De hecho, consideraron llamativo que consideraron “llamativo” que algunas de ellas, en los primeros meses del año en curso, prácticamente logren equiparar lo facturado en los ejercicios anteriores de 2021.
Más ganancias, menos sueldos: empresas líderes la siguieron juntando con pala en el primer semestre
Eso sí, en paralelo a la expansión de los márgenes obtenidos, el costo laboral para Ledesma, Aluar, Molinos Río de la Plata y Arcor se redujo a 16,7% en los últimos datos parciales que se conocieron en 2022, frente a un 17,8% del mismo período de 2021. En tanto para La Anónima, Clarín, Ternium, PAE y Tecpetrol la baja en el mismo lapso fue del 15,4% al 15%.
Con estos datos, queda expuesto que la foto que exhibe la distribución de ingresos para el segundo trimestre de este año en argentina, no se dio espontáneamente, sino al calor de un notable deterioro en los ingresos, y niveles de facturación exponencial por parte de las empresas, ante la mirada pasiva del gobierno nacional.