Por: Gastón Marote/ NA
Leopoldina Kasparek, más conocida como «la estranguladora de Viena», fue una asesina serial, ladrona y pirómana austriaca que atacó a unas 14 ancianas millonarias para robarles su dinero y mató a cuatro de ellas.
Nacida en 1893, Kasparek buscaba siempre ganarse la confianza suficiente de sus víctimas como para que la dejaran entrar en sus casas y allí llevaba a cabo sus homicidios: estrangulaba a sus víctimas hasta matarlas o quedar inconscientes y luego saqueaba sus viviendas para llevarse todo lo que tuviera valor.
Entre 1915 y 1916, cuando tenía 22 y 23 años, esta asesina cometió una serie de ataques y crímenes contra ancianas millonarias.
De los 14 hechos que cometió, diez de sus víctimas se recuperaron de las heridas, tres murieron al instante y una cuarta falleció en el hospital.
El primer crimen de Kasparek fue en 1915, pero enseguida cometió su segundo homicidio contra Marie Wurisch, una mujer de 56 años casi ciega. A Wurisch la estranguló hasta dejarla inconsciente, la cubrió con cera de parafina (una sustancia inflamable) y la prendió fuego.
Los investigadores descubrieron el cuerpo carbonizado, pero en un primer momento creyeron que la muerte había sido accidental. Sin embargo, la caratularon después como homicidio al notar marcas de ligaduras alrededor de su cuello.
El 21 de agosto de 1916 Kasparek estranguló a Zäilie Höstschul, de 80 años, hasta asesinarla, mientras que el 10 de septiembre del mismo año hizo lo propio con Stefanie von Mack, de 72 años, la última de las ancianas asesinadas.
Entre sus homicidios, Kasparek fue detenida varias veces por robos, hurtos y actos de extorsión, pero recibió breves sentencias de prisión por estos delitos.
Los investigadores seguían sin poder resolver los crímenes hasta que lograron vincularla con el asesinato de Wurisch en septiembre de 1916, por lo que fue apresada.
Al ser detenida, Kasparek se tragó una gran aguja de coser que tuvo que ser extraída mediante una cirugía en un hospital.
Apenas se recuperó estranguló a una enfermera anciana hasta dejarla inconsciente y escapó del centro asistencial, pero fue capturada media hora después.
En el juicio, la múltiple homicida mostró cinismo y nada de remordimientos por los crímenes, al contrario, se jactó de los mismos.
El tribunal dictó la pena de muerte contra la mujer, quien maldijo a los jueces tras escuchar la condena.
En ese sentido, se necesitaron seis policías para sacarla a rastras de la sala y volver a meterla en su celda.
La sentencia fue conmutada posteriormente por cadena perpetua, pero en 1921, Kasparek murió en la penitenciaría de Neudorf.