Silvio Berlusconi dio ayer una abrupta marcha atrás con sus planes de derribar el gobierno del primer ministro Enrico Letta ante una rebelión en su partido, en un humillante golpe a su autoridad a días de que el Parlamento italiano vote su posible desafuero por una condena judicial.
Tras forzar la apertura de la crisis en el gobierno de coalición que su mismo partido integra, el ex premier conservador viró bruscamente en su estrategia y sorpresivamente anunció que le daba su apoyo al centroizquierdista Letta poco antes de que el Senado votara por amplio margen a favor de la continuidad de su gobierno.
El inesperado giro del magnate de los medios, de 77 años, llegó luego de que decenas de senadores de su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), se manifestaran dispuestos a respaldar el gobierno de Letta y a desafiar a su líder, que apenas anteayer había ratificado su intención de “poner fin al gobierno” de coalición.
“Hemos decidido, no sin alguna disputa interna, dar un voto de confianza al gobierno”, dijo Il Cavaliere luego de un áspero debate en la Cámara alta en el que fue acusado varias veces de querer causar una crisis para evitar su inminente expulsión del Senado por su condena a fraude fiscal.
La pirueta política de Berlusconi significó que en el decisivo trámite en la Cámara alta, Letta salió finalmente reforzado en el voto de confianza, ya que obtuvo el apoyo de 275 senadores, frente a los 70 que votaron en contra, mayoría incluso superior a la lograda durante la investidura el pasado 30 de abril.
El voto parlamentario llegó después de que Berlusconi desatara una crisis en el gobierno retirando, el fin de semana, a los cinco ministros del PDL, una decisión que Letta calificó de acto “loco e irresponsable”. Tras ello, Letta acudió ayer al Parlamento para comprobar sus apoyos, en un trámite en el que la atención estaba puesta en los resultados del Senado, ya que en este hemiciclo el primer ministro podía perder la mayoría absoluta sin el apoyo del PDL.
Letta se presentó ante el Senado con la mirada puesta en las fracturas generadas en el seno del PDL por los planes de Berlusconi.
El jefe de gobierno, aplaudido en repetidas ocasiones durante su intervención ante los legisladores, dijo que los italianos están “extenuados” por los conflictos de la política. Letta hizo girar toda su argumentación alrededor de la necesaria estabilidad y la capacidad del gobierno para acometer las reformas que urgen al país para volver al crecimiento luego de dos años de recesión, la creación de empleo y para cumplir con los compromisos adquiridos ante la Unión Europea.
Tras su alocución, una veintena de parlamentarios del PDL profundizaron la fractura en ese partido y ratificaron su intención de apoyar al primer ministro para asegurar su continuidad, desmarcándose de modo manifiesto de la línea fijada por Berlusconi.
Los últimos acontecimientos parecen sellar la escisión en el seno de la formación conservadora, luego que anteayer el secretario del PDL, Angelino Alfano –hasta ahora considerado el “delfín político” de Berlusconi–, pidiera un voto de todo el partido a favor del actual gobierno.
En un primer momento, Berlusconi ignoró todas las señales de alarma ya que los parlamentarios que todavía le eran fieles indicaron que iban a seguir adelante con la ruptura con Letta.
Sin embargo, y por razones que aún siembran desconcierto, Il Cavaliere dio un nuevo golpe de timón y de efecto al anunciar su sorpresivo respaldo. Según Berlusconi, su decisión fue por el compromiso exhibido por Letta en su discurso con la puesta en marcha de medidas destinadas a la contención fiscal y la reducción de los impuestos sobre el trabajo, entre otras, al tiempo que destacó que Italia “necesita un gobierno que produzca reformas”.
La incógnita ahora está además en ver cuál será el futuro del PDL y cómo las tensiones dentro de la formación afectaran al liderazgo de Berlusconi, mientras que diferentes dirigentes del partido abogan por la creación de grupos parlamentarios independientes.