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Ley de talles: una respuesta al problema de no encontrar ropa a medida

En noviembre el Congreso aprobó unificar las medidas de todas las prendas que son fabricadas en Argentina. Quienes venden no deben tener todos los talles a disposición. Especialistas analizan si es un avance en aceptar cuerpos diversos

“Es talle único”, “Cede con el tiempo”, “Se usa así” son algunas de las frases que suelen decir las vendedoras de ropa detrás de la cortina del probador, esa especie de censor donde los cuerpos son sometidos a la prueba de entrar o no en un pantalón o una blusa. Muchas personas no pasan la prueba y la frase “la moda no incomoda” cobra otro sentido: no encontrar ropa pone límites a sus vidas.

Julieta Kleier dejó de ir al parque en verano porque no encontraba un short que le quedara bien. Incluso canceló una entrevista de trabajo porque no consiguió un traje en el que se sintiera con confianza. Hoy Kleier vende ropa y su slogan es “Vos sos única, tu talle no”. Ella forma parte de un movimiento llamado Body Positive, que traducido al castellano significa “cuerpos positivos”. Busca que las mujeres puedan disfrutar de la ropa sin importar las medidas de su cuerpo.

Una de las claves para eso es la nueva ley de talles. En noviembre el Congreso la votó y aún no fue reglamentada. La normativa no obliga a cada comercio a tener cada uno de los talles. Sí exige a fabricantes  a unificar una tabla de talles para que todos los comercios tengan ropa con las mismas medidas.

Vestir, no disimular

Julieta Kleier no iba a una pileta para no mostrarse en malla. Su cuerpo no respondía a los estereotipos y las publicidades de ropa. Le costaba encontrar talles a su medida que además estuvieran a la moda. Charlando con compañeras descubrió que no era la única. Apremiada por llegar a fin de mes, creó su propio local de ropa: Mueck Desing. Llamó a diseñadoras independientes para que hagan prendas de todos los talles. La idea fue generar un espacio cómodo para las clientas donde además de encontrar ropa a medida y gusto, pudieran ser asesoradas y contenidas en la experiencia.

“La chicas se conforman con lo que hay. La idea es que puedan elegir su talle y su estilo, y arreglar las prendas a medida si es necesario. Sabía que cualquier mujer iba a encontrar lo que buscaba y si no, se lo íbamos a conseguir”, explicó.

Las clientas agradecieron el espacio y la demanda creció cada vez más. Kleier empezó a viajar a Buenos Aires a buscar prendas que no encontraba acá. Ahí se dio cuenta que el problema no era que no las vendían sino que ni siquiera las fabricaban. “De a poco la oferta de talles grandes juveniles aumentó. Me permitió ofrecer precios más accesibles con mayor variedad para adaptarme al estilo de cada persona”, señaló.

Hace un año Mueck Desing mudó su marca a una casona más grande que le permitió expandir la oferta y llegar a más clientas que desde Rosario y otras ciudades buscan ropa en talles reales. “Se genera un ambiente hermoso. Las clientas se van emocionas y agradecidas después de encontrar una variedad de opciones. Poder elegir resulta una sensación extraña. Es una experiencia nueva y diferente. El hecho que el local sea en una casona evita que las mujeres estén expuestas y permite generar un vínculo con las clientas y hacer de la experiencia de comprar ropa una instancia placentera”, contó.

Hoy Kleier es la modelo de su marca. El proceso fue lento. Empezó con fotos de ella en el espejo o en el probador y terminó siendo la cara y el cuerpo visible en el perfil de Instagram de la marca. “Estamos acostumbradas a ver cuerpos parecidos en las redes. Cuando aparece uno diferente genera empatía. Las clientas quieren ver a una persona, no a una modelo. Sienten que me conocen y generamos debates y consultas a través de las redes”, contó.

Para ella, las redes sociales ayudaron a visibilizar la problemática de no encontrar ropa con la que sentirse bien. “Es importante visibilizar cuánto afecta este estereotipo en nuestra vida. Es muy intrínseco y lo tenemos arraigado. Nos la pasamos viendo cómo disimular el cuerpo cuando en realidad está para vivirlo y llevarlo a todos lados. La ropa está para vestirnos y no para disimularnos”, opinó Kleier.

De leyes

Para Kleier, la anterior ley, que obligaba al comerciante a tener todos los talles, era difícil de controlar. “Además generaba una resistencia porque en un contexto de crisis económica es difícil tener stock de todos los productos. La nueva ley nos permite saber qué talle estamos vendiendo y comprando. Se va a poder regular y el consumidor va a poder quejarse si no lo encuentra. Tenemos que incentivar a emprendedores y comerciantes a que se sumen y a los consumidores a reclamar”, contó.

“Defendemos el derecho a elegir sobre nuestros cuerpos. Salimos a militar y a decir lo que queremos, pero no nos animamos a decir que no vamos a la playa porque no nos gusta cómo queda la malla”, concluyó Kleier.

En On

Luli Paretti es comunicadora social, influencer de moda y desde hace siete años lleva adelante “El Ropero Off”, un sitio web que comenzó como un blog de moda y terminó como un espacio donde las mujeres pueden encontrar las últimas tendencias de ropa. Primero apuntó a diseñadores independientes que no podían afrontar la publicidad tradicional. Con el tiempo sumó seguidores y ella empezó a preguntarse qué pasaba con las chicas que estaban fuera de la curva de talles comerciales. Fue ahí que decidió ir por más y buscó ampliar las opciones. “En los diseñadores independientes encontré mayor predisposición a ampliar la curva de talles que en una marca más grande o de proyección nacional”, explicó a El Ciudadano.

Para ella, la aprobación de la ley de talles fue una gran alegría. “Es un paso adelante, pero falta lo más importante: la reglamentación. Socialmente hay un cambio y algo que se está gestando, pero falta un montón”, opinó Paretti.

“La ley es una herramienta importante porque viene a normalizar los talles que no tenemos y a dar la nomenclatura que corresponde. Es una referencia necesaria para alguien que quiera avanzar en ampliar la oferta de talles, pero no implica una exigencia. Las personas que quieran trabajar otra curva distinta a la del circuito comercial tienen que hacerlo artesanalmente o usar una amiga como referencia. Esto va a normalizar todo y es una referencia”, explicó la comunicadora.

Desde su fan page, Paretti intenta derribar prejuicios. “Quiero que socialmente hagamos un cambio y podamos ponernos lo que queramos. Todas las prendas son para todos los cuerpos. Intento correrme de la idea de que por ser bajita no puedo usar una ropa y mostrar que se puede usar lo que tengamos ganas”, concluyó.

La guerra de los talles

“Siempre me pareció ridículo que en vez de adaptarse la ropa a nosotras, tengamos que dar una batalla para intentar entrar en ella”, dijo Lupa, creadora de la marca de lencería local Crema. Lupa empezó el proyecto en febrero con un par de metros de tela, unos dibujos y la ayuda de una amiga. De a poco la marca que propone lencería en talles reales sumó clientas y seguidoras que agradecen lucir conjuntos lindos, sexis y para todos los cuerpos.

“Soy militante feminista hace mucho tiempo. Nunca entendí que las mujeres asumamos que por ser gordas no podemos ponernos algo que nos guste. La moda está vinculada a una cuestión hegemónica, política y geográfica. No tenemos que seguir parámetros enfermos de marcas que ofrecen sólo tres talles y someten a la población a una esclavitud de cuerpos que invisibilizan toda forma física”, señaló la joven.

Producir todos los talles no es tan fácil para una emprendedora independiente. Lupa decidió trabajar por encargue para que cada una pueda lucir la prenda que quiera y hacerla personalizada. Para ella, la ley de talles es una conquista de las mujeres, de la calle y del feminismo. “Habernos permitido mostrarnos, gritar y quejarnos nos permitió avanzar con cada derecho. La ley es fundamental para dejar de avalar la discriminación encubierta en cada local y cada marca de ropa. Nos amoldamos a este formato donde pedimos permiso o sentimos vergüenza cuando algo no nos queda y eso es ridículo. Personas con vida no deben amoldarse a una tela inerte. La ropa está hecha por humanos. Vamos a tener que entender que nadie tiene más o menos derechos por ser gordos”, opinó.

“Crema tuvo una aceptación inesperada. Repliqué palabras del cotidiano y charlas con amigas sobre el empoderamiento y el goce. Enseguida hubo un intercambio entre las pibas que forman «el equipo cremoso», desde quienes laburan hasta quienes compran, quienes entendieron el círculo de dar”, explicó y siguió: “Recogen sus pedidos y mandan fotos, mensajes de alegría y agradecimientos. Intercambiamos historias en las redes sociales. Creamos un círculo de sostén más allá de la prenda. Este proyecto es una forma de vida”.

Aceptación

Flor Pizzella tiene 27 años y es modelo plus size. Hace unos años subió unas fotos a las redes sociales y enseguida varias marcas comerciales la empezaron a llamar. Me ayudó a aceptar mi cuerpo. Nunca pensé que iba a terminar trabajando de esto, pero me encanta y me gustaría vivir del modelaje”, contó. Para ella, la ley de talles es importante y necesaria para visibilizar todo tipo de cuerpos y es un paso fundamental para que las personas puedan encontrar todos los talles en los locales.

Activar

Con 24 años Lucrecia quería hablar sobre lo que le pasaba. Se había dado cuenta de que no había espacios para hablar sobre la diversidad corporal y sobre la gordura. “Necesitaba encontrarme con gente que entendiera sobre eso desde la vivencia y no solo desde la empatía porque considero que la empatía tiene un límite. No es lo mismo vivir con una cuerpa gorda que empatizar lo que las cuerpas gordas viven”, contó a El Ciudadano.

En septiembre de 2018 Lucrecia empezó a militar en el activismo gordx. “Es una respuesta y acción concreta para nombrar una existencia negada y violentada durante muchísimo tiempo. La organización política es necesaria para entender que nuestras opresiones no son individuales sino que son sistemáticas y que están preparadas para que así sean, explicó. “Surgió para nombrar y destruir todo eso. Me ayudó a darme cuenta que merezco disfrutar mi sexualidad y que la gordura no es una enfermedad como te quieren hacer creer en todos lados”, agregó Lucrecia.

Para ella, la aprobación de la ley de talles puede servir para que los locales de ropa no violenten a las personas. “Es un buen mensaje para todas las personas que todavía están amigándose con su cuerpo y saber que su cuerpo no está mal, y que los talles sí”, opinó.

Según Lucrecia, el feminismo ayudó a visibilizar la diversidad de cuerpos, pero falta mucha discusión. “El activismo gordx, aún dentro del feminismo, se ha encontrado con muchos límites a vencer. Las lógicas del patriarcado nos siguen de cerca y hay que estar dispuestxs a discutirlas”, señaló.

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