Esta semana la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto de ley para regular el teletrabajo. Si bien el homeoffice es una modalidad que existe desde hace tiempo, la pandemia de coronavirus la masificó y puso en evidencia las condiciones en las que se ejerce. Además, todo parece indicar que el trabajo a distancia llegó para quedarse: según un estudio de Apex América sobre empresas de Argentina, Chile y Colombia el 47 por ciento sostendrá esta modalidad post pandemia. El proyecto de ley aprobado fue consensuado a partir de iniciativas de todos los bloques y busca regular la jornada laboral, el derecho a la desconexión digital, el consentimiento por escrito, equipamiento, compensación de gastos, derecho a la intimidad, seguridad e higiene, entre otros temas.
Hubo un aspecto que tomó fuerza en la discusión parlamentaria y tiene que ver con la agenda de los cuidados. Desde que empezó el aislamiento el tema de quiénes se hacen cargo de las tareas domésticas se puso en discusión como nunca antes. La cuarentena hizo visible el trabajo no remunerado, es decir, todas esas tareas de cuidado a las que las mujeres en Argentina dedican un promedio de 6 horas al día, tres veces más que los varones. Para aportar información al respecto, antes de la media sanción la comisión de Trabajo convocó a Lucía Cirmi Obón, directora nacional de Políticas de Cuidados del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
En diálogo con El Ciudadano, la funcionaria nacional definió la inclusión de la agenda de cuidados en el debate parlamentario como un hecho político que sienta un precedente para futuras discusiones sobre el tema: “Lo más importante es trabajar en la corresponsabilidad y que los varones se empiecen a hacer cargo de que el cuidado es un trabajo y que no puede recaer sólo en las mujeres”.
-¿Por qué es importante que la agenda de los cuidados sea parte del proyecto de ley?
-Muchas veces se cree que el teletrabajo facilita las tareas de cuidado. Es muy común escuchar frases como “ya que te quedas en casa podes hacer las dos cosas al mismo tiempo”. La realidad es que eso no es posible. Muchas mujeres lo están viviendo hoy en día y se sienten muy sobrecargadas. Sobre todo porque hay diversas tareas de cuidado, no es lo mismo limpiar, cuidar a hijas e hijos, apoyar en la tarea o estar a cargo de una persona mayor. Cada una de esas tareas necesita atención y, por lo tanto, requieren de tiempos específicos para hacerlas separados del tiempo de teletrabajo. Es importante que los y las trabajadores tengan acuerdos sensibles con responsabilidad de cuidado, es decir, el derecho a la reducción horaria o la interrupción específica. Al mismo tiempo, es fundamental promover la corresponsabilidad en el cuidado. Esto quiere decir que los varones también hagan acuerdos laborales sensibles a la responsabilidad del cuidado, que le digan a su empleador que necesitan la reducción horaria para cuidar de los chicos, que se involucren más en las tareas de la casa. De lo contrario, si esas medidas sólo las piden mujeres lo que hacemos es profundizar todavía más esta idea de que son ellas las responsables. Algo que es necesario tener en cuenta es que la intensidad del cuidado cambia según la situación familiar. Quizás en un momento de tu vida te conviene el teletrabajo y después no, por eso es importante la reversibilidad y poder volver a otro formato. Otro punto es el derecho a desconexión.
-¿Cuál es la situación de los cuidados en Argentina?
-Estructuralmente en Argentina las mujeres dedican tres veces más de tiempo a tareas de cuidado, con un promedio de 6 horas por día mientras que los varones dedican 2. Es decir, la mujer tiene casi una jornada completa de trabajo dedicada a esas tareas. Cuando uno mira en detalle esos números, ve que hay muchísimas mujeres que dedican todo el día al trabajo en los hogares y dependen económicamente de otro miembro de la familia. Haberse dedicado a ese trabajo muchas veces las deja sin protección o reconocimiento social, sobre todo cuando todavía hay muchos varones que dicen «mi mujer no hace nada, es ama de casa». Por otro lado, hay muchas mujeres que trabajan en el sector privado o público y al llegar a su casa son trabajadoras del cuidado. Además, tenemos a las trabajadoras de casas particulares que siguen siendo muy invisibilizadas, con trabajo informal y salarios bajos.
-¿Por qué se dice que la pandemia puso en crisis los cuidados?
-Porque en contexto de aislamiento la gente está haciendo 24 horas de trabajo de cuidado. Al estar en la casa todo el tiempo, el trabajo que se solía tercerizar contratando una empleada de casa particular o que no se veía por estar todo el día afuera, ahora se vuelve visible y aparece más sobrecarga de la que había en las mujeres. Con la pandemia se puso en evidencia a las miles y miles que hacen teletrabajo, cuidan y ayudan a los chicos con la tarea, limpian, etcétera. También mostró que los vínculos de cuidado exceden las paredes de un hogar, como por ejemplo el cuidado de mayores, que aunque haya medidas de aislamiento se hace igual. Toda esa suma hace que se vea claramente que este es un trabajo todavía demasiado feminizado, así que aprovechamos para decirle a todos los varones que están en sus casas que hagan su parte en las tareas de cuidado. Y esto no quiere decir ayudar. Una de las cosas que generan esta sobrecarga es estar a cargo de la gestión del cuidado. Las mujeres somos las responsables últimas porque pesa en la cabeza de nosotras toda esa agenda de tareas a cumplir. Y a eso se suman los estereotipos. No podemos decir que estamos cansadas porque no es lo que se espera de nosotras. Eso hay que transformar y desfamiliarizar. En la medida que pensemos que esto es un tema social, el cuidado sale de las casas y se distribuye en la comunidad.
-¿Qué medidas se tomaron en relación a los cuidados durante el ASPO?
-Si bien la agenda de cuidados es una de las políticas centrales del Ministerio desde el comienzo, la pandemia aceleró los tiempos porque de toda la economía la única parte que no sólo se mantuvo firme sino que se incrementó fue la economía del cuidado. Ya habíamos conformado una Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado y desde ahí estamos planificando para ampliar la oferta pública de cuidado y promover una mejor distribución. La pandemia nos trajo muchísimo más trabajo, porque cuando cierran los establecimientos y se limita la circulación hay que reorganizar el cuidado. Estuvimos trabajando en la regulación de la situación entre progenitores separados para que pudieran hacer los traslados de los niños y niñas y que haya corresponsabilidad en un contexto de cuarentena. Reforzamos todos los derechos de las trabajadoras de casas particulares: tienen que cobrar su sueldo aún si no tiene cuenta, pueden anotarse en el IFE y que eso no excluye que le paguen su salario. También regulamos la situación de muchas personas que están solas con los niños y niñas monoparentales o monoparentales. Por ejemplo, querían entrar a un comercio y no las dejaban entrar porque estaban con los chicos cuando era una clara situación de fuerza mayor.
-¿Cómo alcanzar al sector informal de la economía?
-Hoy en día para muchísimas mujeres que trabajan en informalidad quedarse en aislamiento significa perder el ingreso. Por eso es muy importante el IFE, el aumento del monto de la Asignación Universal por Hijo y la tarjeta alimentaria. Son medidas que salieron al principio que otros países no tienen y que marcaron una diferencia. Hay que ir tomando conciencia de que cada vez que hablamos de informalidad o pobreza estamos hablando de temas feminizados en los que precisamente por el cuidado las mujeres son más afectadasPor eso es importante incluir esta perspectiva. Si no pensamos en el cuidado el microemprendimiento fracasa porque no tenés el tiempo o no podés terminar la escuela porque no tenés con quien dejar a los chicos. Por eso creo que lo importante es ampliar la oferta pública de cuidado. Hoy los grupos que más necesitan cuidados tienen que pagar servicios privados porque la oferta pública no alcanza. Las familias de ingresos medios y altos pagar por esos servicios pero para otras mujeres esa posibilidad no existe. Para eso es necesario un trabajo de mediano plazo, establecer los derechos en torno al cuidado, hacer un trabajo colectivo federal y un plan de acción para movilizar recursos. Hoy el costo de cuidados está en los hombros de las mujeres y sacarlo de ahí implica inversión.
-¿Y cómo se viene incorporando a los convenios colectivos de trabajo el tema de los cuidados?
-Hay muchos que tienen inclusiones novedosas como las licencias por adopción o tener establecimientos de cuidado para las niñas y niños. Lo que sí vemos es que en ninguno de estos sectores se equiparan responsabilidades entre varones y mujeres. Hay que tener en cuenta que tanto en los directorios de las empresas como en las mesas sindicales todavía hay una mayoría de varones. Hay empresas que tienen políticas de retención de talentos, por ejemplo, le dan facilidades a la gerenta pero a la cajera no. Como Estado tenemos que estar por encima de eso. La realidad reciente nos muestra que hay que hacer políticas de derechos y no de beneficios. El cambio social es hacer a los varones igual de responsables que las mujeres, o sea la corresponsabilidad. Es un cambio paulatino, colectivo y federal. Por fuera de lo preocupante que es este contexto hay algo positivo que es poder conversar más sobre este tema tan central que estuvo tanto tiempo invisibilizado.
-¿Como ves esta agenda en el escenario post pandemia?
-La economía del cuidado es un sector que va a traccionar bastante la economía mundial de la pospandemia. Los sectores que asocien al cuidado van a estar muy vigentes y estamos trabajando en la promoción de empleo en ese sector como por ejemplo los cuidados domiciliarios y sanitarios. Todo lo que llamamos economía del cuidado no es solo lo que pasa en las casas sino también los cuidados que se brindan remuneradamente. Y ahí creemos que hay un potencial importante que hay que tenerlo en cuenta como sector económico para generar empleo en la post pandemia.