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Libros para no olvidar

El periodista Chacho Pron presentó la tercera entrega de “Crónicas contra el olvido”, que reconstruye la vida de militantes desaparecidos durante la dictadura que nacieron, trabajaron o vivieron en la ciudad de El Trébol.

El periodista Rubén Chacho Pron acaba de presentar el libro Luis Tealdi, que reconstruye la vida, justamente, de quien le da nombre al trabajo de investigación: un militante sindical desparecido durante la última dictadura cívico militar. Se trata de la tercera entrega de la colección “Crónicas contra el olvido”, la cual propone el rescate de las historias de cuatro personas que fueron víctimas fatales del terrorismo de Estado, y que estuvieron vinculadas estrechamente a la ciudad de El Trébol, lugar en donde nació el autor de los relatos.

La primera obra de la colección, que en principio pretendió ser una trilogía, fue Carlitos y Mary, publicada en 2013 y que cuenta sobre Carlos Alberto Bosso y su esposa María Isabel Salinas. El segundo libro fue Alicia, que se presentó en marzo del año pasado. Bosso y Burdisso nacieron en El Trébol mientras que Tealdi vivió allí por más de dos décadas, tiempo en el que tuvo un papel preponderante dentro de la fundación del Sindicato de Obreros Lácteos, organización que fue la base de lo que luego sería la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra).

—¿Cómo surge la colección Crónicas contra el olvido?

—Era una tarea que quedaba por hacer en El trébol. Carlos Alberto Bosso y Alicia Raquel Burdisso nacieron allí, a excepción de Luis Tealdi que se fue de la ciudad cuando yo tenía 11 años, por lo cual no lo conocí personalmente. Consideré que era una necesidad destacar el valor de estas personas asesinadas por la dictadura cívico militar, como también el de otras víctimas que viven en la localidad y que pudieron sobrevivir.

—¿El Trébol es una comunidad conservadora con respecto a estas cuestiones?

—Absolutamente. Fue y sigue siéndolo, por lo tanto es un desafío instalar esta temática. El marco general de la reapertura de los juicios y la instauración del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia dieron la posibilidad de encarar esta tarea que, en otro momento, hubiera sido muy dificultosa de emprender.

—¿La reconstrucción de la historia de Luis Tealdi surgió a medida de avanzaba en las investigaciones anteriores?   

—Estaba dentro de los planes originales a partir de que habíamos relevado tres casos, dos de ellos eran nativos de El Trébol. Luis Tealdi, si bien no nació allí, desarrolló una importante labor como fundador, junto con otros compañeros de la fábrica Di Lorenzi, una empresa muy importante de lácteos que había allá, del Sindicato de Obreros Lácteos que fue un antecedente de lo que es ahora Atilra. Eso fue en 1944. Atilra se funda diez años después.

—Además de su militancia sindical, en el libro cuenta que Tealdi se destacó en el ámbito deportivo…

—Vivió más de veinte años allí aunque no hay precisión de la fecha exacta en la que llegó a El Trébol. Calculamos que fue cuando era adolescente. Era un integrante del primer club El Expreso, empezó jugando al básquet y después fue arquero de fútbol. Estas actividades estuvieron interrumpidas por una particularidad y es que fue convocado dos veces para hacer el servicio militar porque lo había hecho en un regimiento de artillería de Entre Ríos y allí lo instruyeron en la función de goniómetra, que es el que hace los cálculos matemáticos para apuntar el cañón. En función de esa especialidad, seguramente lo convocaron nuevamente un año después de que había salido de baja.

—A diferencia de los otros desparecidos sobre los que trabajó, que eran jóvenes, Tealdi era mayor en el momento en que lo chuparon…

—Cuando lo secuestran tenía 54 o 55 años. Era un tipo de mucho predicamento porque siempre tuvo esa vocación sindical. Si bien no tenía cargos cuando fue secuestrado, seguía siendo una figura de peso entre el personal de la fábrica. Era consultado permanentemente y hablaba en las asambleas. Era un hombre molesto para la directiva de la empresa como tantos otros desaparecidos. Hay fuertes sospechas de que su nombre fue entregado a los servicios de inteligencia por la misma empresa.

—¿Cómo fue para la familia de Tealdi volver sobre ese tema?

—Cada persona que de alguna manera ha resultado alcanzada por las atrocidades de la dictadura lo procesa de una manera distinta. Hay algunos que son luchadores, van al frente y reclaman justicia, otros se recluyen en los recuerdos y hay quienes llegan a negar o que se culpan de alguna manera por haber sobrevivido. Para la hija de Tealdi  fue reabrir una etapa que trataba de mantener en la intimidad pero, a pesar de eso, creo que la tarea debía hacerse. El caso tuvo también algunas particularidades porque me entero, hablando con ella, de que también fue víctima de la dictadura en un caso que no fue denunciado: un secuestro previo del padre en el que la retuvieron como rehén, procurando detener en la casa de Tealdi a unas personas que habían ido a encontrarse con él. La retuvieron por 24 o 48 horas mientras la Policía realizó el procedimiento. Afortunadamente no sufrió mayores daños que la privación de su libertad, pero sin dudas también debe considerarse víctima de la represión. Fue un hecho que no denunció antes, aunque es posible que ahora que ha salido a la luz, entre en la consideración de la Justicia.

—La colección, que en un comienzo se pensó como una trilogía, posiblemente tenga un cuarto libro…

—Hay un caso que se presentó a último momento. Si bien había rumores dando vueltas en la ciudad, alcancé a recoger algunos datos en las semanas previas a la presentación del libro sobre Luis Tealdi. Queda por dilucidar si esta persona, llamada Alfonsina Burga, realmente era nativa de El Trébol. De lo que sí estamos seguros es que no vivió allí. Sus padres residían en Buenos Aires pero en El Trébol viven primos hermanos de ella, por lo que el caso roza de alguna manera también a la comunidad. Ella fue secuestrada en San Fernando, en el partido de Tigre y, de hecho, su participación dentro de la política la desarrolló allí. Antes referí que cada persona tiene una forma distinta de canalizar lo que le pasó a sus familiares. Alfonsina Burga tiene una hermana en El Trébol a quien entrevisté en los últimos días y que me ha dado muy pocos datos pero quien fue el esposo de la mujer desaparecida, que fue secuestrado en 1975 y liberado seis años después, aún está con vida, por lo que estoy tratando de localizarlo para ver si es posible reconstruir la historia.

Por la memoria colectiva

Uno de los objetivos de las investigaciones de Rubén Pron, quien se desempeña como periodista en El Ciudadano, es el de mantener viva la memoria de las personas desaparecidas durante la última dictadura cívico militar que estuvieron relacionadas con El Trébol. Sin embargo, otro de los aspectos que señaló el autor es que buscan generar análisis y diálogo sobre el tema, de modo que la palabra escrita contribuya a que se mantenga la discusión y la reflexión con el paso de los años.

Para la profesora Patricia Faverzani, quien acompañó a Pron en la presentación del libro sobre Luis Tealdi, “estas narraciones que pertenecen a la memoria de El Trébol, si bien son una forma de legar un pasado a las generaciones venideras, nos ponen en situación de dar lugar, de confrontar cuestiones actuales que vivencian nuestros jóvenes, los de aquí de El Trébol. Muchos tienen convicciones ético-políticas, se encuentran ante dilemas que plantea la pertenencia a un grupo, la presión del grupo, la lealtad, el fenómeno del chivo expiatorio, las etiquetas, los estereotipos, la conformidad, la disidencia, incluso la rebeldía”.

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