El feriado largo de Semana Santa comenzó en Rosario de la peor manera, con varios hechos de violencia letal que escalaron a los titulares de los portales y desataron el enojo de sectores ciudadanos, entre gremiales y barriales. Fueron cuatro asesinatos en pocas horas, las que van de la noche del miércoles a la tarde del jueves. El Ejecutivo provincial tomó nota: el gobernador Miguel Lifschitz se reunió durante la mañana de este viernes con parte de su Gabinete para conocer los detalles de los sucesos y, sobre todo, establecer si hay un rebrote de los conflictos –de características diferentes– que se dirimen con armas. Todo, para planificar acciones de prevención de acá en más.
Desde primeras horas de la mañana, el gobernador encabezó reuniones en la sede de Gobierno de Rosario con equipos de los gabinetes de Seguridad y Social de la provincia.
Las características de los hechos para hacer un diagnóstico y la planificación de nuevas acciones de prevención de la violencia fueron los ejes de los encuentros en el edificio de Santa Fe entre Moreno y Dorrego.
Las últimas horas fueron un cimbronazo para el Frente Progresista en un tema de alta sensibilidad social. Fueron cuatro crímenes que en principio obedecen a causas distintas y con reacciones ciudadanas también disímiles.
El primero de los asesinatos que ensombrecieron la Semana Santa tuvo por víctima a Martín Alberto Vera, de 42 años, que en Castellanos y Doctor Riva fue asesinado a balazos por dos personas desde una moto, a las 23 del miércoles pasado. Varias versiones circularon del hecho. Una de ellas es que el hombre, padre de tres niños, escapaba de sus atacantes que, finalmente, lo alcanzaron en la cuadra donde quedó tendido.
El taxista Mario Esusy, de 61 años, fue la segunda víctima fatal. No habían pasado dos horas del crimen anterio. Alrededor de la 1.30 de este jueves, acudió a un pedido de viaje por radio llamada hasta Casilda al 2000, casi esquina Formosa. La hipótesis principal de Fiscalía es que dos personas que circulaban en moto intentaron robarlo. Forcejearon con el hombre, quien intentó acelerar su Chevrolet Corsa para escapar cuando le dispararon un balazo a la altura del tórax. Esa muerte desató el enojo de sus colegas. Algunos de los sindicatos que representan a los trabajadores del sector reaccionaron con medidas de fuerza de alta repercusión, sobre todo en la Terminal de Ómnibus.
El mismo día, asesinaron al dueño de la joyería Nefertiti, Miguel Ángel Gómez, de 55 años. Pasado el mediodía, su hija pasó a visitarlo y se encontró con la puerta cerrada, las luces prendidas y el auto en la cochera. Le llamó la atención ese cuadro, se comunicó con la Policía y llamó a un cerrajero para abrir la puerta del negocio de mendoza al 900. En una de las habitaciones encontró a su padre, boca abajo en el piso.
Después se supo que Gómez tenía un corte en la garganta, motivo de la muerte. En el caso son, hasta ahora, todas líneas de investigación por seguir. Las aberturas del comercio no estaban violentadas, por lo que apuntan a un conocido de la víctima como su matador.
El último hecho resonante fue el crimen de María Soledad Sotelo, de 32 años, en barrio San Francisquito. La mujer había llegado hasta la casa de sus padres para ayudarlos con la pintura de la vivienda. A pocos metros de la cuadra de Alsina al 2800, en pasaje Sugasti, varios jóvenes corrían una suerte de picadas en motos.
Uno de los rodados pasó muy cerca de uno de los hijos de Sotelo. Hubo una discusión con los dos muchachos que lo montaban, que regresaron enseguida, en la misma moto, y dispararon sin más contra la vivienda paterna de la víctima. Fue a las 19. Dos horas después, desde el hospital de emergencias Heca informaban que había muerto por el balazo que recibió en la cabeza durante el ataque.