Este sábado volverá a subir a un escenario local la prestigiosa cantora Liliana Herrero. Y lo hará en el marco de la segunda edición del ciclo Música con Todos que organiza el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia e inició con Franco Luciani hace un mes. La cantante hará un repaso de su presente abriendo, hacia atrás, espacio a más de treinta años de carrera y, hacia delante, a paisajes nuevos que se le asoman en el horizonte con Fito Páez como manifestación. Llegará con Pedro Rossi en voz y guitarra, Ariel Naón en contrabajo y Mariano Agustoni en teclados, para hacer un repaso por autores y compositores, músicas y letras, manifestadas como una conversación entre géneros, voces y sonidos.
La entrevista con El Ciudadano estuvo pautada desde hacía varios días para el pasado jueves y se concretó a pocas horas de la aprobación por parte de la Cámara de Diputados de la Nación de la media sanción de la histórica ley para despenalizar el aborto. Ese espíritu de expectativas venideras y celebración colectiva se coló indefectiblemente en el diálogo. La nota siguió los pasos de esa coyuntura. El resultado es un pormenorizado repaso por la actualidad en la voz de una de las artistas más representativas y comprometidas de la cultura popular y de los pueblos libres del continente.
—La Cámara de Diputados de la Nación aprobó la media sanción para despenalizar el aborto ¿Cuál es tu reflexión al respecto?
—Es un tema importantísimo y es un día para celebrar aun cuando sea una media sanción y sepamos, ahora, los verdaderos fundamentos del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y lo que nos espera a partir de ese acuerdo y con la subida del dólar. Aun así, esta media sanción hay que celebrarla.
—¿Pudiste seguir el debate, qué expectativas tenés para lo que se viene?
—Yo no estaba en Buenos Aires sino en Córdoba haciendo prensa. En Rosario culminará esta gira el sábado (por hoy). Miraba medio de costadito la cosa desde ahí. Pero hablé con Horacio (González, su marido), él estuvo, y me decía que la presencia de miles de personas, mujeres, hombres y niños afuera del Congreso fue una cosa conmovedora, apabullante. Esas son las palabras que usó Horacio para contarme por teléfono lo que pasó. Dijo que fue “apabullante” ese grito que se usa en las marchas de #NiUnaMenos y de otras organizaciones feministas. Me decía que lo sintió como una especie de aullido interminable, como aquel aullido que una imagina que hacen aquellas mujeres que están absolutamente solas y a la intemperie abortando en condiciones absolutamente precarias y que asiduamente terminan muriendo. Yo celebro muchísimo esta media sanción, esperaremos ahora la sanción en el Senado. Y esperaremos también todos los otros temas fundamentales para la Argentina para los que también se necesitará que seamos miles cuando se vote y se debata la reforma laboral, la previsional y los acuerdos con el FMI.
—Quizás esta ley sea una de las más fuertes de las últimas décadas en asignación de derechos concretos para todas las mujeres…
—Me parece que sí. Y un reclamo histórico. Los actuales grupos feministas han retomado el legado de otras mujeres de hace muchos años que tuvieron escasa presencia social y visibilización pero ahora adquirió otro carácter absolutamente distinto. Por eso, para mí, la presencia de los cuerpos ante cada decisión de la muchachada de funcionarios del Congreso de la Nación exigirá, en estos tiempos, por las medidas que hay que tomar, la presencia de miles afuera; es un llamado de atención, incluso para el funcionamiento mismo del Congreso.
—Pensaba en el “decir literal” a través del arte, decir de una forma no tan sosegada o adornada ¿Cuál es el lugar que tenés en mente para comunicarte desde la música y dónde vas a posicionar tu cuerpo frente a lo que está ocurriendo en el país?
—El cuerpo, mi música, siempre estuvo puesta. Es un cuerpo real, un cuerpo fáctico, un cuerpo de hecho, mi propio cuerpo, mi propia voz, mi propio canto que es un canto que piensa un territorio, que piensa una Patria. De modo que aunque yo sea literal o no, ese territorio siempre está. Y ahí hay un testimonio alto, altísimo. En un buen acorde y un buen arreglo de un tema, hay un testimonio. Ahora me parece que las cosas están tan graves, que también hay que retomar esas viejas canciones testimoniales, no de protesta como se llamaban antes, y ante lo que Mercedes Sosa siempre se enojaba con esa expresión porque decía que no éramos niños para andar protestando, en todo caso somos adultos, para estar pensando y testimoniando una época. Y ésta es una época oscura y peligrosa. El logro que aunarían estas dos formas, de testimonio, el sostén fuerte de la música, de un canto con territorio y con memoria, y cierta literalidad a la que se pueda volver a revisitar, están anudadas por una palabra que para mí es clave y que es la de los legados.
—¿Algo así como qué hacer con la herencia de lo mejor y lo peor que hizo este país en toda su historia?
—Me parece que ése es el nudo, y también qué harán las nuevas generaciones, cómo hablarán, cómo dirán esas chicas de 11 ó 12 años hablando con una soltura enorme, discutiendo con viejos periodistas de la Restauración Conservadora. Siempre preferiré un modo más reflexivo, más crítico, pero yo no puedo negar esa espontaneidad con la que están hablando las nuevas generaciones. Al mismo tiempo, les reclamo a esas nuevas generaciones un pensamiento recostado en una memoria musical, artística, poética, política y de lucha, de combates de una cultura, de un país como éste, de celebraciones y de fiestas. Ahí está el nudo, es lo que estoy pensando, no sé si estoy en lo cierto.
—Es colectivo y alcanza con ver lo que sucedió con la defensa de la Patria el pasado 25 de mayo que hicieron los artistas y la necesidad de muchos argentinos de encontrarse bajo esa bandera, bajo esa voz.
—Sí, y ése 25 de Mayo fue un acontecimiento completamente conmovedor. Fuimos los artistas, la gente de la Cultura y los organismos de Derechos Humanos los que subimos al escenario a cantar el “Himno Nacional Argentino”, casi como un aullido también.
—Las palabras “Patria” y “Memoria” están hoy, solapadamente, muy presentes aún como negación. Antes se decía que “la Patria es el otro”, hoy ya no se dice nada. Sí desde el poder ofrecieran un rótulo para la actualidad quizá ese fuera «sálvese quien pueda”…
—Es el momento de un mismo grito, de un cierto horizonte por construir una comunidad emancipada y libre. Son muchos los actos que se vienen sucediendo en este país. Yo creo que hay que debatir fuertemente, son momentos de grandes debates, de grandes presencias callejeras. No podemos nosotros aceptar sin más, sin debate en el Congreso como necesita y exige la democracia, en temas como la reforma laboral, previsional, y el acuerdo con el FMI que tendremos que tener una presencia fuerte, muy grande, y eso crea comunidad. Ahí la Patria sigue siendo el otro. O para decir la expresión de Lula (Da Silva): “Yo no soy un hombre, soy una idea”.
—Sos una persona comprometida con lo social desde siempre. “Patria”, “Memoria” y “Militancia” son términos que te atraviesan ¿Cómo imaginás que debe ser el camino, en lo social, de los artistas de acá al futuro?
—Nunca dejé de decir lo que siento en relación con la situación Argentina, en este país y en los pueblos del sur. Y en el caso de otros, como los movimientos de actrices que se juntaron para hacer spots y contar historias (por el aborto), me parece que tienen que haber miles de esos para varios temas.
—Estás trabajando en un disco que se llamará “Ruta 9” y que saldría pronto ¿De qué tratará?
—Estoy ensayando un disco que, con suerte y viento a favor, y si el país me lo permite, voy a grabar en septiembre. Lo que yo decidí hacer en este disco, que es algo que pensé mucho tiempo y lo fui postergando, es un trabajo exclusivamente con canciones de Fito (Páez).
—Ustedes se conocen hace mucho, son amigos…
—Un disco así es un disco que habla tanto de Fito como de mí. Es un disco en nombre de la amistad, de la comunidad, justamente. Fue y sigue siendo muy intensa nuestra relación desde principios de los 80 hasta estos días. Y yo, esos momentos rosarinos, quería señalarlos por mí misma. Para mí Rosario siempre fue esa segunda Patria que me cobijó desde muy joven cuando empecé la universidad hasta no hace muchos años atrás que me fui a vivir a Buenos Aires. Rosario es importante para mí. Seguramente, mutará el título del disco, pero pienso un título para organizar mi corazón y mi cabeza; después lo reformulo. La Ruta 9 es esa que recorrimos tanto mi hija como yo y Horacio, también Fito.
—¿Qué estás mostrando en los conciertos de esta gira, cómo elegís estas ciudades para mostrar el ciclo?
—Hace dos años que no viajaba a Córdoba, hace dos años que no hago muchas cosas que hacía antes (risas), también hay que señalarlo. Vinimos a Córdoba, que también es la Ruta 9 y finalmente llegaremos a Rosario, a la Lavardén, un lugar donde se inició todo, la sala de la memoria. Haré canciones de Imposible, un disco recostado en una tradición muy antigua, folclórica muy de cámara; haré algunos de los temas que vengo amasando de Fito, y cosas viejas. En el 86, grabé mi primer disco y en 2016 hice un espectáculo muy hermoso que se llamó Todos estos años, a treinta años de estar haciendo discos, cantando, pensando, luchando, reflexionando, tomando los grandes legados y viendo cómo puedo conversar nuevamente con ellos, cómo puedo interrogarlos e intervenirlos. Nunca hice otra cosa.
—Vivir el presente es un error. El camino es vivir “en” presente porque así no negamos el pasado y planificamos también un futuro…
—El presente, si no interroga el pasado, no es nada; el pasado si no es interrogado por el presente, como es el caso de este gobierno nacional, tampoco es nada. Y el pasado, por otro lado, no está allá lejos y hace tiempo, sino que se nos atraviesa todos los días.
Para agendar
Liliana Herrero se presentará este sábado, a partir de las 21.30, en el Teatro de la Plataforma Lavardén, de Sarmiento y Mendoza