“La gente siente a Leo como propio, por eso el mural apuntaba a eso: al Messi niño, alumno, al del patio, al de la familia”, afirmó el muralista rosarino Rubén Pérez Barrios, quien junto a los alumnos de la escuela primaria Nº 66 General Las Heras pintó el año pasado su imagen en la base del viejo tanque de agua de la plaza José Hernández, en Laprida al 4800, en un mural que, por iniciativa de los ediles Miguel Zamarini y Carlos Comi, hoy será declarado “de interés cultural” en un acto que se realizará en el lugar.
El mural se llama La pasión de Leo y Pérez Barrios sumó a los chicos de la escuela: “En dos semanas lo terminamos y el aporte de ellos fue fundamental. Junto a Leo haciendo jueguito con la pelota se ve un Monumento como si fuera de papel, con movimiento, y a Messi, actual, señalando al cielo después de un gol, recordando a su abuela. Queríamos destacar esa conexión afectiva y familiar que los vecinos ven como propia”, agregó el artista.
En la base de lo que alguna vez fue el tanque de agua que proveía el servicio a toda la barriada ya estaba pintado el nombre del escritor que da denominación a la plaza: José Hernández, y su Martín Fierro, realizado por el muralista. Desde el Distrito Sur salió la convocatoria de sumar a Pérez Barrios con la escuela Las Heras, la misma donde el jugador de fútbol hizo sus estudios primarios, a pocas cuadras de su casa natal.
“Hicimos la silueta de los chicos que se ven representados por el ex alumno más famoso, que jugó en su mismo patio, en esta plaza. No quisimos mostrar a un Messi campeón, ni el de los grandes triunfos, sino al niño que jugaba descalzo en este barrio.
Viene gente y se saca la foto como haciendo jueguito con Leo. Incluso, este año, pasó Alex de la Iglesia (el cineasta español) y registró al mural”.
Pérez Barrios, quien gusta definirse como autodidacta, realizó varios trabajos, una media docena en Rosario, pero es convocado en localidades del interior santafesino:
“Trato de hacerme el espacio; muchas veces me convocan. Trato de ser fiel al espíritu del muralismo que llegó de México, con Diego Rivera, que habla de contenido e historia”.
“Trato de hacer una conexión con algún tema social o histórico. Me gusta que el mural perdure y se convierta en patrimonio del lugar, se diferencie de las pintadas urbanas como los grafitis”.
En la superficie de la base del tanque se ven las imperfecciones pero se prefirió intervenir sin trabajos previos. “No es un mural pretencioso”, agregó el artista, y explicó que se trabajó “con esmaltes industriales, los sintéticos, que son los que resisten más el sol y la humedad”.
“Ninguno de los murales fue vandalizado o escrito; no tienen una marca de nada; hay respeto, cuando la sociedad se identifica con algo lo cuida, lo toma como propio, y eso también es convivencia”, destacó Pérez Barrios.
El muralista hizo un trabajo similar, “con alumnos de una escuela de un barrio muy complicado como Santa Lucía, con mucha violencia, pero la conexión que encontraban los pibes con el arte se veía en la actitud. Había chicos que eran soldaditos, me lo contaban ellos, pero se quedaban hasta la noche pintando, con un entusiasmo enorme. Era una manera de recuperar su infancia. Lo tomaban como algo lúdico”, concluyó.