Por Javier Hernández
Hace pocos meses prestigiosos pensadores del arte y la comunicación de todo el país, se dieron cita en Rosario para sembrar las bases teóricas de la novena edición del Festival Internacional de Arte y Tecnología 404. Dividido en dos segmentos, la primera instancia sirvió de marco teórico para abrir el camino a la reflexión y construcción de nuevas preguntas sobre la relación entre arte y tecnología. La misma se completará, desde este miércoles, con la exposición de una serie de obras que intentan interpretar el mundo actual a través de singulares dispositivos.
Con la participación de artistas de Taiwán, Estados Unidos, Austria y la Argentina, la inauguración de la segunda parte del 404 se llevará a cabo pasado mañana en el Salón de Actos de la Facultad de Humanidades y Artes (Entre Ríos 758) con una conferencia a cargo de los participantes invitados quienes, desde las 19, disertarán sobre arte y tecnología compartiendo sus experiencias personales y sus obras.
Superada esta instancia, un día más tarde, desde las 20, tendrá lugar la inauguración formal de la muestra en la Sala de las Miradas, ubicada en la planta baja de la flamante Plataforma Lavardén (Mendoza y Sarmiento).
La muestra, que permanecerá abierta hasta el sábado inclusive, reunirá el trabajo de los artistas Christopher Coleman y Laleh Mehran (Estados Unidos), Lin Pey Chwen, Hsin-Chien Huang y Tsau Saiau Yue (Taiwán), Damián Linossi (Córdoba) y Juan Rey (Buenos Aires).
Bajo el lema “I=RPM” (Las Ideas son Revoluciones por Minuto), la exhibición contará –como cada año– con la curaduría y organización de Gina Valenti, directora artística y curadora del Festival.
“Nuestras ideas suelen ser un cataclismo interrumpido, pero cuando se expanden pueden sacudir al mundo en intervalos de un minuto. Hay una microscópica revolución ahí, en la defensa de nuestra única jurisdicción: pensar”, analizó Valenti sobre el signo que configura esta edición expresada en la sigla “I=RPM”.
El 404 surgió en 2004 como un proyecto independiente sin fines de lucro que buscaba impulsar y difundir producciones artísticas de todo el mundo en el campo del arte electrónico. A lo largo de los años, más de 600 artistas de 46 países eligieron el Festival para presentar sus obras en distintas disciplinas que van desde las instalaciones, net.art, imagen fija y performance, hasta video y animaciones de las más diversas.
“Empezamos bastante temprano con este proyecto. Los de «nuestra« generación nacimos con el teléfono dial y ahora tenemos el celular, hay gente que no tuvo ese pasaje; «nosotros« somos de los que vimos ese transporte en el tiempo; y como uno se transforma uno tiene que ir modelando las ideas de manera que también acompañen el rumbo de lo que sucede”, supo decir a El Ciudadano la artista y curado del Festival.
Y concluyó: “Es un camino muy largo el que llevamos recorrido y en el cual muchas veces nos cuestionamos el motivo por el que lo hacemos. Si a nueve años lo seguimos transitando es porque esa pregunta la hemos contestado en reiteradas oportunidades. De alguna manera es ir contra viento y marea; cuando las cosas son difíciles sabemos que este tipo de apuestas son complicadas pero muy satisfactorias”.
El retrato de Eva Clon
La taiwanesa Lin Pey Chwen presenta una obra compuesta de hologramas 3D inspirada en la marca de la bestia que aparece en el libro del Apocalipsis de El Nuevo Testamento bíblico. Influenciada por la historia de Adán y Eva, en las obras, Eva se halla sellada dentro de marcos de acrílicos transparentes y el público puede encontrar una imagen de la Bestia al moverse frente al trabajo.
¿Bailamos, Shangai?
Del taiwanés Hsin Chien Huang, esta instalación interactiva explora la relación entre las ciudades y el hombre actual. “Las ciudades modernas repletas de rascacielos suelen alienar a las personas; todo el mundo detrás de las pantallas de frío cristal o de las grandes marquesinas publicitarias se vuelve indiferente”, indica la descripción de obra.
Nuestro privado arte…
De la también taiwanesa Tsau Saiau Yue, Nuestro privado arte público es una plataforma online que busca mostrar que las redes sociales tienen influencia en la participación de los jóvenes. La artista seleccionó algunos trabajos con la intención de atraer al público a crear obras online. Guiados por un módulo interactivo se busca que la gente experimente realizar sus propios trabajos artísticos.
W3Fi
De los estadounidenses Christopher Coleman y Laleh Mehran, la instalación plantea un espacio para la discusión y el aprendizaje. El participante es interferido con consideraciones sobre cómo su ser digital tiene un impacto sobre su vida diaria. Tres paredes con vinilo y proyecciones ilustran la filosofía “W3fi” la cual se desplaza en una serie de textos, símbolos y animaciones.
Aprender del camarada…
Del porteño Juan Rey, la obra Aprender del camarada Lei Feng es una imagen que se plantea: “¿Podemos aprender de un aparato que imprime sin parar imágenes relacionadas con Ai Weiwei y lleva estampado el retrato de Lei Feng? ¿Podrá este dispositivo artístico ayudarnos a reflexionar sobre la circulación del conocimiento? Entonces aprendemos del Camarada Lei Feng.
Proyecto indeterminados
Del cordobés Damián Linossi, esta obra compuesta por imágenes fijas plantea una serie de retratos de personas que no existen construidas digitalmente a partir de fotografías del artista, de terceros e imágenes de internet. El resultado son personajes virtuales basados en normas de conductas, prejuicios y convenciones individuales, propias y de su entorno social.
El código 404 podría tener muchas lecturas pero la más significativa, aún hoy, en el marco de una nueva forma de entender el presente y la tecnología, sigue siendo la del error, la de un símbolo que en internet indica que el navegador web fue capaz de comunicarse con otra computadora pero incapaz de encontrar el archivo solicitado. En su manifiesto El error es creación (2010), Gina Valenti describía: “Vivimos en un sistema que admite errores sólo cuando solucionarlos depende exclusivamente de él…”, el post-arte buscaría, según sus palabras, pensar el arte en otros términos ya que “los elementos confluyen de manera diferente y no necesariamente tienen que seguir siendo pensados en la manera en que lo hicieron. Yo creo que, de alguna manera, el arte se enamora de los medios. En alguna atapa se enamoró de la fotografía o del pincel, ahora lo hace de la tecnología, pero siempre va variando”.