Marcos “Tito” Correa era conocido en Amenábar, localidad de poco más de mil habitantes en el departamento General López. Lo vieron por última vez el pasado domingo 27 de septiembre y, desde ese día, hubo una intensa campaña en redes sociales para dar con él. El peor final llegó a última hora de este martes, cuando confirmaron que era su cuerpo el que habían encontrado enterrado en el predio conocido como el Viejo Basural. Estaba envuelto en un plástico como el utilizado en los silobolsas, de acuerdo a las primeras informaciones.
La madre del hombre, de 40 años, había hecho la denuncia dos días después de que se cortaran las comunicaciones con él. Lo había llamado insistentemente al celular sin tener respuesta. Tito trabajaba en la comuna del extremo sur de Santa Fe, y vivía en una pieza en dependencias de la estación del viejo ferrocarril.
Los primeros indicios sobre el asesinato y precisiones sobre dónde estaba el cuerpo llegaron a Fiscalía en la tarde de este mismo martes por una llamada anónima que mencionaba el basural y un crimen con arma blanca. Incluso, con detalles de un sitio cercano donde se rinde culto a San La Muerte.
La primera excavación en el lugar estuvo a cargo de personal de la Agencia de Investigación Criminal (AIC). No dieron resultado. Un par de horas después, arribó un equipo de la Brigada K9 de los Bomberos Voluntarios de Alcorta con un perro rastreador, que insistió en marcar la misma zona. Al profundizar el pozo, dieron con el cuerpo, que estaba envuelto en plástico de silobolsa y a un metro bajo la superficie. Eran pasadas las 23 de este martes.
El jueves y viernes de la semana pasada, ante el pedido de Fiscalía, ya se había incorporado a la búsqueda la Brigada canina K9 de la Unidad Regional IX y X de la policía de Santa Fe para colaborar en el rastrillaje, en el que intervinieron también miembros del Cuartel de Bomberos Voluntarios de Venado Tuerto y una pareja de bomberos locales, Brenda Álvarez y Manuel Bracco, junto a su perro Yaco.
El tío de Correa, Germán Ibáñez, especuló que el asesino del muchacho está “entre dos o tres personas” que frecuentaba.
“Malas juntas”, las definió y dijo que su sobrino era un buen muchacho, que trabajaba en la comuna pero estaba complicado por el consumo problemático de sustancias.
En comunicación con FM Panamericana de Rufino, Ibáñez agradeció la tarea de la Fiscalía pero cuestionó el manejo de la información sobre el hallazgo: dijo que se enteró por una publicación periodística, y cuando consultó al comunicador que la había escrito éste le confió que el dato se lo había pasado un policía que participaba del operativo en el basural. La queja del tío de Tito radicó en que no sólo se enteraron por los medios de comunicación sino que no los dejaban ingresar a la zona perimetrada de la excavación.
