Melisa fue víctima durante casi un año de innumerables hechos de violencia de género por parte de su ex, Nicolás José Rivas. Su caso se conoció en julio de 2020 luego de que hiciera un pedido desesperado por Facebook. El violento iba casi todos los días a su departamento, le tiraba huevos, tocaba el timbre tantas veces como le era posible, le bajaba la térmica entre tres y seis veces por día, la acechaba cerca de su casa, la perseguía con perfiles falsos, la llamaba, amenazaba a su familia y publicaba sus datos personales en páginas de citas: fueron algunas de las situaciones que describió la víctima, cometidas mientras el atacante tenía restricción de acercamiento. El caso Melisa derivó en la primera movilización para prevenir femicidios de la Argentina. La gestaron desde el espacio de género Vivas Reaccionamos y se materializó el 18 de agosto de ese año frente a los Tribunales provinciales, para visibilizar la inacción del Estado. A los 10 días, la víctima iba en su auto cerca del parque Urquiza cuando el ahora convicto le tiró un vehículo encima, la obligó a parar y aprovechó para tirarle piedras. Rivas fue imputado el 3 de septiembre de 2020 y este jueves un tribunal lo condenó a 6 años de prisión de cumplimiento efectivo como autor de amenazas coactivas y por desobedecer 61 veces una prohibición de acercamiento, en un contexto de violencia de género. Los jueces lo absolvieron por solamente un hecho, de amenazas coactivas, al término del juicio oral, en el que la fiscal María Teresa Granato había pedido 7 años y 4 meses de prisión, y la querella, en representación de la víctima, 10 años de cárcel.
El tribunal que llevó adelante el juicio oral estuvo integrado por los jueces Rafael Coria, Gonzalo López Quintana e Irma Bilotta; en el debate, tanto la querella como la fiscal Granato dieron cuenta de las pruebas contra Rivas por las amenazas coactivas y las 61 violaciones de acercamiento que llevó a cabo con una excusa recurrente: no aceptaba que la víctima hubiera decidido poner fin a la relación.
Agredir para no dejar vivir
El objetivo del agresor fue hostigar de tal forma a su ex, como para que no tuviera tranquilidad; y se aprovechó del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio por la pandemia de covid-19: eran actos que a simple vista alguien podía interpretar que no era un acto típico, o sea que podía no entrar en una calificación penal, pero que sumados podían quebrar el bienestar físico y mental de cualquier persona.
La Fiscalía enumeró en su acusación que en la noche del 6 julio de 2020 Rivas se presentó en la casa de la víctima, bajó la llave térmica de su departamento y le arrojó piedras contra la ventana de su habitación. Como no obtuvo respuesta, y lejos de parar, le escribió agravios en la tapa de la caja de luz. El 19 de julio fue dos veces por la medianoche: en una le cortó la luz y en la otra volvió a los piedrazos contra la ventana.
El acoso siguió y una vez Melisa tuvo que refugiarse en la casa de una allegada, debido a que un vecino le avisó que no regresara a su vivienda porque Rivas estaba en la puerta. Ese día, el violento esperó que la joven regresara y tocó insistentemente el portero para que descendiera. Como la víctima no le hizo caso, la llamó 60 veces. La joven ya había hecho una presentación, tras la cual el Tribunal Colegiado de Familia (TCF) ordenó, el 16 de julio de 2020, que Rivas no se acercara a un radio de 200 metros, describió la fiscal.
La muchacha hizo público su pedido de ayuda el 28 de julio siguiente, cuando recibió el apoyo de miles de usuarios de Facebook y del movimiento Vivas Reaccionamos –que nuclea a organizaciones de género, sociales y las socias y socios de los clubes Cóndor y Juventud Unida–, quienes la acompañaron mientras era asesorada en el Centro de Asistencia Judicial (CAJ).
El 9 de agosto, Rivas fue otra vez a la casa de la víctima, como también el 17, un día antes de que Vivas Reaccionamos llevara adelante la primera movilización en la Argentina para prevenir femicidios en el frente de los Tribunales provinciales, de avenida Pellegrini y Balcarce.
En esa manifestación reclamaron que la Justicia le entregara a la víctima el botón de pánico que esperaba desde hacía un mes, que acelerara los tiempos de actuación y que considerara a la violencia de género como un delito autónomo.
Desesperado pedido de ayuda se hizo viral y desencadenó una manifestación para prevenir femicidios
El apoyo a Melisa no hizo mella en el violento, quien el 21 y 22 de agosto estuvo frente al domicilio de la víctima: ambas veces tocó timbre hasta que se cansó y le tiró piedras.
El 25 de agosto, pasadas las 21, regresó y se colgó del portero. Se fue cuando vio a un patrullero de la Policía, pero a las pocas horas empezó a molestarla con la bocina de su moto. Al día siguiente le mandó ocho mensajes de texto (que surgieron del análisis del celular del agresor); también la llamó 38 veces, y le mandó otro mensaje el 27 de agosto.
Rivas retomó y acrecentó su raíd de violencia el 28 de agosto cuando, a las 20.15, la víctima transitaba en un auto por avenida Belgrano y avenida Pellegrini, y éste la interceptó en otro vehículo y la encerró hasta obligarla a detenerse en la banquina. Comenzó a tirarle piedras y lo que encontrara contra su auto. Luego se retiró.
El 2 de septiembre, Rivas fue detenido en un allanamiento a su casa de Pasco al 3900, y al día siguiente la fiscal Granato lo imputó; quedó en prisión preventiva por 60 días, aunque en esa oportunidad no fue imputado por violar el aislamiento obligatorio y los voceros judiciales no informaron si contaba con algún permiso especial. En esa jornada, el movimiento Vivas Reaccionamos volvió a manifestarse, para que además de ser acusado formalmente, no quedara libre.
Caso Melisa: preso por violar 4 veces prohibición de acercamiento y amenazar 7 veces a la víctima
El 24 de septiembre, Rivas consiguió un celular y volvió a amenazar a la víctima; fue la detallada descripción de los delitos que marcaron voceros del Ministerio Público de la Acusación (MPA) en relación con los alegatos que llevaron a la fiscal a pedir la pena de 7 años y 4 meses de cárcel para el acusado, quien finalmente recibió 6 años de prisión efectiva por parte de los jueces de primera instancia.