Un hombre fue condenado este jueves a prisión perpetua por asesinar de ocho mazazos en la cabeza a su pareja María Esperanza Fernández mientras dormía, femicidio cometido en mayo de 2020 en la ciudad bonaerense de San Pedro.
Se trata de Roberto Ramón Romero (46), quien fue hallado culpable por el Tribunal Oral Criminal 2 de San Nicolás, integrado por María Elena Baquedano, Alejandro Gabriel López y María Belén Ocariz, según informaron fuentes judiciales.
En un fallo unánime, el tribunal consideró a Romero autor penalmente responsable del delito «homicidio triplemente agravado por la relación de convivencia, por ensañamiento y por mediar violencia de género».
La lectura de la sentencia se llevó a cabo durante una hora y media, en una audiencia presencial, aunque el ahora condenado la siguió vía remota desde la Unidad Penal 3 de San Nicolás, en la que está preso.
Al conocer la pena, los familiares de la víctima presentes en el recinto estallaron en aplausos y llanto, visiblemente conmovidos.
La sentencia dictada por el tribunal coincidió con lo solicitado la semana pasada por la fiscal de juicio, Viviana Ramos.
Por su parte, la defensa había pedido que el acusado sea declarado inimputable por presentar un trastorno mental transitorio al momento del hecho, lo que fue descartado por los jueces.
En la primera jornada de debate declararon las dos hijas de María Esperanza (43), su abuela materna, su pareja, peritos, policías y médicos, entre otros testigos.
«Vos sabés bien lo que hiciste», le dijo una de las hijas a Romero al verlo a la cara cuando pasó a declarar, ante lo cual, el hombre respondió entre lágrimas: «Sí, yo sé lo que hice», y agachó la cabeza mirando al piso.
El femicidio de Fernández fue descubierto por la menor de sus dos hijas la mañana del domingo 3 de mayo del 2020 en la casa ubicada en San Lorenzo al 3000 de San Pedro, donde la víctima y Romero convivían desde hacía 15 años.
La joven tuvo que ingresar a la vivienda por una ventana y halló el cadáver de su madre con la cara tapada con almohadas, envuelto en una frazada.
La víctima presentaba visibles golpes en la cabeza aplicados con un elemento contundente compatible con una maza de albañil ensangrentada que fue hallada en la escena.
La autopsia determinó luego que la víctima fue asesinada mientras dormía y presentaba ocho golpes en el cráneo, con politraumatismos y hemorragia interna, como causa de la muerte.
Por su parte, Romero escapó antes del hallazgo del cuerpo, junto al que los pesquisas encontraron dos notas aparentemente escritas por él, que daban cuenta de un supuesto vínculo que mantenía con la mayor de las hijas de su pareja.
Inicialmente los investigadores pensaron que esa joven podía estar vinculada al ataque de su madre ya que, además, el ahora condenado envió un audio a familiares en el que le atribuía el crimen y aseguraba tener una relación sentimental consentida con ella.
Sin embargo, esa circunstancia quedó descartada cuando se profundizaron algunas líneas de investigación.
Finalmente, Romero fue detenido por policías seis días después del femicidio en la casa de un tío suyo, quien lo delató y llamó al 911 cuando su sobrino se presentó en el lugar luego de haber permanecido escondido en una zona de matorrales.
Mientras el hombre estuvo prófugo, la hija mayor de la víctima –que no vivía con ella–, denunció a Romero por abuso sexual, por lo que se inició una causa penal paralela que también deberá afrontar en otro juicio oral.
A partir de esa denuncia, la investigación por el femicidio se orientó hacia una venganza cometida por el atacante contra la hija mayor de su pareja, de quien se sospecha que abusaba sexualmente desde que era una niña y que esa situación continuó durante 13 años hasta el momento del crimen de Fernández como un hecho conocido por la familia y nunca denunciado por nadie.
La Fiscalía tuvo como hipótesis que el detonante del femicidio fue una reunión familiar que estaba prevista para desarrollarse en esos días, en la que se iba a definir la denuncia que la joven iba a hacer contra Romero.