El multifacético Sebastiano De Filippi es investigador, antropólogo, escritor y sociólogo “part time” aunque “músico de tiempo completo”, tal como se define. Profesión de vasta trayectoria y en la que es mundialmente reconocido. Se recibió con honores en la Real Academia de Música de Londres y actualmente dirige la Orquesta de Cámara del Congreso Nacional, cargo para el que concursó y fue elegido entre más de setenta postulantes. Pero sus inquietudes lo llevaron más allá y comenzó un trabajo de investigación junto con el historiador Fernando Soto Roland sobre la historia de los comechingones, que derivó en el libro “Los señores del Uritorco”.
Tiempo antes, De Filippi plasmó en otro libro, “La ciudad de la llama azul”, una historia a la que consideró “fascinante”: la vida de Ángel Acoglanis, un personaje que durante décadas aseguró ser griego, médico y que se había iniciado en el Tíbet como guía y maestro sanador. Lo único y en apariencia real es que fundó el culto Encuentro de Remanentes del Kosmos Sideral –Erks-, que cooptó a miles de seguidores en los albores de los 70. Esa formación fue el puntapié inicial para ese entorno esotérico que envuelve desde entonces al Cerro Uritorco.
Horas antes de su paso por el Café Ufológico Rosario, este sábado a las 16.30 en San Luis 2585, el director dialogó con El Ciudadano sobre los oscuros entramados cernidos sobre Acoglanis, para algunos un impostor y, para otros, un sanador y guía asesinado de un disparo por su mejor amigo y socio en abril de1989.
—¿Cómo te acercaste a la cultura de los comechingones y la producción del libro La ciudad de la llama azul?
—Después de ser músico de tiempo completo, deviene la tarea de los estudios antropológicos, históricos y sociológicos. Soy un científico social de fin de semana, digamos. También conozco la zona del Uritorco por extensas experiencias personales desde que soy niño. Mi abuela materna en las últimas décadas de su vida se radicó allí y, de alguna manera, la combinación de estos dos factores hizo que surgiera esta veta investigativa y literaria sobre lo temas que tienen que ver con Capilla del Monte, que empezó con estos dos libros y que va a seguir con algunos más, además de varios artículos, sobre todo de divulgación que estoy publicando tanto aquí como en España, en Italia y Estados Unidos. En Estados Unidos sí hay uno académico que está por salir en una publicación de Ciencias Sociales universitaria.
—¿Como surge La ciudad de la llama azul y quien fue Acoglanis?
—Surge en torno a este rosarino, una persona extraordinaria. Primero por la vida que tuvo, que es digna de una película. Segundo por la vida que se inventó, que es otra película. La persona por la que él se hizo pasar.
—¿Era griego, como él mismo decía?
—¡No! No era griego. Decía que era griego y era argentino. Decía que era médico y no había terminado la secundaria, decía que había sido iniciado en el Tíbet y nunca se había tomado un avión prácticamente. Pero su vida real no es menos novelada que la que se inventó porque fue el fundador de lo que terminaría siendo una religión que es el culto de Erks. A partir de 1983, empieza con esta actividad que podríamos llamar mística y que se desarrolla en forma insospechada. Inclusive, luego de su muerte, se está configurando como un culto seudo, neo o pararreligioso.
—¿Tomás una postura crítica en el libro sobre el tema?
—No. Es un libro fáctico, neutral. Es un libro que por primera vez establece los hechos reales de la vida de este hombre, lo que nunca se había logrado. Ni siquiera sus más íntimos amigos, colaboradores y parientes conocían la vida real de Acoglanis. Era una especie de sombra. El libro reconstruye su existencia verídica. El resultado puede parecer crítico porque nos cercioramos de una cantidad de actitudes extrañas y mentiras pertinaces, con lo cual no queda en la mejor de las luces, pero no porque uno lo juzgue, sino, simplemente, porque el lector promedio ante estos hechos no queda en una posición neutral.
—Como investigador te inmiscuiste en este culto ¿En el Uritorco actualmente se sigue profesando?
—Está en pleno desarrollo, en plena cocreación, en el sentido de que es un proceso sumamente dinámico. Cada gurú, cada maestro o cada guía va modificando o agregando según su entender y también según su grado de honestidad, en el sentido de que hay quienes lucran con esto y son meros estafadores. Hay quienes creen y están convencidos de que es cierto y no lucran y también hay una serie de grises de gente que cree y que al mismo tiempo vive de esto. Así que es algo que está en pleno desarrollo y que vengo estudiando desde hace más de veinticinco años.
—A Acoglianis lo asesina su socio. El homicida era hermano de quien tuvo vínculos cercanos con Juan Domingo Perón en su última etapa.
—Quien lo mató era su socio y mejor amigo y además hermano de Jorge Antonio, financisa de Perón durante su exilio en Puerta de Hierro.
—¿Eso tiene algo que ver con esa mística que se generó?
—Tiene todo que ver. Es una historia en la que el misticismo, la política y los asuntos de polleras, por así decirlo, se mezclan en un mix que realmente es único. Es una historia que si bien yo mismo recopilé, no dejan de sorprenderme estos elementos de esoterismo, mujeres y política que se mezclan de forma absolutamente sorprendente.
—¿Cómo conviven tu carrera como músico, los estudios antropológicos y la sociología?
—Conviven muy bien, entre otras cosas. Soy una persona curiosa que a lo largo de mi vida fui manteniendo quizás el eje de la música, pero ampliando otros intereses y tratando de complementarlos. Tengo una actividad como escritor en el ámbito musical, académico y docente en donde ya tengo investigaciones de escritura y publicaciones y eso es lo que me acerca más a la investigación y a la escritura en otros ámbitos extramusicales. Esta saga con el culto Erks y de Agolanis tiene una relación importante porque la actividad a través de la cual él decía hacer contacto con las entidades era el canto.
—¿Qué otros componentes podes agregar sobre Agolanis?
—Un personaje extraordinario, con una personalidad magnífica, con un carisma increíble y con una capacidad objetivamente comprobada de sanación de origen un tanto misterioso, porque como decía antes, su formación no llegó a terminar la escuela secundaria. Una persona que, siendo de origen sumamente humilde en lo socioeconómico y cultural, se sentó a la mesa con presidentes, ministros, generales, personas de las altas finanzas y de las familias más prestigiosas de Argentina y de otros países de Latinoamérica de quienes fue amigo y también “médico”, al punto tal que Alfredo Stroessner -dictador, militar, político paraguayo- le mandaba su avión particular para que viajara a Asunción y atendiera a su familia. Estamos hablando de un personaje de este nivel de extrañeza, por así decirlo.
—El cerro Uritorco convoca en la actualidad a gente de clase media, jóvenes universitarios, con cierto nivel de instrucción. Como antropólogo y sociólogo, ¿se puede hacer un análisis de por qué ocurre este fenómeno?
—En este contexto un poco breve, la respuesta podría herir susceptibilidades, pero sí, hay un perfil. Hay una cosa que es indudable y es una pregnancia cada vez menor a las religiones mayoritarias como el catolicismo en la Argentina y América Latina, que ha ido perdiendo tanto en intensidad como en calidad interés por parte de los feligreses. Quizás porque no han sabido adaptarse y ser lo suficientemente atractivas.
—De hecho a finales de los 80 y principios de los 90 surgió con un fervor intenso el Pentecostalismo en América Latina.
—Esta sangria de la Iglesia Católica se va, por un lado, hacia los cultos evangélicos que es una especie de cristianismo más vivido, más cercano y más participante. Y la otra parte se va a este tipo de cuasi culto en donde ya, en vez de tener esta mitología de Dios, santos y beatos, hay extraterrestres, intraterrenos y demás. Creo que va por ese lado el tema.
Café de ovnis con el autor del libro sobre el Uritorco y los comechingones