El crimen de Tránsito Argentino González, de 69 años, cometido el lunes por la mañana, resonó y generó conmoción en los vecinos de barrio Moderno. Un ladrón rompió la puerta de su casa, donde también funciona un modesta despensa, entró y amenazó a uno de sus familiares con un arma de fuego para exigirle dinero. La víctima intentó resguardar a los suyos y recibió un disparo de grueso calibre. El asaltante se llevó un celular tras arrebatarle la vida a Tránsito. Un joven fue detenido horas después en una vivienda ubicada a poco menos de 100 metros del lugar del crimen. También marchó presa su pareja. El sospechoso fue imputado este jueves por homicidio criminis causa, robo calificado y portación de arma de fuego por la fiscal Marisol Fabbro, mientras que la mujer afrontó una acusación de encubrimiento agravado del homicidio de Tránsito y por ánimo de lucro.
Eran pasadas las 5 del lunes 8 de junio cuando los hijos de Tránsito se fueron a trabajar. Cerca de las 6, un atacante rompió la puerta de ingreso a la casa de la víctima, ubicada en Felipe Moré al 3900 y entró armado. Se dirigió hasta uno de los dormitorios donde le exigió dinero a una mujer que estaba durmiendo. Tránsito se fue hacia otro dormitorio y fuentes policiales contaron que intentó defenderse con un viejo revolver calibre 22, que no llegó a usar.
Según la imputación de la Fiscalía cuando Tránsito intentó salir del cuarto, el agresor le disparó en dos oportunidades con un pistola calibre 11.25. Uno de esos balazos impactó en el tórax de la víctima, quien murió en el lugar. Según fuentes policiales su cuerpo quedo trabando la puerta del dormitorio y debajo de él encontraron el viejo revolver con el que intentó defender a su familia.
Detención
El ladrón luego sindicado como Sebastián Fernándo B., de 26 años, se llevó el celular de la pareja de Tránsito y huyó. Por la tarde, el sospechoso fue detenido en una casa ubicada en Felipe Moré y Presidente Quintana. Allí también arrestaron a Yanina Paola L., de 32.
Este jueves ambos fueron sometidos a una audiencia imputativa. La fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos Marisol Fabbro les achacó a Sebastián B. el delito de homicidio criminis causa (es decir es decir cometer un asesinato para procurarse la impunidad en otro delito), robo calificado por el uso de arma de fuego con aptitud para disparo y portación ilegítima de arma de guerra y a Yanina L. encubrimiento agravado por el hecho precedente y por ánimo de lucro.
Para la fiscal la mujer se presentó en una casa de Cerrillo al 3600 y le ofreció a la madre de Sebastián B. venderle el celular robado en la casa de Tránsito.
Tras la imputación y el pedido de prisión preventiva, el juez Alejandro Negroni resolvió dictar una medida cautelar de encierro para ambos. Para el hombre por el plazo de ley mientras que para su pareja por el plazo de tres meses.
El Moderno que ya no es
El crimen de Tránsito causó conmoción en un barrio que supo atesorar familias dedicadas al cuidado de quintas de cultivos y proyectar un espacio de desarrollo para trabajadores de medios y bajos recursos que echaron raíces en un lugar.
En los 80, a barrio Moderno llegó el asfalto y el agua, la forestación de sus veredas, las columnas de luminarias públicas, la sala de asistencia médica entre más infraestructura urbana. Con el paso de las décadas, hubo un reordenamiento urbanístico que hizo que lo rodearan otros barrios. En esta nueva organización, la presencia del Estado sólo se plasmó en la migración interna de vecinos, quienes fueron trasladados luego de que abrieran calles en otros lugares, lo que hizo que Moderno aumentara el flujo de personas que lo transitaban.
Este cambio y las sucesivas crisis económicas hizo que barrio Moderno cambiara su fisonomía y sus costumbres. “La gente ya no se conoce y no tiene arraigo”, contaron algunos de los residentes históricos. A ello se le sumó el retroceso del Estado en el territorio, lo que acrecentó la inseguridad y el desembarco del narcomenudeo que afectó a muchos pibes y pibas.
Todas estas circunstancias se tradujeron en un panorama desolador para una barriada que supo disfrutar del mate en la vereda, de las puertas sin llaves, de la vuelta a la manzana en bicicleta para los niños y niñas, de la gauchada mutua entre vecinos y los festejos barriales que mancomunaban a los residentes, como el Carnaval, cuando no había edad para recibir una bombucha voladora, el del Día del Niño para la pibada o las enormes mesas en las veredas de la cuadra donde todos tenían un lugar para despedir el año.
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