Nelson Leonel Espinoza estaba tomando una cerveza junto con tres amigos en su casa de La Paz al 5000. Fue en ese lugar que este lunes a la madrugada motociclistas le dispararon al menos dos veces para luego escapar entre los pasillos precarios de Villa Pororó. Espinoza tenía 19 años y murió en el Heca. El asesinato ocurrió en la zona en que la semana pasada ejecutaron a otro joven de la misma edad, Pili Sosa. Ambos crímenes se suman a la desgraciada estadística de violencia letal que tiene como escenario las calles de los barrios de Rosario.
“Él estaba tomando una cerveza afuera de la casa de la madre, en la vía. Pasaron cuatro motos y empezaron a tirar tiros para todos lados. Había dos pibas y dos pibes sentados. A Nelson le pegaron un tiro en el pecho y en el cuello, y al amigo los perdigones le cayeron en la espalda. Eso es lo que sé. Lo llevó la patrulla; al principio no querían hacerlo pero después lo llevaron”, contó un allegado mientras observaba los alrededores, como asegurándose de estar libre de miradas furtivas.
Espinoza quedó tendido al borde de la muerte a metros de una cuneta en Felipe Moré y La Paz. De acuerdo con la información oficial, a las 4.40 ingresó al Heca luego de ser cargado en la parte de atrás de una patrulla. “Trabajaba lavando autos en un lavadero por Pellegrini, un laburo que le gustaba”, fue lo poco que atinaron a contar quienes conocían a este chico de 19 años asesinado en la puerta de su casa.
El sector conocido como Villa Pororó es aledaño a Villa Banana. Tiempo atrás, antes de la edificación del Distrito Oeste, no había una distinción. La Pororó está comprendida por avenida Perón hacia el lado norte, Felipe Moré, las vías y Cerrito. Allí vivía Espinoza junto con su abuela, a quien llamaba madre, que lo crió desde que era un bebé.
“Te soy sincero, escuché como cuatro disparos a eso de las 3 de la mañana cuando tenía que salir a trabajar. Pero me quedé adentro, por las dudas. Hay muchos pibes por acá, de nombre no lo conozco”, contó un habitante que junto a un grupo de vecinos charlaba a metros del manchón de sangre, en un lugar donde el barro generado por la lluvia de la semana pasada resiste a secarse. “Acá tiran sin que le importe nada. Son armas 38 y 9 mm que pueden pasar por los ladrillos y las chapas y pegarles a cualquiera, a las criaturas”, terció un barrendero conocedor de la zona, mientras que otro vecino demandó a este cronista una aclaración: “Acá el 90 por ciento es gente buena, trabajadora”.
A dos cuadras, otro crimen
El miércoles pasado en Ocampo y Felipe Moré asesinaron a Mario Ezequiel “Pili” Sosa, de la misma edad que Espinoza, en un hecho que en un principio las fuentes policiales vincularon a una disputa por el narcomenudeo, aunque la versión fue luego desmentida por la organización Causa. “No tenía nada que ver con el tema del narcotráfico”, dijeron militantes de la barriada, para agregar que la hipótesis que sostienen por el crimen se mantiene en reserva para no entorpecer la investigación. “Cerca del lugar, por Felipe Moré, hay una calle muerta en cuya punta hay un búnker, por eso circuló la versión de que a Pili lo mataron dos sicarios vinculados con la droga. Es una zona de mucho conflicto, siempre ha habido quilombo y muerte”, dijo un conocedor del barrio. Otro testimonio avaló la existencia del búnker, aunque dijo desconocer “si estaban vendiendo”.
Datos
“Aproximadamente a las 6 se da aviso al fiscal en turno Ademar Bianchini del fallecimiento de la víctima. Se ordenó al gabinete criminalístico de PDI para levantamiento de rastros, planimetría, fotografía, croquis y toma de posibles testimonios. Por el momento no se hallaron rastros ni testimonios que aportaran datos de posible identidad de autor/es o motivación”, es la escueta información que se conoció en forma oficial sobre el asesinato de Espinoza. Sin embargo, vecinos aclararon que por la zona no se vio móvil alguno de la Policía de Investigaciones y que los únicos efectivos presentes en el lugar fueron del Comando Radioeléctrico.