Veo a dos personas en la vereda del local, me acerco y les digo: ¡Buen día!
–Buen día, somos inspectores.
–Qué bien, díganme.
–Te vamos a labrar un acta porque estás usando el espacio público.
–¿Cómo?
–Sí, tenés esos pizarrones y esas cosas.
–Las entro si te molestan.
–Es que ahora ya está.
–¿Vos me querés cobrar por sacar unos pizarrones viejos a la vereda?
–Sí. Aparte tenés pintado ahí.
–¿Vos decís el nombre «General Ramos» que está pintado en la pared de mi local que se llama «General Ramos»?
–Sí, aparte sabemos que sacás unas mesitas a veces.
–¿Vos me querés decir que yo hice la vereda nueva, para poder sacar unas mesitas y ahora vos me querés cobrar por eso?
–Sí.
–¿Vos me querés decir que yo gasté un montón de plata en arreglar la vereda que antes estaba toda rota, la gente pasaba, se caía y se lastimaba, para que ahora el municipio me suba los impuestos que pago todos los meses?
–Y, sí.
–Bueno, te pido disculpas a vos y a toda la comunidad bermudense por hacer «uso del dominio público» con mis 4 pizarrones y mil disculpas por hacer la vereda nueva que la utilizan todos los vecinos. Ojalá esos impuestos se vean reflejados en seguridad, educación, cultura, iluminación, forestación, etc. Los felicito por su trabajo. ¡Que tengan buenos días!
Este diálogo no forma parte de ningún guionista de ficción. Sucedió en la cotidianidad de Capitán Bermúdez, cuando al propietario de General Ramos, la tienda de antigüedades, venta de libros, discos y juguetes situada enfrente de Fábrica Militar, lo sorprendieron dos inspectores municipales.
«Me labraron un acta por tener pizarrones en la vereda y utilizar el «espacio de dominio público». Se nota que vender libros, discos y juguetes molesta y como no quiero problemas y me gusta trabajar tranquilo, decidí cambiar las consignas por «actividades» que pasan más desapercibidas en la ciudad», publicó Matías, titular del local, en la fanpage de General Ramos.
Luego de que los agentes municipales le labraran el acta, Matías esgrimió una sarcástica medida de protesta. En las mencionadas pizarras, describió «las actividades que pasan desapercibidas en la ciudad» a la vista del gobierno de Capitán Bermúdez: «Falopa», «Fábrica contaminante», «Quiniela clandestina», «Trata de blanca», entre otras problemáticas socioeconómicas.
Después de canalizar la bronca desde el sarcasmo y la ironía, la historia continuó con Matías dirigiéndose a la Municipalidad para regularizar la cuestión. «Me cobran un poco más de impuestos para sacar cosas a la vereda. No hay ningún conflicto. Pasa que aproveché la situación para hacer humor y no todos lo pudieron tomar así», bajó los decibeles el propietario de General Ramos.