Después de deambular por varias Unidades Penitenciarias de la provincia de Santa Fe, Maximiliano vio a través de los barrotes como unos pocos reclusos practicaban rugby con un grupo de personas que venían de afuera. La pelota ovalada llamó mucho la atención de este joven que tenía 23 años y estaba detenido desde los 18. El primer contacto con el mundo ovalado fue duro, un deporte de contacto pero en el que no se puede responder con una agresión. “Por dentro pensaba ‘si yo aprendí otra cosa, que si pegan o me dicen algo o me quieren hacer algo, tengo que responder y ser más agresivo’, y todo eso me llamó mucho la atención”, dijo Maxi.
Maxi forma parte de Gladiadores, el equipo de rugby de la Fundación Tercer Tiempo, Rugby para la inclusión. “Llegué a la Fundación por unos amigos, habían empezado a practicar rugby en la Unidad Número 6, y yo andaba dando vueltas por varias unidades y terminé ahí. Los veía que iban a jugar, me contaron como era todo y que era el rugby, con un grupo de chicos que venían de afuera y enseñaban a jugar. En ese tiempo tenían una cancha chica entre dos pabellones, era un potrero, todo tierra”, expresó Maxi. Que antes de llegar a la Unidad N°6, paso por varias Penitenciarias, y en Coronda, sufrió una herida en un pulmón que casi le cuesta la vida.
“Fui la primera vez, me golpeé todo (risas), y dije ‘esto no es para mí’. Me volví al pabellón, después de unos días, fui de vuelta y así muchas veces. De a poco me fui involucrando con los chicos, me empezó a gustar mucho la disciplina, no sólo en lo deportivo. Veía que en esa hora y media casi dos, me podía descargar, muchas veces venía con miles de problemas, en ese tiempo que pasaba con los chicos jugando al rugby me olvidaba que estaba detenido, estaba tranquilo, disfrutaba, hacia deporte, y así me involucre del todo, esto fue en 2016”.
En tiempos en los que el rugby se encuentra bajo la lupa de toda una sociedad inquisitoria, tras el asesinato de Fernando Báez Sosa a manos de rugbiers de Zárate.
“Lo primero que me cambió el rugby fue que empecé a cambiar la forma de pensar, comencé a aprender cosas, estaban los chicos de la Fundación que me decían “si te tacklean, te levantas, y seguís, y si lastimas a alguien le das la mano”, así franco Maxi responde a las preguntas de El Hincha.
Por el tipo de delito que había cometido, no se le permitió salir y su presencia en el primer partido de Gladiadores no pudo ser. Pero tuvo su oportunidad y en el segundo dijo presente. “El estadio, fue un sueño, jugar en esa cancha que habían jugado un Mundial. A todos nos hizo un click jugar al rugby, el que sale de estar en cana, sale con una mano adelante y la otra atrás, sale sin nada, nosotros tenemos a este grupo de chicos que nos apoyan, que nos respaldan, y está muy bueno, porque entre todos nos tratamos de ayudar. Nosotros estando detenidos decíamos ‘esto no es un equipo, esto es una familia’, al principio pensaba ‘¿Una familia con estos locos’?, durante las prácticas muy duras en lo físico pero en el tercer tiempo todos juntos. Y ver que pase eso en un cárcel es impresionante”, dijo Maxi.
En abril de 2019, a la Fundación le aprobaron los proyectos de talleres de oficios para capacitar a los internos, Maxi no pudo estar pero participo de otros proyectos. “Si vos los dejas a los pibes ahí adentro sin hacer nada, solo piensan en tumbear, están siempre con problemas, pero cuando te sacan del pabellón para hacer algo, ahí ya te cambia la manera de pensar; porque ahí adentro hay gente buena y mala, ahí adentro aprende más de lo que es el delito que afuera. Vos si los sacas a los pibes de la escuela de los chorros, y ahora a los pibes los meten en los talleres a aprender un oficio, se capacitan y el que quiere hace el click”, asevera.
Decir no, pedir ayuda, pensar en el otro, ser respetuoso, no fue de un día para el otro, fue todo un proceso que tuvo como principal motivación saber que no estaba solo, que hay muchas personas que están ahí para apoyar, para empujar, para lograr un objetivo, de eso se trata el rugby.
“Hoy en día soy otra persona, tengo dos hijas, y fue todo un tema, porque estuve ocho años detenido, y de un día para el otro, me sacaron de un lugar y me largaron afuera, pase un tiempo que mi cabeza no entendía nada, pensaba ‘¿qué hago ahora?, todo está cambiado’, fueron ocho años, y la Fundación fue un gran apoyo, me entienden, me ayudan con mis problemas, saben que cuando estoy mal, me acerco a los profesionales para un consejo o ayuda, soy un agradecido a la Fundación, porque si no me hubiera cruzado ni hubiese salido, porque estando adentro era un cachivache”, expresó Maxi.
Y además, agregó más sobre si situación familiar: “Recién ahora me estoy relacionando con mis hijas, una tiene ocho y la otra seis, casi nunca estuve con ellas. Estoy haciendo todo lo posible para recuperar el tiempo perdido y darles lo que esté a mi alcance, lo que pueda, y lo más importante es el afecto de padre, trato de estar presente”. .
“Mi mamá cuando me vio jugar me dijo ‘vos estás loco, te van a matar’, como soy flaco, y después cuando me vio jugar se tranquilizó”, sonríe por primera vez en la entrevista al hablar de sus seres queridos.
Sobre lo rugbístico Maxi dijo: “Juego de wing, miro a Jaguares y Los Pumas, me gusta y los veo siempre, pero si me preguntas los nombres me matas, soy malísimo con eso. Salí en libertad un jueves, después de estar ocho años detenido, y al otro día había entrenamiento en el 7 de Septiembre, y me fui para allá, fui a entrenar porque lo necesitaba. Fue difícil el trayecto de salir, tuve pocas salidas transitorias”.. Aunque está obligado a realizar terapia psicológica, Maxi reconoce que necesita esa ayuda y que es vital para poder continuar con su reinserción social: “si no supiera que me ayuda, no hubiese ido más, antes no me importaba nada. Al otro día que me dieron la libertad quería estar ahí”.
“Me gusta entrenar, tengo mis días, estuve trabajando como cadete, y los tiempos se complican, pero voy siempre, hay semanas que voy a las tres prácticas, pero sino mínimo dos, trato de estar, de acomodar los tiempos, es difícil el tema del laburo”, dijo el wing de Gladiadores, que tiene la rutina del equipo como ley: Lunes gimnasio, Martes práctica y entrevista personal con el psicólogo, y viernes práctica y charla grupal.
Desde la fundación se refirieron sobre la situación de los ex internos: “Les cuesta sostener, por el tema del laburo y la familia, pero van y vienen, ahora cuando hay partido están todos”.
Adentro la adaptación al rugby y sus responsabilidades es de alto porcentaje, afueras es más complicado, porque los chicos tienen que lidiar con la complicada situación de conseguir empleo y además ir a entrenar al Barrio 7 de Septiembre, no es fácil llegar.
“El encuentro con el psicólogo y después entrenar y quedo nuevito”, otras de las cosas que Maxi aprendió del rugby fue pedir ayuda, saber que cuenta con apoyo, como cuando está adentro de la cancha, sin apoyo al rugby no se puede jugar.
“Hice las cosas mal, si me hubiera perdonado no estaría acá, lo que carcome la cabeza es la familia de la persona a la que lastime, sé que alguien día… todo esto lo habló siempre con los psicólogos”, se sincera Maxi, reconociendo su error, asumiendo su responsabilidad y reconoce que el rugby lo cambió para bien, que la ovalada le dio una segunda oportunidad. “El Maxi de los 18 años no hubiese ido a jugar al rugby”. Ese Maxi tenía marcas de la vida que lo alejaban del camino que hoy transita, no le importaba nada, tenía dos destinos o caía en las calles muerto o iba detenido. “Era yo y nadie más, en el barrio era yo hasta que me choque contra una pared. Fue todo un proceso, y gracias a Dios estoy acá”.