Ganó Newell’s. Y las explicaciones de la victoria no sobran. Tener una idea y algo de orden, no entregarse nunca al resultado, el empuje de los pibes y un golazo del Miljevic. Tal vez por allí se pueden justificar los tres puntos tras ir en desventaja y revertirlo con un penal de Ramírez y un zapatazo impactante de Miljevic para un 2 a 1 que el hincha festejó con ganas. Y desde lo esotérico, lo inexplicable, la Lepra parece ser la kryptonita de Lanús, ya que de los últimos once partidos con el Granate, Newell’s triunfó en nueve, de no creer.
El partido fue pobre. Lleno de desorden e imprecisiones. Cuesta encontrar una figura. Marcelino Moreno en la visita, Salcedo en la Lepra. Sí hubo futbolistas decisivos para el resultado final. Y ahí está Juanchón García para ir a pelear una pelota perdida y el arquero Losada cometiendo penal por excederse en el salto y golpear con la rodilla la cabeza del nueve rojinegro. También está Ramírez, que como todo goleador no tuvo miedo a agarrar la pelota a pesar de haber fallado los dos últimos penales que había ejecutado. Y le dio firme para iniciar la remontada. Ni hablar de Miljevic, quien diseñó un golazo al rematar de zurda a la carrera desde 30 metros para meter el balón en el ángulo y hacer explotar al Coloso.
Y ahí también aparece Lunari. Con un interinato que suma siete puntos sobre nueve y genera que el hincha ya pida que lo confirmen como DT oficial. Acomodó el equipo, le dio orden táctico e ideas, puso la dosis justa de pibes para inyectar energía. Y sobre todo, cambió el ánimo derrotista que sobrevolaba por el Parque. Por eso Newell’s ganó, porque creyó que podía hacerlo cuando el empate no era malo para nadie.
No le sobra mucho, por momentos algunos futbolistas leprosos se desafectaban del partido. Como si necesitaran un descanso. Eso que hace Messi, pero ninguno es Messi, eso está más que claro.
Defensivamente tampoco sobran seguridades. Por tercer partido consecutivo, Velázquez y Armando Méndez se mostraron frágiles en la marca, aunque el paraguayo al menos ganó alguna pelota de arriba. Salcedo, compensó con firmeza esa inestabilidad, y Martino no desentonó. Y Macagno tapó un gol hecho de Moreno y luego falló en un centro que debió ser gol si Bou no le erraba al arco.
Carabajal no pudo ser Banega. Nacho Méndez no estuvo ni cerca de ser el Pitbull. Y Lunari no dudó en cambiarlos en el entretiempo. Y en esos cambios entró Miljevic, que selló el partido con un zurdazo impactante, esos que son de otro partido.
Y así. El interinato de repente puso a la Lepra a tiro de la Sudamericana. Y un año que se veía pésimo, de pronto tiene un objetivo para ilusionarse. Y con este cambio de ánimo, todo es posible.