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Los 30 años de democracia y la “servidumbre voluntaria”



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Por Raúl Koffman.- ¿Se encuentra en la naturaleza humana la tendencia a someterse? Para responder hay que despojarse de prejuicios.

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Cuidado, tiene muchos años; se supone que fue escrito en 1548. Es antiguo, pero no tanto. Y es porque este autor se pregunta algo muy actual: ¿por qué pueblos enteros se someten a los tiranos? El texto tiene 465 años y el autor (en el momento en que lo escribe), no más de 17. Alguien que padece la realidad que lo rodea y al que le duele pensar lo que lo rodea. El título es realmente atractivo: “Discurso sobre la servidumbre voluntaria o el Contra Uno”. El momento en que fue escrito: Francia siglo XVI, los comienzos de lo que desembocará en la llamada Revolución Francesa (fin de los reyes y de los dueños únicos del poder). Su lectura de apoyo: la literatura sobre la historia de la antigua Grecia y Roma.

Más aún: distingue tres clases de tiranos, “unos adquieren el poder por elección popular; otros por la fuerza de las armas, y los más por sucesión hereditaria”.

El autor desde el principio reivindica la libertad como bien supremo para después tratar de explicar cómo se la pierde: “¿Qué fatalidad pues ha podido desnaturalizar al hombre, único nacido para vivir libremente, hasta el punto de borrarle de la memoria la dignidad de su ser primitivo y el deseo de recobrarlo?”. Para esto, para explicar la “tendencia a la servidumbre voluntaria” (lo que hoy llamamos “sometimiento”), aporta algunas ideas. Algunas muy inocentes y románticas (“¿acaso no se consigue la libertad con sólo desearla?”, dice en su obra); y otras lúcidas.

Los aportes

Este autor, por su corta edad, posiblemente no conocía textos que trataban el mismo tema escritos en su época. Sabemos que hoy el tema fue mucho más estudiado por experiencias transcurridas a lo largo del globo en el siglo XX. Y sabemos también que las formas de presentación de las tiranías de hoy son mucho más amables y marketineras.

Pero volviendo al autor y a aquellos años, y revisando muy sintéticamente sus aportes, afirma lo siguiente:

1. Existiría una tendencia a la servidumbre. Como para pensarlo, y

2. sugiere también la existencia de una organización típica responsable del sostenimiento de la opresión muy sociológico pero también muy psicológico.

La tendencia a la servidumbre tiene para el autor explicaciones diferentes:

a) por “agradecimiento de los favores recibidos”, las personas tiene conductas de renuncia.

b) “Las personas nacen para servir y son educados como para servir”.

c) Utilizando un “recurso maquiavélico”, que es “embrutecer a sus súbditos (acobardarlos y envilecerlos)”.

d) A través del “engañar con finura al pueblo con frases lisonjeras de bien común y felicidad pública; halagándolos” finalmente.

e) Apoyándose en la religión para aparecer como elegidos o milagrosos: “tomar prestada alguna muestra de divinidad para el mantenimiento de su malvada vida”.

Recursos no desconocidos para ninguno de los lectores.

2. Para este joven autor, un tirano necesita seis personas que lo acompañen y que lo adulen. Esas seis necesitan y reclutan 600 para cumplir con sus objetivos. Y esos 600 de otros 6.000 que los sostengan.

“Sin complicidades, esto no es posible”, dice. Y donde todos son opresores y oprimidos al mismo tiempo.

Una estructura cerrada, en la que las traiciones no se perdonan. Actual, tan actual.

¿Está en la naturaleza humana la tendencia a someterse? Pregunta que para responderla hay que despojarse de prejuicios. Porque rechazar los sometimientos no significa que esta tendencia no exista. Algunos dirían que la confirmaría.

La tendencia (si existe), ¿es creada por Madre Natura o por Madre Cultura? ¿O por ambas? Porque, y es sólo un ejemplo, los machos alfa existen en diferentes especies y nuestra cultura muchísimas veces lo aprueba y hasta exalta (los líderes y elegidos en el campo social y el “hombre verdadero” en las relaciones entre los sexos, por ejemplo). Y aquí no hay distinción de sexos ni de geografías.

Pero, cuando alguien le da crédito a otro lo convierte en creíble. Creencia y crédito van juntos. Se cree porque se da crédito a sus palabras y actitudes futuras. Entonces hoy reformularíamos la pregunta inicial en ¿cómo alguien es capaz de conceder tanto crédito y tanta credibilidad sabiendo el riesgo que supone conceder tanto poder? Porque dar crédito es dar poder. ¿O es una visión y actitud esquizofrénica, en la que se separa lo que va unido? Quien da crédito a alguien supone que ese alguien tendrá en cuenta las necesidades de quien le dio ese poder. Si no, no es crédito; es suicidio. Y si no es un suicidio, ¿no será que no es un acto para ser realizado con tanta ligereza y credibilidad?

Estamos nuevamente en el campo de las creencias, de las necesidades y suposiciones que necesitamos y suponemos que se harán reales. Un viejo aporte de Madre Natura a los humanos, de lo que algunos sacan provecho. Porque es cierto que lo que mata es lo que mantiene vivo; sin creer no se puede vivir, pero también es cierto que algunas creencias son mortales (o al menos, destructivas).

En un momento del texto el autor afirma que “la mayor parte de los tiranos antiguos fueron asesinados por sus mismos favoritos”. Mundo cruel y paranoico el mundo del poder, habitado por seres a los que se les da un voto de confianza que, luego, no tiene retorno.

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