Por Daniela Barreiro
En el reencuentro con un viejo amigo la emoción suele invadir cada instante, las remembranzas del pasado llenan cada hueco y aquellas vivencias que supieron sacar una sonrisa o una lágrima se hacen presentes y cobran vida. Así, los vestigios del paso del tiempo, esos “achaques” inevitables, desaparecen o se matizan con la alegría compartida. Ese fue el dialogo tácito que se dio el último lunes por la noche entre el dúo sueco Roxette y su público rosarino, una comunicación que no requirió de grandes puestas ni de fuegos artificiales sino que se valió de aquellas composiciones que supieron marcar una época.
Fue así que, como ocurrió en Buenos Aires (el 24 de abril en el Luna Park), los 90 se hicieron presentes. Llegó el momento en el que los rosarinos fueron los encargados de apretar el play del viejo walkman, de volver durante dos horas a la adolescencia, para saltar con los dos pies juntos al ritmo de “Ho do you do!” o recordar esas tardes de llanto por el amor perdido con “Spending my time” como banda sonora. Más de 6 mil personas colmaron el lunes por la noche el Salón Metropolitano del Alto Rosario Shopping para disfrutar del pop-rock del dúo integrado por Marie Fredriksson y Per Gessle quienes repasaron cada uno de los momentos de su carrera ante la efervescencia de un público que en su mayoría rondaba los 30 años.
El recital comenzó pasadas las 22 cuando, tanto el dúo como la banda que lo acompañó durante toda la noche, subieron al escenario y echaron leña a la ebullición del público de la mano de los enérgicos “Dress for success”, “Sleeping in my car” y “The big love”. En una austera escenografía que contaba con un buen despliegue de luces y una pantalla de fondo que viraba estilísticamente de acuerdo a los temas, Marie Fredriksson (quien aún se recupera de las secuelas de un tumor cerebral que le fue detectado en 2002) dejó fluir su hermosa voz y se mostró feliz apoyada vocalmente por la corista Dea Norberg, mientras que Per Gessle y Christoffer Lundquist fueron quienes pasaron al frente y no sólo brindaron un contundente espectáculo sonoro, valiéndose de sus guitarras, sino que también jugaron con el público, saltaron y recorrieron el espacio con gran energía y presencia escénica.
Como ocurre con la discografía de la agrupación sueca que lleva editados más de veinte discos, el show viró entre la euforia elegida para comenzar y el romanticismo que aportaron los recordados “Silver blue”, “Perfect day” y “Fading like a flowers”, entre otros, así como también estuvo presente su faceta más ligada al electro-pop con composiciones como “Strars”.
Entre otros grandes momentos del show, en el que pudo verse gran cantidad de globos, piñatas y pelotas plásticas “saltando” entre la gente, se destacó la llegada de las coreadas, pedidas y agradecidas “How do you do!” y “Dangerous”. Las canciones fueron presentadas a modo de enganchados y dieron paso a la presentación de la banda y a la interpretación, por parte del talentoso Lundquist, de algunos acordes de “De música ligera”, de Soda Stereo, con la que la formación recordó y homenajeó a Gustavo Cerati, algo que ya había sorprendido a los argentinos en el recital que brindaron en el porteño Luna Park.
La elegida para dar fin al recital y paso a los bises fue “Joyride”, una canción que forma parte y da nombre al disco que, lanzado en 1991, se trasformó en el más emblemático del pop de los 90.
Tras la obligada salida del escenario por parte de los músicos y los insistentes cánticos de la platea, el dúo sueco volvió para cerrar la noche con otros de los temas que no podían faltar. Así, entre los bises, se destacó la interpretación de los enérgicamente opuestos “Spending my time” y “The look”, este último, el tema con el que la agrupación, que comenzó su camino en 1986, consiguió fama internacional en 1989.