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Los abusos entre niños y su relación con la televisión

Sugieren que los padres presten mayor atención al bombardeo mediático, y dialogar más con sus hijos.

En la actualidad, el acceso a internet y la televisión por cable se hizo extensivo a casi todos los hogares, lo que posibilitó obtener información de todas partes del mundo, pero también abrió un abanico con inacabables pliegues de publicidad, programaciones y contenidos digitales que tienen a la sexualidad como punto de partida para vender o insertar sus productos en el mercado. En ese sentido, la encargada de la Comisaría de la Mujer, Mariel Arévalo, alertó a los padres y a toda la comunidad educativa sobre las desventajas y los peligros que trae la exposición de los niños a esta clase de contenidos audiovisuales con una elevada carga sexual. Según la responsable de la Comisaría de la Mujer cada vez son más los pequeños que desde muy temprana edad canalizan a través del juego con otros chicos prácticas sexuales o violentas que absorben del bombardeo mediático, las cuales, la mayoría de las veces, son reproducidas sin tener una idea del daño que pueden causar.

Arévalo explicó a El Ciudadano cómo actúa la dependencia ante las denuncias de abusos sexuales entre chiquitos de 8, 9 y 10 años, donde el menor es inimputable, y advierte que la mejor forma de prevenir estos casos desafortunados es mediante el diálogo. “Nosotros recibimos a muchos papás que vienen a la comisaría o van a la de su barrio a acusar a otro chiquito literalmente por abuso sexual, incluso en 2009 notamos un incremento bastante sustancial sobre estos reclamos. Entiendo que más allá de la inquietud de lo que significa como padres haberse enterado de que su hijo estuvo participando de prácticas sexuales, lo que nos llama la atención y nos invita al debate es por qué se preocupan de tal manera que la primera respuesta que buscan es en la Policía”, resaltó Arévalo.

En ese marco, la subcomisaria destacó que generalmente estos hechos se deberían resolver en instancias privadas, sobre una base de confianza y diálogo que permita a los niños sentirse contenidos y con las herramientas suficientes para poder afrontar estas situaciones.

Aunque aclaró que como oficiales de Justicia no pueden dejar de tomar la denuncia pero tampoco,  independientemente de la cuestión funcional, dejar de preocuparse.

Arévalo señaló que esta actitud se da generalmente por dos razones: “La primera se produce cuando los padres del pequeño no obtienen respuesta luego de ir a hablar con los papás de este otro chiquito que supuestamente fue el abusador o fue el que propició o inició estos juegos”.

Y otra de las motivaciones, donde sí se le presta más atención, es cuando las personas van directamente a la Justicia o a la Policía con la pretensión y con una idea precisa de cómo quieren que se resuelva a esto. “En algunos casos, hemos escuchado barbaridades, que lo manden al reformatorio –palabra que hace décadas que se dejó de usar– o si no, que lo metan en el Instituto de Rehabilitación de Adolescentes Rosario (Irar) hasta que cumpla 18 años, eso es lo inquietante”, reflexionó la mujer.

A su vez, la oficial recalcó que a pesar de que el abordaje que se hace desde la Comisaría de la Mujer no se implementa desde el punto de vista policial, igualmente se le informa al juez sobre la situación. “Obviamente, el magistrado va a obrar de acuerdo con la reforma de la ley, donde va a intervenir solamente en los casos en que los menores son punibles, no en estos casos”.

En ese sentido, la subcomisaria detalló que esta situación, donde la Comisaría de la Mujer interviene como un órgano integrador y no como un oficial de Justicia, ocurrirá cuando las denuncias abarquen a chicos de 9, 10 y 11 años, que es la franja etaria donde reciben mucha información y tienen que volcarla y no saben cómo; por lo que luego se suceden estos juegos.

Bombardeo de información.

«Todo necesita un proceso, con este tema pasa igual. Los chicos reciben un bombardeo de información de cuestiones sexuales y no tienen cómo canalizarla sino por medio del juego. Por esa razón, quiero remarcar que en estos casos, tiene que haber un trabajo de los padres. Yo estoy segura de que no se avasallan, ni se lesionan los derechos de los chicos cuando los padres ejercen un contralor –inclusive puede ser muy productivo para propiciar el diálogo o para afianzar el vínculo con tu hijo–”, enfatizó la funcionaria, quien comentó que es una opinión muy personal, que surge a través de la experiencia que le dan los cientos de casos tratados en la dependencia policial sobre este tema.

Por otro lado, Arévalo realizó un pedido muy particular a las instituciones escolares y demás establecimientos para que estas situaciones que se dan con frecuencia en el ciclo escolar se puedan abordar de la manera más integral posible.

“Si tenemos un chiquito con una situación en la escuela, por ejemplo, muchas veces la intervención de los maestros y directivos agravan la situación, porque no saben qué hacer. Casi siempre es una cuestión de falta de información. Entonces pasa que las autoridades escolares consideran que tienen la obligación de hacer actuaciones, sumarios y actas –siempre desde la buena voluntad– pero por cuestiones que hay que resolverlas de otra manera. Hay que tratarlas, insisto, con un abordaje interdisciplinario, desde la escuela, la familia y desde otras instituciones, y no solamente que el directivo haga una denuncia en la Policía”, demandó la responsable de la oficina de la Asistencia a la Víctima.

 Empezar a preocuparnos y a ocuparnos.

 Una de las cuestiones en que Mariel Arévalo puso más énfasis en todo su discurso residió en el hecho de que los padres deben tener cada vez un diálogo más franco y confiable sobre las actividades y las amistades que tienen sus hijos, porque según destacó “esas charlas son las que van a prevenir estas situaciones en un futuro”.

“Si los chicos están jugando –porque está dentro de lo que son nuestras facultades, pero no sólo porque están dentro de la ley o por una cuestión estrictamente de patria potestad, sino porque es lo que corresponde– nosotros como padres tenemos la obligación de tener un control sobre sus acciones”, dijo Arévalo.

“Es decir, si nos interesamos y conocemos cuáles son las actividades de nuestros hijos y sus amigos; el vínculo, a través de ese diálogo, se afianza. Los papás no pueden estar ajenos a qué clase de juegos tienen los chicos. Qué otras conductas tienen los niños que se juntan con ellos. Por ahí, no es excluyente que porque mi chiquito es vecino del chico de al lado, tenga que estar en la casa de éste, si tiene conductas totalmente diferentes a las que yo les quiero inculcar a mi hijo. A lo mejor, los papás de este chiquito no tienen la misma preocupación que tenemos nosotros con respecto al nuestro. Todas esas cosas hay que tenerlas en cuenta”, prosiguió.

Estas recomendaciones y consejos surgen desde la perspectiva de que muchas veces los padres de un menor que participó en algunas de estas prácticas sexuales no aceptan un abordaje interdisciplinario por parte de la Policía y sí exigen que el menor que en este caso fue el iniciador o el que la llevó a cabo sea encerrado.

“Desde el punto de vista policial o judicial es complicado porque hay que hacerle entender a los papás que ese chiquito no va a ir preso, primero porque lo dice la ley. Y segundo porque queremos explicarle desde el sano criterio que es algo que no corresponde, aunque su demanda es lógica porque están buscando una respuesta”, dijo.

“La idea es que desde la Policía estemos preparados, a partir de la vinculación que tenemos con otras instituciones, para poder abordar cada caso”, culminó Arévalo.

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