La producción agrícola, con el modelo imperante de uso intensivo de agroquímicos, enfrenta en el corto plazo un cuello de botella: el control de malezas con químicos va camino a ser ineficaz, además de comprometer al ambiente y la salud humana. En menos de una década, todos los herbicidas comerciales conocidos dejarán de ser efectivos, según la estimación del ingeniero agrónomo Carlos Papa, del Inta Oliveros. Hay dos salidas: crear nuevos productos más potentes con la misma lógica y ciclo de vida corto, o idear otras estrategias, más amigables con el entorno y más sustentables. En lo último trabaja un equipo de 22 especialistas del Centro de Malezas de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Unne (Universidad Nacional del Nordeste). Esos investigadores ya dieron los primeros pasos con el enfoque puesto en el estudio taxonómico y la bioecología de las malezas que afectan distintos cultivos.
Las malezas, para la producción agrícola tal como se la conoce en la actualidad, es casi mala palabra. Cualquier proyecto productivo agropecuario es inviable si no se cuenta con un plan estratégico que las controle, recuerda el portal Argentina Investiga. Lo que está en juego es la calidad de la producción y su rendimiento.
«La maleza es una planta que está en un lugar y momento no deseado y que compite con el cultivo utilizando mejores estrategias por nutrientes, agua y luz”, explica la ingeniera agrónoma Gabriela López, directora del Centro de Malezas de la Agrarias en la Unne.
Las grandes compañías impusieron, desde la década de 1980, un modelo a base de uso intensivo de químicos y manipulación genética de los cultivos para que sean resistentes a los herbicidas y plaguicidas. Este «remedio» es cuestionado desde hace años por sus efectos adversos sobre el ambiente y la salud humana. Pero también tienen fecha de vencimiento como estrategia: las malezas también tienen sus defensas, y progresivamente generan mecanismos de supervivencia.
Desde principios de este siglo se registran las especies y biotipos de malezas que no son afectadas por los herbicidas. Una rápida proyección realizada por especialistas induce a la hipótesis de que en una década, como mucho, todos los herbicidas actualmente en uso no serán ya efectivos. Esta fecha estimada de muerte del sistema está refrendada por el ingeniero Papa, del Inta Oliveros.
Una de las alternativas es el progresivo viraje hacia herramientas de manejo agroecológico. En esa línea trabajan en el Centro de Malezas de la Unne. López reafirma la necesidad de un manejo agroecológico. Como paso previo, explica, hay que “conocer a fondo todas las malezas de cada cultivo, para establecer un diagnóstico y posteriormente fijar una terapéutica de control”.
El equipo de investigación está integrado por 22 especialistas. Hay un antecedente: la Guía de identificación de malezas para el cultivo de Arroz, desarrollada con apoyo del Ministerio de la Producción de la provincia de Corrientes. Un proyecto similar arrancará en el Chaco para el cultivo del algodón, y ya se piensan otros para girasol, trigo y soja. Becarios del Instituto Nacional de la Yerba Mate se suman con relevamientos sobre el cultivo de la Ilex Paraguariensis.
Convencer y conocer, un camino sin salida mágica
“Adoptar herramientas agroecológicas será un camino arduo que debemos iniciar con los productores en base a asesoramiento y capacitación. Hay que desandar el trayecto de la solución mágica dada por los herbicidas que todos los actores del sector productivo erróneamente apoyamos y cuyas consecuencias empezamos a ver”, alertó la investigadora.
la propuesta del equipo es el monitoreo, diagnóstico y terapéutica para cada caso en particular. Con esa base, la terapéutica o acciones de control estarán diseñadas en función de la especie y biotipo. Algunas de las herramientas en vista, que llevan consigo un cambio de paradigma, son: rotaciones por ambiente, cultivos de cobertura o de servicio y banco de semillas.
Cultivo de cobertura
El cultivo de cobertura es la siembra de una o más especies que se utilizan para preservar las características del suelo, protegiendo su estructura, manteniendo su humedad, aportando nutrientes y materia orgánica, para mantenerlo fértil durante todo el año. Por todas estas funciones que realizan es que se la conoce también como de “servicio ecológico”. Puede ser utilizado entre cosechas o convivir con el cultivo principal.
Un ejemplo de este último caso se da en las plantaciones de yerba mate. Hoy se utiliza como cultivo de servicio a plantas leguminosas, que por competencia de sombras no permite el crecimiento de malezas y, a su vez, nutre el suelo con nitrógeno.
Rotaciones por ambiente
Otra herramienta de control agroecológico son las rotaciones por ambiente. En un campo de extensión determinada se lo divide por lotes, en los cuales se combinan las especies implantadas. Se van rotando en los lotes los cultivos de cosecha como los de servicio para así generan variaciones de los ambientes y diversificar las malezas, facilitando su control.
Banco de semillas
El estudio del banco de semillas es vital para el manejo agroecológico. El suelo es un reservorio importante de semillas de diferentes especies vegetales, que pueden permanecer un largo tiempo después de ser depositadas y emerger cuando existen condiciones favorables para completar su ciclo.
Esas semillas competirán con otros organismos (insectos, hongos, etc.), algunas se perderán, otras germinarán en la superficie y otras serán parte del suelo, dependiendo de la práctica agrícola que se realice.
Mediante un estudio del suelo, los investigadores analizan aquellas semillas que se encuentran en el mismo y que, por algún manejo de maquinaria, vuelve a la superficie y causan daño (creciendo en forma de maleza).
El otro cambio
López aclara que cualquiera de estas herramientas de control debe ser utilizada por períodos y no de forma permanente. La rotación de prácticas contribuye a la sanidad de los lotes productivos.
En otro aspecto, si bien no está catalogada como una herramienta de control, López hace mención a una práctica que no es realizada habitualmente: la limpieza de maquinarias. Dada la poca extensión de los lotes, es común que en épocas de cosecha los productores alquilen maquinaria. De esta manera, los equipos se trasladan de un campo a otro, diseminando malezas, sobre todo las más resistentes. Para evitar esta dispersión, la solución pasa por limpiar la maquinaria entre su utilización de un campo a otro.
Imitar a la naturaleza
Las estrategias de control de malezas en el paradigma de buenas prácticas agrícolas se cierran en el productor y su responsabilidad frente al cuidado de la tierra y el producto; quizás sea el punto más difícil en todo el proceso. La ecuación inversión vs. rendimiento, está más tensa que nunca. La opción de evitarse problemas (aunque no todos) utilizando herbicidas implica cada vez más gastos, que van dirigidos, además, a fertilizantes y nutrientes para preparar suelos cada vez más exigidos.
El límite lo pondrá la misma naturaleza, aunque ya existen signos de cambios. “Debemos imitar a la naturaleza que se mantiene en equilibrio durante miles de años. La agroecología apunta a buscar una estabilidad, alternando cultivos de ciclos largos con otros cortos, buen monitoreo, con plantas que vayan controlando las mismas malezas”, expresó López.