Los asesinatos de 2001, la inundación de 2003 y la impune muerte de Reutemann
Se presentaba como un anacronismo viviente. Tal como lo hacían los antiguos líderes conservadores, él no hablaba al público porque su autoridad no era digna de ser puesta en juego ante la opinión general, de la plebe, porque justamente no emanaba de ahí, sino del exterior de ese espacio
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