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Los “cajeros” de apuestas online: el negocio ilegal que crece en las redes

Operan a través de aplicaciones de mensajería instantánea y redes sociales. Alerta entre padres y maestros por esta tendencia que acerca a los adolescentes al mundo de las apuestas

El auge de las apuestas online en la Argentina ha generado un nuevo negocio ilegal: los «cajeros». Estos intermediarios se encargan de recibir el dinero de los apostadores y transferirlo a las plataformas de juego, a cambio de una comisión.

Lo más peligroso de todo es que se convierten en un vehículo sumamente simple para que los menores de edad puedan iniciarse en los sitios de apuestas. En otras palabras, un grupo de apostadores menores de edad puede participar por intermedio de un mayor, quien se queda con una comisión de lo apostado.

Los «cajeros» operan a través de redes sociales, como WhatsApp, Instagram y Telegram. Publican anuncios en los que ofrecen sus servicios y se ponen en contacto con los interesados para concretar las apuestas.

El funcionamiento es sencillo. El apostador contacta al «cajero» y le indica el monto que quiere apostar. El «cajero» recibe el dinero en efectivo o mediante una transferencia bancaria, y lo transfiere a la plataforma de juego. Si el apostador gana, el «cajero» le entrega el premio.

Este negocio es ilegal en Argentina, ya que las apuestas online solo están permitidas en casinos y casas de juego autorizadas. Sin embargo, el crecimiento de las plataformas de juego clandestinas ha impulsado el auge de los «cajeros».

Los «cajeros» suelen ser jóvenes que buscan una fuente de ingresos fácil. No tienen que invertir dinero en infraestructura ni personal, y pueden trabajar desde cualquier lugar. Además, las comisiones que cobran son elevadas, lo que les permite generar buenos ingresos. Según las investigaciones realizadas, un «cajero» puede recaudar hasta 600 mil pesos por mes.

El auge de los «cajeros» de apuestas online representa un riesgo para los apostadores. Estos intermediarios no están regulados por ninguna autoridad, por lo que no hay garantías de que los premios sean entregados en caso de ganar. Además, al no existir ningún tipo de control, los «cajeros» pueden utilizar el dinero de los apostadores para fines ilícitos.

La proliferación de las plataformas clandestinas y la facilidad con la que operan los «cajeros» dificultan la tarea de control. A pesar de que las alertas son cada vez mayores, la industria del entretenimiento sigue empeñada en mostrar que apostar puede ser que algo bueno sea aún mejor.

La banalización de una problemática social como la ludopatía puede ser muy peligrosa. Todos los expertos coinciden en que la ludopatía será, si es que ya no lo es, la próxima gran adicción entre los jóvenes, siempre más vulnerables a los estímulos.

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