Lo que se empezó a gestar con los goles de Javier Toledo, se desató más tarde a lo grande en las calles de Rosario. Ni bien se consumó el 3-0 en cancha de Gimnasia de Jujuy, el pueblo canalla pudo al fin dar rienda suelta al festejo contenido durante tres años. El pasado es historia: Central es de Primera.
La ciudad entera se convirtió en un desfile infinito de camisetas y banderas de color azul y amarillo, con el Monumento Nacional a la Bandera como epicentro de la celebración.
Había que estar ahí para entender el verdadero significado de lo que se consiguió ayer. Remeras al viento revoleándolas por encima de la cabeza, gritos resonando por todas partes, bombas de estruendo estallando a cada momento, fuegos artificiales que iluminaban la noche con sus colores, un sinfín de bocinazos… la postal del regreso de Central a la máxima categoría se hizo sentir en grande.
Chicos y grandes. Mujeres y hombres. Familias o amigos. La gente se abrazaba y entonaba las canciones del club de Arroyito como quien recita una oración religiosa.
“¡Qué nos fuimos a la B… qué volvimos a la A… vamos Academia, vamos a ganar!” fue la preferida del público que colmó el Monumento, aunque también se escucharon agradecimientos para el DT Miguel Ángel Russo y a los jugadores que protagonizaron la hazaña.
Motivados por el tan ansiado y esperado ascenso, los fanáticos canallas abandonaron sus casas para sumarse allá donde hubiera fiesta: el Monumento, la peatonal Córdoba y avenida Pellegrini.
Funes, Pérez, San Lorenzo… La alegría de los centralistas invadió Rosario y sus alrededores. ¡Y también Jujuy! Los casi 10 mil canallas que recorrieron los más de mil kilómetros de distancia trasladaron la celebración a las calles de San Salvador ni bien terminó el partido contra el Lobo.
La fiesta fue completa, la emoción indescriptible y el color maravilloso. Rosario Central volvió a primera y, fiel a la historia, el pueblo canalla armó una fiesta inolvidable.