Por María Alicia Alvado/ Télam
“Los carpinchos” es el nombre con el que se identifican los integrantes del primer programa de natación para varones trans del país que funciona en la ciudad de Buenos Aires a instancias de la organización Hombres Trans de Argentina (HTA), como un espacio cuidado de entrenamiento y esparcimiento, pero también de socialización y fortalecimiento de la salud integral.
Las piletas y playas, tan convocantes en temporada estival, suelen ser ámbitos poco frecuentados por los varones trans por la exposición corporal que estas situaciones implican en un entorno todavía propenso a la discriminación.
“Muchos no pudimos hacer cosas tan simples como aprender a nadar o participar de actividades deportivas o incluso de reuniones familiares en el campo o en torno a una pileta, por no sentir la mirada que nos juzga y que aumenta la disconformidad con el propio cuerpo”, dijo a Télam el activista trans y referente de HTA, Fernando Martín.
Atendiendo a esta situación es que HTA gestionó ante la secretaría de Deportes de la Ciudad de Buenos Aires la exclusividad de uso durante dos horas semanales de una pileta municipal, con sus duchadores y vestuarios.
Así, la pileta del Polideportivo Pomar del barrio porteño de Flores se tiñe de los colores trans los domingos por la mañana y la treintena de jóvenes y adultos de entre 16 y 52 años que llegan cada semana de diferentes puntos de la capital y el conurbano aprovechan para confraternizar antes o después del entrenamiento.
“Yo arranqué desde cero, no sabía ni flotar y la oportunidad de aprender con compañeros no tiene precio porque más allá de mi imaginación, nunca había ido a una pileta donde se permite entrar con remera al agua. Esta oportunidad me cambió tanto físico como mentalmente”, dijo a Télam Elián, uno de los carpinchos.
El profesor, también él un varón trans, se llama Franco, está recién recibido y el programa le dio no solo sus primeros alumnos sino también la posibilidad de practicar el deporte que ama sin sentirse violentado en su identidad de género.
“El haber llegado a Carpinchos fue y es una oportunidad hermosa porque puede volver a disfrutar de un espacio de natación -que es realmente lo me encanta hacer- pero en un lugar cómodo y seguro; porque no es lo mismo compartir con personas cis que no saben lo que te está pasando y lo que sentís a compartir con personas que están en la misma que vos, iniciando o que iniciaron hace un tiempo su tratamiento hormonal”, dijo a Télam.
El joven explicó que “no me sentía cómodo usando un traje de baño asignado al género femenino”, por lo que “entrar a una pileta usando lo que a mí me quede cómodo es algo realmente hermoso”.
“El malestar de los varones trans cuando llega el calor tiene que ver con la dificultad en el acceso a un derecho consagrado en la Ley de Identidad de Género como es la (cirugía de) masculinización de tórax, y esta situación genera una merma de la autoestima y seguridad que se traduce en aislamiento”, explicó Martín, quien lleva 15 años militando por los derechos de la comunidad.
La masculinización de tórax es una cirugía de readecuación corporal, es decir, una intervención que tiene por objetivo hacer coincidir el aspecto y el funcionamiento del cuerpo a la identidad de género autopercibida cuando ésta difiere de la asignada al nacer en función de la genitalidad.
En el caso de la cirugía de masculinización de tórax por mastectomía se extirpa tanto la glándula mamaria como la piel sobrante, además de adecuar o reconstruir las areolas.
“Muchos chicos no están operados porque en el sistema de salud público hay demoras de años para estas cirugías”, explicó.
Un problema adicional en quienes sí han podido acceder son los frecuentes casos de “mala praxis” como consecuencia de la falta de formación profesional, que una vez más redunda en el “aislamiento”.
“Muchos de los que acceden a la cirugía terminan sufriendo casos de mala praxis y mutilaciones que repercuten a nivel psicológico y emocional, porque después de tanta espera hay más violencia y unas expectativas no cubiertas”, contó.
Martín vivió en carne propia esta situación, dado que tuvo que “atravesar siete cirugías -algunas de urgencia- en un lapso de año y medio” para masculinizar su tórax.
Estas experiencias fallidas que son comunes a muchos varones trans, se traducen en grandes cicatrices de costado a costado, pectorales sin pezón o procesos de infección que los dejan sin poder disfrutar de piletas y balnearios.
“Nuestro equipo de natación nace en respuesta a la necesidad de un espacio que priorice los cuidados, de un ámbito libre de la mirada que nos juzga para empezar a disfrutar del propio cuerpo desde un lugar de encuentro con pares”, dijo.
En cuanto al nombre “Carpinchos”, Martín explicó que se optó por esta “mascota” para el equipo por tratarse de una especie que resiste su desplazamiento por urbanización en el delta del Paraná.
“Los carpinchos han sido excluidos de su hábitat, de los humedales, pero sin embargo están otra vez ahí, han vuelto a apropiarse del lugar. Y esa es también la intención nuestra, incluso dentro del mismo colectivo LGBTIQ+”, señaló.
Los carpinchos “no somos un equipo de competición” aunque haya participantes que nadan muy bien o han aprendido a hacerlo en este tiempo, porque “la finalidad del espacio no es la competencia sino la integración”, aseguró y añadió que la idea es que la experiencia se replique en otras localidades del país desde donde le llegan consultas para conformar grupos similares.
En ese sentido, el activista enfatizó que el programa tiene entre sus principales objetivos fortalecer la salud mental, teniendo en cuenta que los varones trans tienen “la tasa más alta de suicidios dentro del colectivo LGBTIQ+” como consecuencia de un entramado particular de la cadena de exclusiones que afecta a la población transgénero y no binarie en su conjunto.
También por la falta de acceso a la salud integral, el incumplimiento del cupo laboral trans, las malas praxis quirúrgicas, el no reconocimiento de su identidad autopercibida y un alto índice de abuso sexual en la infancia o adolescencia.
“Nuestra intención es darle una vueltita más de rosca para descomprimir tantas violencias y encontrar motivación para seguir peleándola. Si desde los Estados nos escucharan un poco más, verían que con muy poco se pueden hacer un montón de cosas para mejorar nuestra la calidad de vida”, concluyó.
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