Demoledor y contundente. El equipo del francés Arsene Wenger mostró madurez pese a su juventud y presentó desde el minuto uno toda una declaración de intenciones que se tradujo en un festival de goles, con el danés Nicklas Bendtner, autor de tres goles, como protagonista destacado.
Sacó punta a la efectividad, se aprovechó de las flaquezas defensivas de su rival luso, que esta vez fueron muchas, y sobre todo, se tatuó a fuego el objetivo de prosperar en el torneo europeo.