Rubén, profesor universitario, se para en la esquina de Pellegrini y Presidente Roca para tomar el 144 que lo lleva hasta la Siberia. Lo primero que hace es consultar el Cuándo Llega a través de la app de su teléfono. La pantalla le canta 54 minutos y entra en pánico. No llega. Está entre subirse a un taxi o desandar a zancadas las cuadras que lo separan del trole, cuando de pronto lo ve venir. Piensa que es su día de suerte, sube y llega a tiempo para dar su clase.
Historias como las de Rubén ocurren a diario en el servicio de transporte urbano de pasajeros. O, mejor dicho, con esa maravillosa herramienta digital que es el Cuándo Llega, un acierto de las autoridades de la ciudad con múltiples beneficios a los usuarios: desde ahorro de tiempo pasando por previsibilidad hasta seguridad. Sin embargo la falla informativa que sufrió Rubén –se presume que originada en un problema de carácter técnico– la experimenta la mayoría de los usuarios en alguna oportunidad. Es como la historia del Triángulo de las Bermudas, sólo que en lugar de barcos y aviones acá son ómnibus los que desaparecen de la pantalla del radar.
Claudio, que termina su jornada de trabajo cerca de la medianoche y tiene que volver a su hogar en la zona de Alberdi, asegura que como usuario diario del sistema le ocurre con frecuencia, por lo tanto aprendió a desconfiar. Si el Cuándo Llega le tira esas frecuencias imposibles en los horarios nocturnos (entre tres y cinco horas hasta el próximo servicio) igual camina hasta la parada en la que espera el colectivo que lo deja más cerca de su casa. No sólo porque también pasan otras líneas que van para la zona sino porque en más de una oportunidad el 102 emergió en medio de la noche como un fantasma, igual que el Perla Negra del capitán Jack Sparrow en Piratas del Caribe, en el océano.
Las unidades son monitoreadas por un sistema de seguimiento satelital, que además de dar información al usuario a través del Cuándo Llega o las pantallas que se encuentran en paradas estratégicas y en las flamantes estaciones del Metrobús Norte, es esencial para que las autoridades de las empresas Rosario Bus, Semtur y La Mixta y el Ente de la Movilidad controlen el servicio y atiendan imprevistos. A la vez, la montaña de datos que acumula el sistema, bien procesados y analizados, ayuda a la planificación y toma de decisiones.
El error parece una cuestión menor, pero no lo es tanto. En la medida en que el margen de error sigue en aumento, mella la confiabilidad de una herramienta aliada de los usuarios.
¿Son conscientes de esta falla los funcionarios de la ciudad? ¿O la amplia y rápida apropiación que hicieron los usuarios de las herramientas digitales como la aplicación para celulares, la consulta vía web o por SMS hizo que se durmieran en los laureles?
La respuesta
Mónica Alvarado, secretaria de Transporte y Movilidad, explicó a El Ciudadano que no se trata ni de un error informático ni del seguimiento satelital de la aplicación del Cuándo Llega, sino que hay varias situaciones en que puede ocurrir: por un lado, el beneficiario usa la aplicación en función de la realidad de la señal que tenga en ese momento; y, por el otro, probablemente la unidad pase por una zona que no emita la señal y por ende los datos no se pueden enviar de manera correcta.
“Por ejemplo, cuando el colectivo llega a punta de línea, es decir, al final del recorrido, allí se le informa al usuario el horario en que va a pasar. Si el usuario realiza la consulta cuando el ómnibus está en punta de línea, es un horario teórico, tiene que esperar a que salga desde allí para darle tiempo a que llegue a destino. Puede pasar que se emita que pase el colectivo y no pasa porque la señal es débil y también puede ocurrir que los usuarios consulten y como hay baja señal les tire el del segundo colectivo”, detalló Alvarado.
Cabe destacar que la app es consultada diariamente por 150 mil usuarios: por celular, el 61 por ciento, vía web el 37 por ciento y por SMS el 2 por ciento.
Por otro lado, la funcionaria despejó cualquier sospecha sobre la posibilidad de que ciertos choferes desconecten la unidad del seguimiento satelital, para evitar el monitoreo y tomarse un recreo, una práctica usual en los viejos tiempos. Por eso insistió en que la señal sea débil y los datos enviados no sean los correctos.
“Esto es como el wifi de tu casa. Por algún motivo se tilda o se interrumpe la señal y deja de operar; con el colectivo pasa lo mismo: no trasmite, pierde contacto. Cuando no aparece es porque el problema es de esa unidad”, aclaró un chofer de un interno de Rosario Bus cuando El Ciudadano le informó que en ese mismo momento está conduciendo un colectivo fantasma.
La corta espera
A Daniel, que vive en Funes pero trabaja en Rosario y emprende el regreso cuando ya está oscuro y es la hora de la cena, la explicación no lo satisface. Celebró la extensión de la línea 142 hasta la vecina ciudad, porque le mejoró la conectividad y le facilita la vida a pesar de tener que hacer el largo viaje todo los días.
El jueves a la noche intuyó que algo no estaba bien cuando consultó la web del Ente de la Movilidad y le devolvió que el próximo coche pasaba recién 49 minutos después. Por las dudas fue a la parada. Al cabo de dos minutos lo vio venir. No era el espectral Perla Negra sino el mismísimo 142 bandera Negra, y al mando no estaba el popular Jack Sparrow sino un chofer de carne y hueso. Ni más ni menos que uno de los colectivos fantasma que circula por las calles de Rosario.
Otros casos de imprecisiones informáticas
Más lógico parece el caso en que el Cuándo Llega adelanta o atrasa el cálculo de tiempo faltante para llegar a la parada. Verónica afirma que suele pasarle cuando toma el 153 para ir a la casa de la prima. “Por ahí te dice que pasa en 20 minutos y al rato volvés a mirar y tenés que salir corriendo de tu casa porque te informa 2 minutos”, cuenta.
Otros testimonios describen los hechos a la inversa: la pantalla canta 5 minutos y momentos después informa 7. En estas situaciones, ocurre que el GPS mide distancia y velocidad en tiempo real, con lo cual si el ómnibus aminora la velocidad o acelera, o se demoró por un embotellamiento o cualquier otra circunstancia, el sistema reprograma automáticamente.