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Los confinados siguen jugando a la lotería desde casa

La famosa lotería estadounidense Powerball está manteniendo su programación y manteniendo la ilusión en toda la gente que sueña con ser rico algún día gracias a una buena combinación de cifras

Debido a la obligada cuarentena fruto del COVID-19, prácticamente toda la agenda de ocio y cultura se ha visto cancelada o pospuesta en cualquier país afectado. No se trata de no poder asistir al concierto de nuestro grupo de rock favorito, sino de que las ligas deportivas, los grandes estrenos cinematográficos, las ferias y convenciones, todo se ha visto paralizado hasta nuevo aviso. Entre otros, además, las loterías y apuestas estatales, una rutina que millones de personas alrededor del mundo tenían en sus agendas. Algo tan sencillo como ir a la boletería, elegir unos números y comprobar si resultaron ganadores, se ha visto interrumpido. No del todo, sin embargo, pues la famosa lotería estadounidense Powerball está manteniendo su programación y manteniendo la ilusión en toda esta gente que sueña con ser rico algún día gracias a una buena combinación de cifras. 

Desde siempre, Powerball provoca una verdadera locura en EE.UU, y desde hace algún tiempo, se ha abierto a escala internacional, pudiendo ser jugada desde cualquier parte del mundo a través de boleterías online que además ofrecen ventajas como avisarte al email si resultaste ganador en vez de tener que estar checando, o evitar el drama de perder accidentalmente el boleto en formato papel, o tramitar el cobro del monto si resultamos ganadores. Obviamente, en estos momentos no es que ofrezcan una ventaja sobre las boleterías físicas, es que se han convertido en la única opción para aquellos que quieren seguir jugando, y que podrán hacerlo desde casa durante el confinamiento. 

Pero ¿cómo es que hay tantas personas que creen ciegamente en la lotería? La estadística no pinta muy real la probabilidad de ganar un gran premio algún día. Sin embargo, es cierto que los sofisticados sistemas empleados para realizar los sorteos impiden hacer trampas que favorezcan a unos números sobre otros. En las loterías la aleatoriedad es tan real que ni siquiera podemos confiar en que un número que ya salió no vuelva a salir jamás a favor de que salgan otros, o que un número que se repitió varias veces sea un número fetiche en el que sin duda hay que depositar nuestra confianza. En la lotería, puede salir cualquier número, generando una auténtica democratización e igualdad de oportunidades. Así se ve en las numerosas noticias de ganadores de Powerball: lo mismo lo gana una limpiadora que un profesor, que un propietario de una flota de camiones. Asimismo, vemos que a veces ganan grandes premios personas que jugaron por primera vez en su vida, de la misma manera que ganan otros que llevan treinta años jugando la misma numeración y finalmente resulta ser la combinación ganadora, o se lleva el premio alguien que compró diez boletos de una vez. 

En otras palabras, la lotería, y más concretamente la Powerball, da esperanzas de que cualquier persona, ya no sólo de Estados Unidos, sino del mundo, puede volverse rica de un instante a otro. Esta lotería es famosa por haber entregado botes históricos desde 1992. En 2016, tres personas repartieron un premio desorbitado de US$ 1.586 millones. Es difícil imaginar ese monto en nuestras manos pero aún así hay muchos creyentes por todo el mundo que siguen participando. A fin de cuentas, la probabilidad de ganar un premio no es tan disparatada, es de una entre 25, y el premio principal mínimo es ya de US$ 40 millones. En un momento en el que muchos temen una recesión significativa en la economía de su país (y por tanto en su propia economía doméstica), millones de personas de todos los países piensan que merece la pena jugar una pequeña cantidad dos días a la semana para optar a un premio, aunque sea mínimo, pues no están saliendo a consumir otro tipo de cosas (no salen de shopping, no salen de restaurantes, ni al cine ni al gym). Tal vez sea por esto que Powerball decidió no interrumpir su programación, pero acertó: la gente sigue jugando, sigue con esperanza.

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