Federico Ugo **
La pandemia del coronavirus es el nuevo fantasma que recorre el mundo, y su llegada a la Argentina fue tomada con suma responsabilidad por las autoridades del gobierno nacional y también sitúa a la sociedad ante el desafío de enfrentar en comunidad las acciones que permitan frenar su propagación galopante.
Las medidas de prevención que se van tomando apuntan a reducir al mínimo los contagios y así evitar que se vuelvan masivos y reducir los riesgos que conlleva.
Las medidas económicas demostraron ser eficientes y van en camino de contener la situación social que ya venía frágil y se complejiza con esta experiencia inusual.
Pero no va a ser fácil. En el marco de esta pandemia internacional, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), está evaluando la pérdida de 25 millones de empleos en el mundo.
“Una evaluación inicial del impacto de covid-19 en el mundo laboral mundial indica que los efectos serán de gran alcance, llevando a millones de personas al desempleo, al subempleo y a la pobreza laboral, y propone medidas para una respuesta decisiva, coordinada e inmediata”, dice uno de los comunicados más recientes.
Paradójicamente, en este mundo del “sálvese quien pueda”, hay que organizarse y actuar colectivamente para que nadie se enferme, y también para que como sociedad se logre sostener derechos y calidades de vida básicas.
Responsabilidad y solidaridad, dos banderas levantadas
Se estima que en Argentina cuatro millones de ciudadanos son parte de la Economía Popular, y casi el 50% se encuentra en la provincia de Buenos Aires.
Estas trabajadoras y trabajadores representan al sector social, laboral y productivo más vulnerable ya que sus ingresos son muy bajos y en su mayoría están ligados a la economía informal.
En los últimos años el sector se organizó y desarrolló una agenda de defensa de derechos e impulsa unidades productivas que generan trabajo, producción y organización popular.
El papel de las familias de la economía popular es un ejemplo a tener en cuenta. Estas familias fueron las más afectadas por la actual situación, porque sus barrios y sus fuentes de trabajo son de los más vulnerables en el actual modelo económico, y se agudiza en esta coyuntura.
Pese a la situación actual, el sector de la economía popular actúa con responsabilidad y de manera solidaria haciendo que llegue a cada barrio lo que el Estado no puede brindar por los circuitos normales.
Así, las unidades productivas sociocomunitarias como comedores, merenderos y espacios de primera infancia preparan las viandas; en los talleres textiles se confeccionan barbijos; hay fábricas recuperadas produciendo alcohol en gel, y la militancia del sector está realizando una tarea de promoción y concientización, casa por casa, en los barrios populares.
Varias cooperativas de trabajo se encuentran realizando tareas de desinfección, limpieza y saneamiento porque el coronavirus no es el único desafío que existe puesto que también está el dengue.
Además, las comercializadoras de la economía popular están ofreciendo productos básicos de origen cooperativo a precio justo y accesible. De esta manera, uno de los sectores más golpeados por la cultura del descarte capitalista, aporta soluciones para enfrentar la pandemia; da ejemplos de organización comunitaria y se hace presente en los barrios populares, que serán los más castigados en este proceso.
** Subsecretario de Economía Popular del ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires