Las redes sociales son una herramienta de comunicación y entretenimiento que sólo en la Argentina utilizan cerca de 15 millones de personas. La mayoría de los usuarios son jóvenes, denominados por las ciencias sociales como “nativos digitales”. Este sector etario utiliza las redes desde muy temprana edad y la entiende como una parte esencial de la comunicación entre pares.
Los adultos se han sumado un poco más tarde a las redes. Integran un sector generacional que considera que la comunicación más efectiva, es la que se da cara a cara. No obstante ello, un grupo importante de los denominados “inmigrantes digitales”, comienzan a utilizar estas herramientas como forma de acceder al mundo de la comunicación digital.
Entre estos se encuentran muchos docentes que usan las redes como un recurso tecnológico que le permite llegar a sus alumnos de una manera rápida, pero sobre todo eficaz. En este sentido, los maestros suelen crear grupos integrados por alumnos y docentes, mediante los cuales envían materiales de estudio, tareas, audiovisuales y hasta las notas de los exámenes. Además, los comentarios y las mensajerías internas son un elemento esencial de interacción comunicacional entre los usuarios de la plataforma.
“La estructura social educativa se adapta perfectamente al concepto de redes sociales, donde el aula es una pequeña sociedad formada por profesores y sus alumnos, siendo, por lo tanto, un lugar idóneo para la colaboración y el trabajo en conjunto”, sostiene el profesor Juan José de Haro.
A pesar de esto sostiene que “lo primero que sorprende cuando se busca información sobre la aplicación de las redes sociales en educación es la absoluta falta de ésta”.
“Muchos profesores están ya en redes sociales, pero, por lo visto, son casi inexistentes los que las han llevado hasta el aula”, insiste.
El Facebook se encuentra entre las redes sociales más usadas en el aula. La familiaridad de sus prestaciones permite la vinculación que el docente requiere y posibilita un espacio para expresarse, opinar, manejar información y producir conocimiento colectivo.
Contrariamente, los correos electrónicos y los blogs ya no resultan eficaces para comunicarse con los jóvenes, que paulatinamente han ido abandonando el contacto con los mails. Hoy son muy pocos los que habilitan una casilla de correo, y quienes las tienen, difícilmente las utilicen. Los blogs tampoco han alcanzado un grado de desarrollo importante, si bien muchos docentes los habilitan con material y ejercicios de sus asignaturas, no son muy bien vistos por los estudiantes. La clave de la poca aceptación es que los alumnos tienen que tomar la decisión de entrar para acceder a la información.
En cambio “el face”, envía notificaciones que “obligan” al joven a acceder aunque no tenga la intención de hacerlo.
La manera en que habitualmente los docentes utilizan estas plataformas de encuentro con sus alumnos es a través de la creación de un grupo integrado por sus alumnos. La ventaja es que, si bien son distintos perfiles, todos participan del mismo interés académico. Los grupos suelen ser cerrados, lo que permite tener el control de lo que allí se trabaja. A partir de esto se incorpora a los usuarios y se procede a la descripción del grupo, se añaden etiquetas y hasta se pueden incluir limitaciones de acceso. Muchos docentes agregan imágenes de perfil y de portada, etcétera.
Algunos especialistas sostienen que el atractivo de las redes está en la posibilidad de mantener contacto con un número importante de personas, pero principalmente conocerlas más allá de la relación en el aula. Por este motivo sostienen que es importante que los alumnos que integran un grupo puedan modificar a su gusto su propia página personal, suban vídeos, música y hasta fotos personales. La red social basa su éxito en la capacidad que tiene de trasmitir lo personal ante los otros, principalmente entre los adolescentes.
Muchas instituciones han implementado una plataforma social educativa que está destinada no sólo a la comunicación de docentes y alumnos, sino también, a las necesidades informativas que tiene la institución para con su comunidad educativa. Algunas de estas plataformas pertenecen a las jurisdicciones educativas, nacional o provincial a los cuales las escuelas se suscriben.
Una de las dificultades que enfrenta el nivel inferior y el primer año del secundario es la edad de los alumnos para utilizar las redes sociales. Según la legislación vigente los menores de 13 años no pueden habilitar una cuenta de Facebook. El director Comercial de Facebook para el Cono Sur, Alejandro Zuzemberg, firma que un menor de 13 años “no puede abrir una cuenta” en Face. “En este sentido, las escuelas y los docentes deben ser sumamente cautelosos al momento de proponer el trabajo con redes”. El especialista sostiene que los padres –o alguna otra autoridad, de un colegio o una institución– deben enseñar sobre cómo utilizar las redes sociales, cómo utilizar Facebook. “Al igual de lo que pasa afuera de internet, las relaciones sociales requieren de una construcción, de un diálogo y una educación. Para esto es importante que los adultos conozcan la plataforma para poder ayudar a configurarla”.
No todos sostienen el mismo paradigma, el abogado especializado en derecho de nuevas tecnologías Raúl Fazzalari sostiene que “no hay riesgos para los menores en los grupos cerrados que son administrados por el docente, sean de una red social o de una institución”.
“Cada red social puede tener pautas, así como las pueden tener los blogs, pero no hay una ley que prohíba ingresar en las redes sociales. Los adultos deben ser responsables de configurar la privacidad. El problema es que muy pocos, entre los adolescentes pero también entre los adultos, saben cómo funcionan los mecanismos de restricción de las redes”.
Una cuestión importante, principalmente para el docente al momento de utilizar las redes como recursos pedagógicos, es el sostenimiento de determinados límites, sobre todo temporales (horarios). Los jóvenes suelen pasar muchas horas frente al ordenador, lo que los lleva a estar conectados hasta altas horas de la noche. Muchos educadores sostienen que trabajar con redes les ha extendido el horario de trabajo, puesto que pueden llegar a recibir o entregar trabajos hasta altas horas de la noche, incluso sábados y domingos. Una red que funciona las 24 horas tiene la complejidad que los usuarios interactúan en todo momento. Fijar límites en el uso de la red como plataforma educativa es muy saludable desde el punto de vista de la relación pedagógica.
En este sentido, docentes y alumnos deben tener en cuenta el período de exposición que pueden tener frente al uso de las redes sociales. Algunos estudios sugieren que el tiempo prudencial para interactuar en las redes es de tres horas. Más allá de esto, el usuario corre ciertos riesgos de desarrollar alguna patología. Frente a esto, y principalmente en adolescentes, los especialistas recomiendan que los docentes estén muy atentos a cualquier cambio en la conducta de los alumnos.
Las redes sociales influyen profundamente sobre las formas de comunicación y la escuela no puede quedar afuera de este desafío. Por otra parte, estos servicios no son ajenos a la educación debido a que ambas trabajan con la información y la comunicación.
El potencial de las plataformas está aún por descubrirse, por eso, es importante que la escuela no quede aislada de los soportes comunicacionales que se establecen entre los jóvenes que habitan las aulas.