El gremio de los docentes particulares había convocado para las 12 del jueves la reunión de delegados para fijar posición sobre la propuesta salarial del gobierno provincial. El ánimo en general iba por la aceptación, tal como algunos dirigentes lo habían deslizado públicamente. Pero esa mañana algo cambió. Del mediodía, la reunión se pasó a las 16: cuatro horas estratégicas para confirmar rumores que indicaban que convenía esperar el desenlace de la asamblea de Amsafé, que a esa hora en la capital provincial contaba los votos de cada seccional. Para gremios como Sadop o Amet es imposible abstraerse de las decisiones del mayor sindicato de empleados públicos de la provincia, con su universo de 60 mil trabajadores y más de 40 mil afiliados. El triunfo del paro estuvo a punto de dejarlos en posición adelantada.
Sorpresa y media
La decisión mayoritaria de Amsafé tomó por sorpresa a propios y extraños. No es aventurado decir que incluso sobrepasó a la dirigencia de Amsafé, a la que le tumbaron en las urnas la nada despreciable propuesta que construyó en la mesa paritaria. La aceptación previa de los otros dos grandes sindicatos, UPCN y ATE, también de la Unión de Docentes Argentinos, así como la predisposición que había mostrado el resto de los gremios docentes, corrobora esa idea.
Pero Amsafé tiene esas particularidades que lo hacen único. Los negociadores docentes, a diferencia del resto de los gremios estatales, saben que deben sortear dos instancias: primero pulsear con los funcionarios, y luego militar la aprobación de los maestros de cada localidad.
Para más dificultad, las famosas mociones que se someten a consideración no son las mismas en toda la provincia, sino que las orienta cada seccional, produciéndose situaciones muy dispares. Un ejercicio ultrademocrático pero débil en cuanto a los controles que suele demandar cualquier sistema de votación directa y que, según las circunstancias, tiene poder de desautorizar a sus propios dirigentes. En ello radica la particularidad de Amsafé.
Hay otra cuestión más que polémica: la lógica del conflicto permanente. En estas últimas horas lo plantearon el gobernador y sus ministros de Gobierno y de Educación, pero es un razonamiento que no tardan en hacerse padres y el resto de la sociedad: ¿por qué el “no” a la oferta salarial implica romper la negociación y lanzarse de cabeza al conflicto sin posibilidad de que los representantes paritarios vuelvan a la mesa en busca de sacarle brillo al ofrecimiento? Galassi lo contrapuso a la actitud de los médicos que, estando todavía lejos de lo que pretenden, fueron a un cuarto intermedio.
Habría que buscar si no es a partir de esa desgastante lógica que con distinta suerte militan determinados sectores internos, lo que lleva a que muchas veces los maestros terminen de punta contra padres, comunicadores y la opinión pública en general.
De hecho, si el archivo no miente, con los cambios políticos y económicos producidos en el país y en la provincia en la última década, a los docentes les fue mejor en la mesa de negociación que en el conflicto, a diferencia de los tiempos en los que Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Carlos Reutemann nombraban economistas y contadores como ministros de Educación y no dejaban otra opción que no sea la pelea.
En ese sentido, cabe revisar la experiencia de 2013, cuando los docentes optaron por rechazar la oferta salarial y después de 9 días de paro sobre 19, terminaron levantando las medidas a cambio de que les devuelvan los días de huelga descontados.
En esta oportunidad el conflicto empieza igual: no habrá suma fija en el sueldo de febrero (lo ofrecido eran 1.200 pesos) y de entrada se descontarán cuatro días de paro. Entrar al conflicto es fácil, lo difícil es saber cómo y cuándo salir.
No se la esperaban
Para el gobierno, que ya había cerrado el acuerdo con ATE y UPCN cuando llegó el “no” de los maestros, se trató de un baldazo de agua fría.
Apenas supo que la oferta había sido rechazada, recurrió al tomo 1 del Manual del Conflicto Gremial y puso sobre la mesa el descuento de los días de huelga, el no pago de la suma fija ofrecida, advirtió que no mejorará la oferta y que no se retomarán negociaciones hasta que terminen los paros.
También buscó blindarse en el debate que todo conflicto docente necesariamente abre.
Por ejemplo, que Santa Fe tiene el mejor sueldo inicial del país; o las palabras del gobernador, en el sentido de que los maestros de otras provincias quieren el sueldo de Santa Fe.
El gobierno se siente con todo derecho a pedirle a los maestros que valoren lo hecho y analicen el contexto y comparen (Ctera y el gobierno cerraron el viernes la paritaria nacional con un aumento del 27,7 por ciento del salario y un salto del fondo de incentivo docente de 255 a 510 pesos).
En la vereda de enfrente, los maestros se sienten con fuerza para forzar al gobierno a subir un escalón más.
Las razones del rechazo
Parecen haber pesado varios factores en la decisión de los maestros. Uno es que el acuerdo salarial de 2014, que rondó el 30 por ciento en cuotas, se terminó de cobrar en octubre. Es evidente que en la mesa paritaria se trabajó para achicar esos plazos (ahora se llegaba a entre 31 y 35,5 por ciento en julio) pero su contrapartida fue un porcentaje menor de arranque.
Otra cuestión que se detecta es la idea, muy afincada entre docentes, de que lo que no se consigue ahora no se consigue más. “Tenemos muy claro que es ahora o nunca. Nadie te da bola si hacés paro a mitad de año”, razonó una maestra que da clases en San Francisquito y votó por las medidas de fuerza.
Otro docente, en este caso del sector privado, aclara que “se habla del sueldo inicial pero los maestros en esa condición son apenas unos cientos, y los porcentajes son medio mentirosos porque a ellos se llega por tramos”.
No hay que descartar otras variables: cierto malestar ante la necesidad oficial de ir desacelerando los niveles de inversión en mantenimiento e infraestructura; condiciones de inseguridad en las que se desempeñan muchos docentes; y hasta una mirada oportunista, en el sentido de que por ser un año electoral al gobierno se le podría sacar más de lo habitual.
Debate ideológico
Y este es otro aspecto novedoso: el conflicto docente se da en un contexto preelectoral en el que todas las encuestas indican que el Frente Progresista y el PRO son quienes hoy están en condiciones de disputar el gobierno entre 2015 y 2019. Si este estado de cosas perdura, es esperable un fuerte debate ideológico a lo largo de las dos campañas electorales que se avecinan.
No hay dudas de que la seguridad pública será el principal terreno de disputa, porque más allá del plebiscito sobre la gestión del oficialismo, una y otra fuerza representan dos modelos muy diferentes.
Si como dicen hoy las encuestas el kirchnerismo queda relegado, y el PRO se corta como principal retador, es de esperar que también la educación tome protagonismo en la campaña. Figuras de las que se rodeó Miguel del Sel, como Juan Carlos Mercier (y no sólo él), reavivan fantasmas del pasado. Si bien la historia no se repite dos veces igual, la docencia santafesina quedó marcada a fuego.