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Los habitantes del silencio

Martín Vázquez, director científico de Indear, sostiene que “el ser humano es un superorganismo constituído por células propias y células de terceros, que son los microbios que desarrollan un sinnúmero de funciones en nosotros”.

La semana pasada, en una conferencia dada en Rosario, Martín Vázquez, doctor en Biología que lidera proyectos de genómica y bioinformática en Indear, (un emprendimiento que articula al sector público con el sector privado), comenzó su disertación con una afirmación provocadora: “Homo sapiens es un súperindividuo”, y ante el asombro de la audiencia conformada por algo más de dos mil personas, se preguntó: “¿Por qué?”, para responderse: “Nos dimos cuenta de que estaba provisto de sus propias células y de otro grupo de células, que si bien no le pertenece, interactúa con sus propias células; es el microbioma humano que está llamado a cumplir funciones sin las cuales, el ser humano no podría vivir; es por esto que el ser humano es un súperindividuo”.

Vázquez, quien cubre la función de director científico de Indear, una empresa de investigación y desarrollo surgida de una alianza entre la privada Bioceres y el Conicet, y que cuenta con la primera plataforma de secuenciación de ADN de alto rendimiento disponible en Argentina, detalló ante una audiencia que lo seguía llena de asombro que el ser humano cuenta con unos 30 mil genes y que, por cada gen humano, hay aproximadamente 300 genes de microbios, lo que da la friolera de unos 10 millones de genes. Al mismo tiempo invitó a la audiencia a reflexionar sobre que el ser humano por cada célula alberga, además, 10 células de microbios de especies diferentes. Células que nos constituyen como el ser biológico que somos.

“¿Cómo no lo vimos antes?”, se preguntó Vázquez. El Ciudadano quiso indagar sobre el impacto que este avance puede tener sobre la salud humana.

—La tecnología les dio a ustedes las posibilidades de clasificar, estudiar y definir el microbioma de cada uno de nosotros, ¿qué contribuciones trae a la salud humana?

—Con la tecnología actual podemos observar y monitorear el microbioma. Nos permite, además, ver si algunas dolencias que no tenían una explicación clara, encuentran su origen en el microbioma. Para lo cual, primero necesitamos tener una referencia de individuos sanos. Nosotros hemos hecho junto a un laboratorio local la primera referencia humana; elaboramos un mapa local reclutando 10 hombres y 10 mujeres sanos en quienes estudiamos, muestreando, diversos sitios para establecer el microbioma: fosas nasales, bucofaríngeo en cuatro zonas, piel en dos sitios, gastrointestinales y vagina en mujeres; luego procesamos estas muestras de la misma manera que lo hicieron en el banco de datos de Estados Unidos, con el Proyecto Microbioma Humano, siguiendo los mismos procesos estandarizados y sus respectivos protocolos. Analizamos 1.500 muestras y encontramos diferencias, sobre todo, en el microbioma intestinal con la población sana estudiada en los Estados Unidos.

—¿Este tipo de estudio se ha hecho en otras partes?

—No. Es el primero en Argentina y creo que en el resto de Latinoamérica.

—¿Cómo se define el microbioma y por qué se le llama segundo genoma?

—Cada microorganismo tiene su genoma; al conjunto de ellos se lo llama microbioma y representan el segundo genoma, ya que el primer genoma es el genoma de la célula propia. Ambos genomas interaccionan repartiéndose funciones. Por eso sostenemos que el ser humano es un superorganismo que está constituido por células propias y células de terceros que son los microbios que desarrollan un sinnúmero de funciones que nosotros, con nuestras propias células, no podemos hacer. Este proceso se fue dando por la evolución de millones de años. Es como si fuera un acuerdo mutuo. Ese conjunto es el que lleva adelante todas las funciones del organismo del ser humano.

—¿Cada individuo tiene su propio microbioma, tan propio como su genoma?

—Sí. Es una firma única, así como nuestro código genético es único. Existen pequeñas variaciones entre un ser humano y otro que lo hacen único. En el microbioma pasa exactamente lo mismo. El microbioma es una firma de cada individuo y es mucho más dinámico que el genoma propio.

—¿Qué pasa cuando entran en conflicto genoma y microbioma?

—Se generan desórdenes que son los que producen enfermedades; las que son producto de errores de nuestras propias células y, otras veces, de errores del segundo genoma. En ese punto entran en conflicto. Conflicto quiere decir que hay una dolencia, una patología, un desorden. Cesaron los beneficios de aquel acuerdo y el organismo entra en conflicto.

—¿Ese conflicto es el origen de las enfermedades que padece el ser humano?

—Hasta no hace mucho le atribuíamos la exclusiva responsabilidad al componente genético del ser humano. No siempre le encontramos la explicación y ahora nos damos cuenta que, en realidad, el haber podido describir este microbioma en los humanos, nos induce a fijar la atención en las alteraciones de ese microbioma como responsable de una cantidad de enfermedades desde las que tienen que ver con la conducta y con la salud mental, hasta enfermedades como diabetes, obesidad, enfermedades inflamatorias intestinales.

—¿El microbioma y su relación con el medio ambiente nos revelaría que el nuestro es diferente al de Estados Unidos, o al de regiones de Asia o África?

—Claro que sí. El microbioma está fuertemente impactado por las condiciones ambientales locales, por ejemplo, el tipo de vida que lleva la persona, el tipo de alimentación, el clima del lugar, etc; todo lo cual impacta sobre la constitución de ese microbioma. La situación cultural, diferente según los lugares, y la dinámica del microbioma, hacen que haya diferencias. El microbioma se constituye localmente en cada región, para lo cual hay que conocerlo localmente.

—¿Estos estudios de secuenciación del microbioma a los que hace referencia son accesibles?

—Sí. Cada vez son más accesibles y van a estar más cerca de la clínica. Estamos en ese camino de lograrlo. La idea es tener estas firmas moleculares de diagnóstico de microbioma que nos permitan saber qué es lo que se desordenó para poder tratarlo. Estas tecnologías de secuenciación nuevas nos permiten hacer diagnósticos primarios.

—¿Una vez instalada la enfermedad por el desorden del microbioma, la terapéutica que se usa es la tradicional o se recurre a terapéuticas nuevas?

—Es una buena pregunta porque existen muchas variantes tanto sea con prebióticos o probióticos.

—¿Cuál es la diferencia entre ellos?

—Un probiótico es uno o una mezcla de microorganismos vivos que se introducen en el organismo mediante una dieta y favorecen el desarrollo de la flora microbiana en el intestino. Prebiótico es una molécula orgánica no viva pero que tiene la capacidad de estimular el crecimiento de ciertos microorganismos que ya están en el cuerpo; entonces sea prebiótico o probiótico es tratar el desorden para lograr o restablecer el equilibrio. Existen los que van a ser diseñados, modelados especialmente para tal o cual patología a la que van a tratar específicamente; que pueden ser pre o probióticos de diseño y existen naturales que se pueden usar para prevención incorporándolos a la dieta habitual. Hoy sabemos que la dieta rica en fibras representa una dieta equilibrada. Sabemos que en el microbioma intestinal se alimentan de ellas y generan una serie de moléculas beneficiosas para el organismo que mantiene el sistema inmune equilibrado. Cuando a la dieta le falta fibra esos microorganismos dejan de proliferar, dejan de estar presentes, dándole la oportunidad a otros patógenos oportunistas de ocupar ese lugar y generar desequilibrios que repercutirán en el sistema inmune. Si bien se está estudiando desde hace años, recién este año pudimos conocer en el mundo el microbioma de la piel.

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