Andrés Testa (#) / Especial para El Ciudadano
Hay distintas formas de ser padres. En la mayoría de los casos, los hijos pasan a ser un elemento sumamente importante en la vida de las persona, cambian sus rutinas, sus afectos, y los invitan a superar cientos de dificultades nuevas que muchas veces ni siquiera estaban pensadas.
Tener hijos es muy difícil, te pone a prueba, desgasta la energía, la paciencia la economía de los padres, los vínculos con otros y muchas veces entre los mismos padres. Pero en la mayoría de los casos, todo eso se olvida cuando un hijo aprende algo nuevo, supera una dificultad, o solo sonríe. Ese acto, a uno lo hace olvidar casi automáticamente todo el costo anterior. De ahí que cuando los hijos se percatan de ese poder lo utilicen para zafar de los límites que los padres deben poner y sostener, dificultad que los padres suelen traer al consultorio, pero ese es otro tema.
El “patronus” es un hechizo da la saga de Harry Potter, quizás pudieron verlo en las películas o leerlo en los libros. Es una presencia que protege a quien lo convoca frente al ataque de un “dementor”, una criatura que vive de robar la esperanza de las personas, al punto que cuando las besa las deja sin alma. Ese efecto de robar la esperanza en los libros se grafica con escenas muy tristes, que invaden constantemente la cabeza de las personas, y donde en sus mentes todo se pone oscuro no hay perspectiva de un futuro. El patronus es un conjuro muy difícil de hacer, que cuesta mucho esfuerzo, pero que cuando sale permite que los dementores se retiren.
Hoy en la argentina vivimos en una incertidumbre voraz, con una inflación que no para de crecer y con sueldos cada vez mas desfasados. Nos dijeron hace 4 años que las heladeras iban a volver a estar llenas, ya que 8 años antes él que prometió pobreza cero se fue dejando más pobreza y una gran deuda. El que prometió llenar la heladera no lo hizo y esa desilusión fracturó la esperanza de poder estar mejor, cultivando mucho odio. Hoy nos dicen que hay que sufrir para estar mejor. Quien escribe duda mucho que esa sea una formula acertada, y por tanto para poder estar mejor busca otras.
Saber qué camino tomar en esta actualidad de incertidumbre y angustia es muy difícil, una clave es tener alguna brújula que ordene cuando nos perdemos. Los hijos son eso, son ante la oscuridad de los dementores que nos absorben la esperanza, una protección para cuando uno pierde el sentido de por qué laburar, por qué tratar bien a las personas, por qué cuidar el entorno donde vive, ya que todo se va volviendo hostil y se va degradando. Aparece la posibilidad de cuidar y mejorar porque uno quiere que sus hijos y los de los demás puedan disfrutar de cosas que uno disfrutó de chico, o no las disfruto pero quisiera que ahora sus hijos las disfruten.
Ser padre te invita rápidamente a hacer lazo. Para cumplir una función nueva se necesitan muchas referencias que contengan y acompañen, y los hijos habilitan los lazos con otros padres con los mismos miedos, las mismas incertidumbres y un amor parecido al de uno. A su vez, ya no se está solo, se tiene a cargo un hijo, esa idea tiene un peso que combate de frente con el individualismo que hoy resurge. Tener un hijo es dejar de lado el egoísmo en pos de cuidar a otro.
Esta nota no busca aumentar la tasa de natalidad, ni desconocer las enormes dificultades que trae el ser padre, es fundamental para ser padres poder tener deseo de serlo. Lo que si busca la nota es habilitar una reflexión en pos del mundo que tenemos y el que podemos construir, donde la clave no es la cuestión individual, sino la posibilidad de hacer lazo. El individualismo lleva a lo más oscuro del ser humano, el lazo nos habilita a las mejores acciones, a grandes crecimientos como personas y sociales. Por tanto, en la desesperanza de hoy, convocar un patronus no es sólo tener un hijo, es hacer lazos con otro, establecer vínculos afectivos que nos protejan ante lo desgarrador de la realidad y nos den fuerza para enfrentarla y transformarla en algo mejor.
(#) Psicólogo y profesor en Psicología de la UNR