El Ministerio de la Producción de la provincia y la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe) enviaron la semana pasada una nota al secretario de Industria de la Nación, Martín Etchegoyen, en la que solicitan una audiencia y proponen medidas para limitar el ingreso de productos importados que compiten en forma desleal con los locales. Los industriales piden políticas antidumping y están en alerta por el impacto de las importaciones en el sector carrocero, la línea blanca y la mueblería.
“Las industrias santafesinas están siendo castigadas por el ingreso de productos importados”, analizó Claudio Daniel Mossuz, presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario y tesorero de la Fisfe.
La balanza comercial del país es negativa en valores absolutos pero, además, preocupa la brecha que crece entre los productos que ingresan con valor agregado y la producción primaria que se exporta, principalmente soja y sus derivados. En ese sentido, la Unión Industrial de Santa Fe reveló que –en promedio– la Argentina exporta a 600 dólares la tonelada e importa a 2.000 dólares.
Las exportaciones de la provincia siguen centralizadas en productos primarios, mientras que la exportación de manufacturas “ha ido cayendo en los últimos cuatro años de manera notoria en cuanto a volumen”, según indicó Mossuz.
Los rubros más afectados son las carrocerías para colectivos de media y larga distancia –el 100 por ciento de la producción nacional se hace en Rosario–, la industria de línea blanca –el 70 por ciento se produce en Rosario y el Gran Rosario–, la industria metalmecánica y de autopartes y la mueblería.
Para equilibrar la ecuación, la Fisfe y el gobierno provincial le propusieron a la Nación establecer un observatorio para no trabajar sobre anécdotas o versiones y monitorear en forma permanente las diferentes posiciones arancelarias para poder trabajar con datos concretos. En segundo lugar, sugieren elaborar un paquete de medidas para ayudar a la administración del comercio exterior. “Son medidas muy sencillas, simples, que no hacen más que tratar de ordenar e igualar la oferta de un producto importado a la de un producto local”, señaló el tesorero de la Fisfe.
En esa línea, indicó que una política proteccionista (antidumping) “es una medida posible. Estamos pidiendo que se aplique en forma efectiva y que favorezca a la mayor cantidad posible de productos. Es una herramienta válida en todos los países del mundo y pretendemos que sea extensiva a todos los productos que puedan ser alcanzados por medidas de dumping”.
La apertura de las importaciones hizo caer la venta de las fábricas locales de carrocerías en un 30 por ciento y puso en jaque a toda la cadena de pequeños talleres que las proveen. Hay cuatro mil puestos de trabajo en riesgo –mil directos y tres mil indirectos– en la zona sur de Rosario, en Alvear y en Villa Gobernador Gálvez.
“En el caso de la industria carrocera, por la cercanía y por la fortaleza que tiene en el rubro, la amenaza está en Brasil”, señaló Mossuz. “Desde fines del año pasado ingresaron desde Brasil un 60 por ciento más de vehículos carrozados que es algo que se puede producir en Rosario. Brasil es un socio estratégico pero está pasando por una situación económica muy complicada; la presión y los costos a los que ingresan esos productos son muy difíciles de igualar”.
Eso en cuanto al sector carrocero. En la industria del mueble, “China es la otra amenaza”, agregó el dirigente industrial. “El cluster de la fabricación de muebles en la provincia es muy importante; particularmente ha habido un ingreso muy grande de muebles, en los últimos meses, importados desde China”.
El presidente Mauricio Macri opinó la semana pasada que el país va “en el camino correcto”. Para la Fisfe hay algunas dudas: “Había correcciones que debían hacerse. Veníamos de atravesar varios años en los que, en teoría, se favorecía a la industria, pero estábamos en un período de estancamiento muy grande. La economía se mantuvo con anabólicos y hoy esos anabólicos se están quitando. El tema es si los quitan gradualmente o de golpe; ahí está la dificultad”.
“Si nos abrimos al mundo, tenemos que ser competitivos. Pero esa palabra pierde sentido cuando nos queremos igualar con economías como la de China. Es imposible competir con ellos. Y el ingreso de productos a precios viles hace que la palabra competitividad no pueda ser usada”, concluyó Claudio Mossuz.