Olga Beatriz “Tata” Medina, su hermanastra, un hombre del clan Villalba y otras diez personas son juzgados desde este lunes en un juicio por tráfico de drogas en la zona norte. En el debate, no hay proveedores en el banquillo ni está en juego la responsabilidad de grandes incautaciones de droga. Y entre los eslabones inferiores de la organización se encuentran dos personas que ganaron notoriedad por otros motivos. Son Esteban Enrique “Pinky” Rocha y Brisa Milagros Leguizamón, los novios que celebraron una fiesta de casamiento a fines de enero de 2022 en Ibarlucea, gala que tuvo como cierre el brutal crimen de dos invitados y una bebé. Desde entonces, Rocha y Leguizamón se encuentran prófugos.
El debate comenzó este lunes con la lectura de la acusación por parte del fiscal de juicio Federico Reynares Solari y está presidido por el Tribunal Oral Federal N°1 (TOF), a cargo de los jueces Ricardo Vázquez, Otmar Paulucci y Germán Sutter Schenider.
La Tata Medina, de 55 años y ligada por los investigadores al narcomenudeo en los barrios Parque Casas y La Cerámica, ya fue condenada en junio de 2020 a cuatro años y medio de prisión por comercialización de drogas por un proceso derivado de allanamientos en 2014. Como en un deja vú, varios de los domicilios apuntados como puntos de venta señalados se repiten en este nuevo debate. Como el histórico bunker de Boedo y Ghiraldo; la boca de expendio de Washington al 1200 y Blas Parera y Ramos Mejía. Puntos geográficos marcados por la violencia territorial y la muerte por balaceras en la década pasada en la zona norte.
Condenaron a Tata Medina por tenencia y comercialización de estupefacientes en zona norte
El nuevo juicio, según la requisitoria de la acusación, tiene origen en una serie de denuncias anónimas de abril de 2016 a la línea gratuita 0800-444-3583 del Ministerio de Seguridad de Santa Fe. Vecinos cansados de los manejes o bien soplones ligados a bandas contrarias aportaron direcciones y aseguraron que los búnkers eran regenteados por la Tata.
Zona norte: una nueva balacera contra la casa de Olga «Tata» Medina, condenada por narcotráfico
La investigación de tres años se nutrió de escuchas y las llamadas tareas de campo, como vigilancia y seguimiento. El 26 de abril de 2019, 24 horas antes de las elecciones primarias, personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y otras fuerzas en un ampuloso operativo promocionado por la entonces ministra de Seguridad de la nación Patricia Bullrich, allanaron con exiguos resultados: menos de 200 gramos incautados entre envoltorios de cocaína y marihuana.
Como mano derecha de la Tata o “eslabones intermedios”, la investigación señaló a su hermanastra Noelia Maira Bazque, de 35 años; y a Pedro Mario “Pepe” Villalba, quiosquero de 64 años. El hombre, según fuentes judiciales, es hermano y tío de Carmen y Marlen, las mujeres de apellido Villalba asesinadas hace una semana en barrio Gráfico en un aparente ajuste que acaso estaba dirigido a otros integrantes de la familia.
Algunas escuchas atribuidas a Bazque y Pepe Villalba son elocuentes y refieren a los gajes del oficio de transero y la relación con los vendedores, e incluso con consumidores que se quejan de la calidad del producto o piden ofertas. Como cuando un vendedor le advirtió a Pepe que la cocaína era puro corte, y recomendó dar aviso a la jefa: «Vendí 29 ya, viste las 15 esas que son cortas que viene en el paquete que vos me diste. Las probé y un gusto a talco. Le digo al loco «Hay mucha en polvo. Es todo polvo todo polvo». Si se la das a la Tata para que las vea, yo las dejo aparte para que se la lleves».
O el diálogo entre Bazque y una vendedora que dio en consignación una partida de bolsitas a un dealer que no regresó: «Anoche le di 25, y luego le ofrecí 25 más, así vende ahora a la noche que es hora pico. Se las di, pero desapareció porque acá nunca vino. Olga me dijo que espere que me traiga la mercadería o la plata, y si no te trae nada, chau, que no te pida más nada y lo saco de la casa».
A los trece acusados se los juzga por integrar una organización dedicada al “traslado, acopio, fraccionamiento y comercialización de estupefacientes cuya principal zona de influencia es el barrio La Cerámica con Olga Beatriz Medina en su carácter de organizadora o jefa, quien impartía órdenes a Villalba y a Bazque, los cuales serían los encargados de coordinar la comercialización al menudeo de la sustancia ilícita en distintos puntos de venta”.
Según la acusación, el rol de la Tata dentro de la organización quedó cristalizado en una comunicación mantenida por otra vendedora al menudeo con una persona que le solicitó «veinte bolsitas. ¿A cuánto me haces las veinte?”. Yanina, la revendedora no bajó el precio: “Y, lo que sale. Porque yo no es mía todo esto, o sea yo lo trabajo”.
“¡Ya sé, si fuese tuyo estarías viviendo como la Tata en la Florida!”, bromeó el consumidor, en referencia al barrio donde abundan los chalets. A lo que Yanina respondió: “Le tengo que rendir la plata a ella ¿Me entendes?”.
Lejos de la zona norte, el ahora matrimonio de Pinky Rocha y Brisa Leguizamón, declarado en rebeldía, está señalado como un eslabón inferior de la organización: vendedores en una casa de Rueda al 200 bis de barrio Tablada merced a un par de escuchas. También se encuentra en el banquillo Micaela Leguizamón alias La Diabla, hermana de Brisa, y señalada como vendedora de una boca de expendio de Ghiraldo al 1700, en barrio Parque Casas de zona norte.
Los tres saltaron a la palestra no por esta causa, sino por la boda del 28 de enero en Ibarlucea cuando a la salida de la fiesta fueron emboscados y acribillados Érica Vanesa Romero, Iván Maximiliano Giménez y la beba de ambos, Elena Giménez, de un año y medio. Las víctimas también estaban siendo investigadas por el Federal, en otra causa.