A Guillermo Manuel Sosa le dicen Chupa u Ojitos. Y le atribuyen ser uno de los jefes de la barra brava de Newell’s en representación de la banda de Los Monos. Esa actividad fue analizada este lunes, cuando Ojitos fue acusado de integrar una asociación ilícita, en cuya jefatura la Fiscalía ubica a Ariel “Guille” Cantero. A Ojitos le imputaron regentear varios negocios ilícitos como extorsiones, venta de entradas y la plata que generan cuidacoches. Y también haber participado del crimen de uno de sus antecesores en el paravalanchas, Nelson “Chivo” Saravia, ejecutado en su casa de barrio Alvear en octubre pasado. Una causa en la que además de las rivalidades internas, sobrevuela como móvil una venganza por otro crimen.
Ojitos, que tenía orden de detención desde el 27 de octubre de 2021, cayó el pasado miércoles en un oscuro bar de Villa Gobernador Gálvez, que según un informante es de su propiedad.
Cae Chupa Sosa, uno de los jefes de la barra, en la causa por el homicidio del Chivo Saravia
El fiscal Luis Schiappa Pietra expuso evidencia para ubicar a Ojitos como una persona de peso dentro de una célula de Los Monos que responde a Leandro “Pollo” Vinardi un hombre que purga condena por el homicidio del comerciante y sindicado transero Sergio Pared en 2013 y que en los últimos 15 años escaló las filas del clan Cantero hasta erigirse como una especie de gerente de zona en territorios como Villa Gobernador Gálvez y San Lorenzo.
Ese cargo de CEO criminal, según investigaciones recientes, también lo detentan Damián “Toro” Escobar (condenado por homicidio y con investigaciones abiertas en ambos fueros), con zona de influencia en la localidad de Pérez; Pablo Nicolas “Amigo” Camino, convicto por homicidio y señalado como capo mafia de un grupo que monopolizó la venta de drogas en los barrios Godoy y Triángulo. Y el negociador Marcos Jeremías “Pato” Mc Caddon, quien se jactaba de “arreglar con la gorra de todos los colores y políticos” en el Cordón Industrial y está preso desde marzo, además de estar procesado en la Justicia Federal.
El objeto de la asociación ilícita de Guille Cantero, señaló la Fiscalía, es obtener dinero mediante el uso de violencias y amenazas a distintas personas, usurpaciones de domicilios, abusos de armas y extorsiones y garantizar el dominio territorial para los negocios.
El acta de fundación de la banda, según la línea temporal de los fiscales, se firmó el 20 de marzo de 2020 con el homicidio de Rodrigo Sánchez, ladero del enemigo y competidor de Los Monos, Esteban Alvarado. Un crimen que fue una venganza, aseguran, por el ataque que por poco le cuesta la vida a Mariana Ortigala, declarante contra el Estaban.
En ese organigrama, expuso la Fiscalía, Ojitos ostenta el regenteo de la caja histórica de la pesada leprosa, en control total de los Monos desde finales de 2016. “Organiza recursos humanos para diversas actividades relativas a la organización interna de la barra”.
“Dispone de entradas para ingresar al estadio, administra los cuidacoches los días de partidos y el dispendio de comidas y bebidas en los alrededores del estadio”, sostuvo Schiappa Pietra.
Asesinaron al Chivo Saravia, protagonista de la guerra de facciones en la barra de Newell’s
También detalló que Ojitos organizó atentados contra organizaciones antagónicas en zona norte y en San Lorenzo. O bien que los ejecutó él mismo. Y que no descuidó las finanzas, ya que “administró parte del dinero de la organización, compró monedas extranjeras y realizó diversas inversiones”.
Sin embargo, la causa que motivó la detención del también apodado Chupa fue el crimen del Chivo Saravia, quien fue acribillado por un grupo comando que se metió a la fuerza en su casa de San Nicolás al 3700, el 23 de octubre pasado.
Eran las 0.30 y los matadores –al menos cuatro– le dijeron a la pareja del Chivo: “¡Dónde está tu marido!” y, aunque no hubo respuesta, lo encontraron en el dormitorio. Tal vez el Chivo resistió, ya que un dermotest halló rastros de pólvora en sus manos. En la morgue dictaminaron como causa de muerte “hemorragia torácica y destrucción craneoencefálica por heridas de arma de fuego”.
Además de la mujer, en la casa estaban los dos hijos de Chivo y un sobrino. No sufrieron un rasguño. Uno de los atacantes se llevó el teléfono de la moradora, tal vez pensado que era del barra. O para que no llamaran rápido al 911. Enseguida, comenzaron a rastrearlo, dice la investigación.
“Empecé a buscar por la aplicación «Buscar mi dispositivo» y ver las rutas que había hecho. Marcaba como recorrido que habían salido con el teléfono a las 0.38 en motocicleta, que dejó de funcionar o arrojar la localización a las 0.51 en calle Garibaldi entre Laprade e Iriondo”, señala el testimonio.
La Fiscalía señaló que el Mororola One Vision perdió señal o fue apagado en la calle exacta donde reside Ojitos, en Garibaldi al 3300, a la vuelta de donde se perdió la señal. Esa misma noche se produjo un allanamiento en el domicilio, que se encontraba desocupado. De allí el personal policial secuestró un dispositivo de filmación DVR, celulares e impuestos a nombre de Sosa. Ello y otros testimonios bastaron para la imputación como partícipe primario de un homicidio calificado.
Más allá de este trasfondo, en la Fiscalía creen que el hecho que detonó la ejecución del Chivo fue el asesinato de una mujer llamada Ángela Susana Oviedo, víctima de una balacera en Centeno y Rodríguez, el 22 de octubre. La mujer era cuñada de Ojitos. Pero también la Fiscalía mencionó un ataque a tiros contra la casa de Ojitos, el 28 de enero de 2021. En esta ocasión fue herida en el tórax una adolescente de 14 años, hija de Oviedo.
Los hechos atribuidos encuadran en el delito de miembro de asociación ilícita en carácter de autor y en grado de consumado y de homicidio calificado en carácter de partícipe primario en grado de consumado, calificación que fue aceptada por la jueza Paula Álvarez, que al cierre de la audiencia impuso a Ojitos el plazo de ley de prisión preventiva, es decir al menos dos años mientras sigue la investigación.
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