Jorge Rachid (*)
“El peronismo es el hecho maldito del país burgués” John William Cooke
“Era el subsuelo de la Patria sublevado” Raúl Scalabrini Ortiz sobre el 17 de octubre de 1945
Resumen ambas en su expresión la persistencia caprichosa del peronismo en la política, no sólo argentina sino de proyección universal, ya que conforma una síntesis del pensamiento de la conciencia colectiva del Pueblo, que logra reunir al conjunto de las luchas populares latinoamericanas, desde un pensamiento americano, mestizo, moreno, criollo, junto a las grandes masas migrantes, en una determinación común de rechazo al colonialismo.
Entones podemos comenzar a describir al peronismo como una expresión superior al hecho mínimo de una batalla electoral, porque es como la conciencia cultural de los Pueblos que luchan contra la opresión en cualquier circunstancia.
Es la mirada doctrinaria, filosófica, política e ideológica, de ese conjunto de ideas que definen un destino común de Patria, con identidad y memoria compartida que viene del fondo de la historia, de 500 años de intentar borrar civilizaciones preexistentes en nombre de la “civilización”.
El colonialismo es el eje de la llamada modernidad, descripta como tal de la mano del avasallamiento y genocidio de culturas no reconocidas como tales, inscribiendo en el relato vencedor del opresor la denigración perpetua del “otro” inferior, en un continuo, agresivo y permanente sometimiento, destruyendo los ejes de construcción comunitarias de los Pueblos ya subordinados al coloniaje.
La Modernidad, construida en base al saqueo, apropiación y asesinato desde el mal llamado “descubrimiento”, naturalizó esa ocupación, que se consolidó a sangre y fuego, como una lógica divina, emanada de la “superioridad” ejercida por el opresor y que se presenta hoy como lo “políticamente correcto”, el “deber ser del mundo”, en esa mirilla estrecha por la cual se van conformando sistemas de ideas, culturas dominantes, divorciadas de la realidad. La reacción lógica a esa percepción extorsiva impuesta, es catalogada de populismo, comunismo, terrorismo y otras adjetivaciones que intentan marcar una matriz binaria del “bien y el mal”.
Entonces el peronismo emerge en el mundo actual, como desde hace casi 80 años, como una construcción del pensamiento propio de los Pueblos que resisten la colonialidad, en cualquiera de sus formas de dominación, ya sean culturales del neoliberalismo, económicas o financieras, como así también en su consolidación dependiente institucional, máxima expresión del avance hacia la claudicación nacional.
Ese peronismo al ser una mirada profunda sobre el acontecer, con ojos propios, rechazando miradas impuestas, constituye una de las vallas más importantes a los avances del coloniaje, en cualquiera de sus vertientes.
Cuando se plantea su exterminio, su desaparición o su eliminación política, se habla desde una situación que coloca al adversario en la categoría de enemigo, al desconocer las raíces profundas que anidan en ese subsuelo planteado por Scalabrini, que no constituyen sólo un hecho electoral, sino que forman parte ya de ese territorio llamado Patria.
Cuando se intenta arrancar de cuajo un árbol añoso, se puede hacer con su tronco, pero sus raíces profundas vuelven a emerger, como planta nueva y más vigorosa, por constituir su naturaleza. Así es el peronismo en persistencia histórica, formando parte indisolubre de la Matria Patria Grande, síntesis de las luchas populares en nuestra región y el mundo, desde la Tercera Posición geopolítica en éste nuevo orden internacional. Es un peronismo vivo.
Es el pensamiento nacional y popular, llamado peyorativamente “populismo” al cual se pretende derrotar definitivamente desde posiciones dominantes, como el viejo colonialismo cuando pretendió arrasar las culturas preexistentes, recurriendo a la compra corrupta, a la explotación humana o al genocidio, cuando la resistencia era permanente.
Por lo tanto quienes alegremente se plantean nuestra desaparición, con todas las connotaciones dramáticas que conllevan los delitos de Lesa Humanidad que hemos vivido, no hacen más que fracasar repetidamente, al ignorar su raíces profundas, que exceden nuestra propia geografía y que son hoy una herramienta del pensamiento universal, tal cual lo expresa el Papa Francisco en su combate al capitalismo financiero, brutal e inhumano que ahora pretende resistir su pérdida de hegemonía, sustentada en masacres desde la 2° guerra mundial. Ese orden se terminó en la etapa actual, que ha desplazado hacia el Oriente su nueva era, abandonando el atlantismo después de 500 años.
Es que el mundo no puede soportar sin cambios desde el efecto invernadero a los índices crecientes de pobreza mundial, reflejo de una concentración de riquezas verdaderamente obsceno y criminal, que sólo plantea la eliminación humana, antes que la modificación efectiva de un sistema agotado de dominación y saqueo de recursos, en los llamados países “periféricos”, que lo son por las circunstancias de sumisión a los países llamados “centrales”, constituidos por la apropiación de recursos y explotación humana en nuestros territorios.
Es la causa de las guerras y Bloqueos iniciados en nombre de la “paz y la democracia”, con un saldo millonario de vidas humanas perdidas y desplazados por el mundo, huyendo del terror.
Estas líneas escritas al calor de un primer tiempo electoral, nos compromete a seguir regando el árbol de la vida que representa el peronismo para millones de seres humanos, al comprometerse a construir un mundo de paz, con Justicia Social preservando la Soberanía Política y apuntalando una necesaria Independencia Económica, en una situación donde los estados nación serán muy débiles para soportar los embates del imperialismo.
Por lo tanto es necesaria la construcción de Bloques continentales y de alianzas internacionales, comerciales, de integración y de defensa, en el nuevo mundo Multipolar.
El objetivo a derrotar es la pobreza, distribuyendo la riqueza en un Modelo Social y Productivo Biocéntrico, que conjugue las necesidades humanas con el cuidado del ambiente, con disrupción firme, determina en lo estratégico soberanamente, desplazando a los límites impuestos por el coloniaje, que desde el Consenso de Washington imponiendo una democracia sólo atada al mercado, que si algún país sale de esa lógica, es castigado por el poder hegemónico, de ahí su combate perpetuo con el peronismo y los movimientos nacionales y populares de América Latina, que siempre se constituyeron en un freno a sus aspiraciones imperiales.
(*) Medico sanitarista