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Los números de Bonfatti

Por: David Narciso

El gobernador Antonio Bonfatti pasó un año durísimo pero está satisfecho: hace ya un tiempo que tiene asegurado el dinero para pagar salarios y aguinaldo de la administración pública provincial. No es poca cosa siendo el primer mandatario santafesino que gobierna con Legislatura en contra, en medio de una crisis internacional que neutralizó el crecimiento de la economía y rodeado de gobernadores que corren a la Nación por salvavidas o recurren al endeudamiento y la invención de impuestos agarrados de los pelos.

¿Cómo lo hizo Bonfatti? Tuvo algunos recursos extra por la reforma impositiva, pero sobre todo sumió al gobierno en una disciplina fiscal fulminante que, según sus previsiones, permitirá llegar al 31 de diciembre con apenas 50 millones de pesos de déficit. No leyó mal el lector, ni faltó tipear ningún cero: de 2.600 millones de rojo a 50 millones el último día.

Caminos bifurcados

La obra pública pagó el pato, como es público y notorio. El gobierno lo admite y justifica. La oposición repitió una y otra vez que el gobierno subejecutó el presupuesto de los ministerios de Obras Públicas, Aguas y Servicios Públicos, Educación y Salud. Todo lo que no resultó imprescindible, especialmente poner un ladrillo sobre otro,  quedó congelado.

Bonfatti gobierna convencido de que fue una decisión amarga pero imprescindible. Cree que está pronto el tiempo de meterle pata a la obra pública, pero que en 2012 la prioridad era ésta, porque de lo contrario, en el actual contexto económico de crisis internacional e inflación, la provincia corría riesgo de irse al bombo.

Cuando le preguntan qué quiere decir que podía irse al bombo, Bonfatti remite al cosmos nacional, a lo que ocurre con el resto de las provincias, en especial el lote de las grandes donde juega Santa Fe: Córdoba, con un pasivo formidable, inventa tasas para recaudar del combustible y su gobernador es acusado de ser un endeudador serial; Buenos Aires continúa con respirador artificial, emitiendo títulos y letras como un sediento en el desierto y ya responsable ella sola del 50% de todo el rojo del sector público provincial.

El gobernador está convencido también de que no llegó al gobierno para estar 4 años haciendo recorte de gasto. Eso hacían Carlos Reutemann y su ministro Juan Carlos Mercier, para quienes ajuste y déficit cero (no siempre lograban lo segundo) eran el principio rector de la gestión.

Crisis nao tem fim

Dilma Rousseff se presentó en la Conferencia Industrial argentino brasileña con la sobriedad que la caracteriza. Allí pronosticó que la crisis internacional durará varios años más todavía, un diagnóstico poco alentador que invita a gobiernos y sector privado de ambos países a abrazarse ante el espanto de que se profundice el impacto en las economías locales. Con todas las letras reveló que su gobierno combina ajuste con incentivos fiscales.

Minutos después la presidenta argentina instó a la integración y la asociación como forma de alimentar mutuamente los mercados internos: “Me pregunto cuánto más vamos a poder aguantar así si esto se extiende por más tiempo”, advirtió realista.

Gobernabilidad

Las señales de la economía son poco claras y siembran incertidumbre sobre el futuro de las finanzas provinciales, que están golpeadas y endeudadas. A la Nación no le sobra caja y pide a las jurisdicciones buscar fórmulas propias para sostenerse.

En Santa Fe, Bonfatti se cura en salud: una caja sin la soga al cuello es la mejor garantía de gobernabilidad cuando se gestiona con la Legislatura en contra; y además la reducción del déficit es un argumento sólido para contrarrestar a la oposición: ¿o no era el justicialismo quien le reclamaba que limite gastos y reduzca el rojo? Ahora insistirá con su iniciativa de tomar 500 millones para obras de infraestructura, que podrían ser 700 si prospera la contrapropuesta de senadores del PJ.

Cambio en Educación

La semana que pasó dos hechos trascendentes se salieron de la rutina de gobierno: el cambio de ministra de Educación y la negociación abierta con sectores de la oposición por el futuro de la reforma de la Justicia penal.

El gobierno explicó sin fisuras que la salida de la ministra Mengarelli respondía a razones personales que ya venía hablando con el gobernador. Ninguna de las especulaciones que circularon por los medios la semana pasada parece razón suficiente para desplazar a un ministro. En todo caso puede sí ocurrir que el gobernador haya pretendido una gestión más dinámica y que Mengarelli no haya estado en condiciones de asegurar.

Sobre la designación de Claudia Balagué, parece confirmar la idea de Bonfatti de incorporar al gobierno a socialistas que pertenecían al extinto giustinianismo y que tras la dura interna del año pasado habían quedado sin destino ni encuadre político. Desde el primer día Eduardo Di Pollina juega un rol muy importante en la Cámara de Diputados y gente de su entorno se incorporó al Ejecutivo; en el último recambio en Seguridad apareció en el staff la ex diputada Lucrecia Aranda.

Una luz para la reforma penal

El retiro de los 16 pliegos de defensores y fiscales evitó el rechazo en bloque del PJ y habilitó una mesa para discutir con sectores del PJ cómo seguir de ahora en más.

Según pudo saber El Ciudadano por fuentes del gobierno y de la oposición, la salida diseñada en el Ministerio de Justicia apunta a modificación reglamentaria que permitirá al gobierno mantener en pie el sistema de concursos inaugurado en 2008 y a la Legislatura (léase la mayoría justicialista) “opinar” sobre una terna de postulantes que hayan aprobado, y no ya suscribir o rechazar lisa y llanamente un único nombre surgido de un frío concurso que no contempla el calor y las necesidades de la política vernácula.

El día después del 8N

Al mismo tiempo que Jorge Obeid se anunciaba con aspiraciones a ser gobernador por tercera vez en 2015, un grupo de senadores justicialistas cerró el año haciendo honor el escenario político que se abrió en el país después del 8N.

En el peronismo cunde la certeza de que esa manifestación masiva no comprometió las bases del gobierno, pero sí que fue el principio del final del proyecto re-reeleccionista para Cristina. En la práctica eso significa la bandera de largada a la disputa por la sucesión presidencial.

Tras el 8N el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto salió de inmediato a marcarle la cancha a Daniel Scioli: “Con banda o sin banda, Cristina es la que define”. Sin embargo Scioli tiene otros planes que sólo podrían abortarse en caso de que resucite la posibilidad de la re-re.

Senadores abren puerta a Scioli

Scioli ya resolvió que será candidato a presidente, sólo resta que el tiempo diga si su postulación será en el marco de un acuerdo con el kirchnerismo o si los condicionantes son tantos que le resulta más negocio intentarlo desde la vereda de enfrente. Scioli sabe que Cristina, como todo mandatario que se precie de tal y está imposibilitado de continuar, no le regalará nada. Por lo tanto ya está mandando emisarios a todos los rincones del país a hacer su propio armado.

Con todo esto tuvo que ver el encuentro de esta semana de senadores del PJ santafesino en Capital Federal con Alberto Pérez, jefe de Gabinete de Scioli. Los senadores no responden a ningún jefe hoy por hoy. La boleta única profundizó su juego propio, atado al voto popular en sus departamentos. Eso les permite sentarse a hablar con el gobierno provincial cuantas veces quieran y con una agenda que muchas veces no coincide con la de los diputados del PJ, que sí responden a jefaturas políticas.

El escenario electoral de 2013, preámbulo de 2015, empieza a redibujar la agitada y fraccionada vida interna del PJ santafesino.

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