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Los peligros de la “jarra loca”

Los efectos son distintos cuando el alcohol se combina con sustancias estimulantes o depresoras. Las mezclas, no siempre homogéneas, hacen que quienes las consumen tengan diferentes grados de daño.

La previa comenzó temprano. Los de siempre nos juntamos en la casa de Vero porque los padres no estaban. En el balde pusieron todo tipo de bebidas y al rato no quedó nada. Yo no estaba convencida pero también tomé, como todos. No me animé a decir que no. Cuando llegué al boliche estaba pasada”, declaró Agustina, de 15 años.

Es que en un balde, también conocido como “jarra loca” se mezclan, jugos, alcohol, gaseosas y psicofármacos. La práctica de este consumo se ha convertido en costumbre entre adolescentes de distintos niveles socioculturales. Antes del boliche, o durante la fiesta combinan los sobrantes de bebidas y medicamentos.

El principal objetivo, según se desprende de su discurso es “volcar”, lo que se traduce en “lograr una sensación cercana a la muerte”. Al mezclar, muchas veces los comprimidos no se disuelven en forma homogénea, motivo por el cual no todos los que la comparten el brebaje presentan los mismos efectos.

Los adolescentes constituyen un grupo de riesgo, atraviesan períodos de labilidad emocional, se sienten omnipotentes e invulnerables. Estas características junto con el entorno sociocultural, hacen que fácilmente busquen experimentar nuevas conductas con sus pares, como fumar, tomar bebidas alcohólicas e incursionar en el mundo de la droga. Las cifras son alarmantes: este año la subsecretaría de Atención a las Adicciones bonaerense anunció que el 90% de los jóvenes a partir de los 13 años ya consume alcohol. A su vez, en la Unidad de Toxicología del Hospital Fernández, el 70% de las consultas por guardia son por intoxicaciones agudas por consumo de alcohol, psicofármacos o ambos.

La ingesta abundante de bebidas espirituosas produce una pérdida gradual del control, con progresiva disminución de la conciencia que por último puede llegar a producir la muerte por depresión respiratoria. Esta evolución puede darse con solo con tomar alcohol, pero el empleo simultáneo con otras sustancias puede modificar el cuadro.

En la actualidad existe una tendencia a la automedicación y al abuso de remedios de prescripción, dado el fácil acceso a ellos. En los hogares es habitual que haya disponibilidad de psicofármacos; benzodiacepinas y neurolépticos son los más usados por los jóvenes, pero también echan mano a otras drogas.

Las recetas de la jarra más populares son con el agregado de sustancias psicoactivas, incluyendo cafeína (de las mal llamadas bebidas energizantes) o medicamentos. Las bebidas que solo contienen alcohol deprimen el sensorio, pero si se mezcla con un estimulante puede permitir que se siga consumiendo hasta niveles mucho más elevados y por lo tanto más peligrosos. Por el contrario, cuando las mezclas se realizan con otros depresores del sistema nervioso central, como las benzodiacepinas, opioides, antihistamínicos, etc. se suman o potencian los efectos, por lo que se llega antes a etapas de depresión respiratoria.

En el Centro Nacional de Intoxicaciones del Hospital Posadas se trataron a cinco jóvenes entre 17 y 27 años con depresión del sensorio e hipoglucemias graves. Todos habían ingerido una mezcla de alcohol con hipoglucemiantes, que provenían de la llamada “jarra loca”. Dos de ellos fallecieron y los tres restantes quedaron con secuelas neurológicas.

¿Cómo frenar esta epidemia? Algunas características de la personalidad pueden ayudar a que un adolescente evite el consumo de alcohol y drogas:

• Imagen personal positiva.

• Confianza en sí mismo, seguridad personal.

• Capacidad crítica para resistir a las presiones del grupo.

• Manejo de información clara y precisa sobre los efectos y consecuencias del consumo de drogas.

• Buenas relaciones interpersonales.

• Presencia de una escala de valores.

• Proyecto de vida.

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