Licenciados en psicología, que realizan peritajes en la justicia nacional y de la Ciudad de Buenos Aires en casos de denuncias de delitos contra la integridad sexual de niños, niñas, adolescentes y adultos, destacaron a Télam que las pericias psicológicas «no pueden determinar si los hechos sucedieron o no», sino «aportar indicios» a los jueces en el proceso judicial.
«Hay una frase que se repite hasta el cansancio que es que ‘cualquiera es capaz de cometer un abuso y no tiene que tener especialmente ningún rasgo determinado como para cometerlo’, y es verdad», comenzó contando a Télam, Sandra Abudi, psicóloga clínica y perito que trabaja en casos de delitos de integridad sexual en la Justicia Nacional y en CABA.
«Pero si se comprueba un abuso y en el psicodiagnóstico el perfil del presunto abusador -que después pasa a ser el abusador- es ‘normotípico’ (sujetos cuyo perfil se ajusta a la media no patológica), a mi criterio es peor aún, porque esa persona teniendo la libertad y la capacidad de no hacer algo indebido, igual eligió hacerlo», completó.
Asimismo, la especialista afirmó que «los peritajes psicológicos no son infalibles» y, en adultos, «es muy visible porque a veces ambos peritajes arrojan resultados que pueden o no ser coincidentes para que el juez pueda tomar una determinación».
En tanto, Paula Sánchez Ayala, especialista en psicología forense, que trabaja como perito de parte en el fuero penal en la Justicia Nacional y CABA, y coautora junto a Abudi del libro «Manual de práctica forense para profesionales de la psicología» (Editorial Planeta) explicó a Télam que «no importa cuánto tiempo pasó -de un abuso-«, porque «si algo deja una huella traumática, una marca, eso se ve a lo largo del tiempo, queda para siempre».
A su vez, «no hay una única forma de expresar la huella traumática, pueden ser patologías crónicas, trastornos de la personalidad», explicó.
En tanto, «no en todos los casos de las supuestas víctimas aparecen indicadores, pero nosotros no podemos decir como peritos si el hecho ocurrió o no, porque no es nuestra potestad, es la del juez, sí podemos acercar elementos, y cuando no aparecen, lo que decimos al juez es que no lo encontramos».
La sintomatología de un trauma no elaborado se refleja en los instrumentos de evaluación que utilizan los psicólogos en las pericias, agregó la especialista..
Entre los instrumentos, que están validados científicamente para este país, – en el caso de adultos- están las entrevistas semidirigidas, que dan la posibilidad al psicólogo de preguntar cosas específicas, y abren áreas de interés de la vida de la persona; técnicas gráficas y verbales, entre ellas el test de Rorschach, que presenta 10 láminas con manchas de tinta asimétricas poco estructuradas, con un gran nivel de saturación proyectiva, que permite que todos veamos e imaginemos cosas diferentes, sobre lo cual se hacen interpretaciones cualitativas a través de fórmulas; cuestionarios, inventarios de personalidad, escalas de depresión, escalas de estrés post traumático, etc,» añadió.
«Con las pruebas de evaluación psicológica validamos lo que uno ya viene leyendo en la causa, observando durante la entrevista y todo aquello que uno pueda escuchar como creíble, verosímil, posible, admisible, consistente, y coherente, cruzándose con la lectura de lo emocional, el lenguaje corporal, uno después valida en las técnicas».
Lo que buscan con esa pericia son indicadores, signos o síntomas de que la persona padece un «trauma psicosexual». Puede tener una manifestación patológica, como depresión, estrés postraumático y/o ataques de angustia.
«Las pericias (psicológicas) se hacen sobre la víctima y también sobre el imputado. Quien hace la denuncia se tiene que someter porque es parte de la prueba que ofrece la querella. Y, por otro lado, si bien no es obligatorio, muchas veces el imputado se ofrece a la pericia, que es donde más se expone», explicó la psicóloga.
A su vez, Sánchez Ayala explicó que, por una parte, se encuentra la psicología testimonial, que analiza la estructura y contenido del relato o de una narración, que puede ser desde una denuncia escrita hasta una declaración verbal oral y, en el caso de niños lo que se dice en cámara gesell, que es una declaración testimonial también; y por otro lado la prueba pericial que un juez puede ordenar, que consiste en entrevistar y en aplicar técnicas de evaluación psicológica que permiten validar aquello que los psicólogos escuchan y observan sobre las entrevistas propiamente dichas.
En el caso de los adultos, la declaración testimonial se la toman directamente en la fiscalía y los peritos no intervienen.
Los traumas en los niños se pueden mostrar con presencia de angustia, síntomas como enuresis nocturna, miedo a ir hacia un lugar (a la casa de, o a la escuela), distractibilidad no común, momentos en los que parece que los niños están ausentes.
Dependiendo de la edad, si es el niño/a es muy pequeño utilizan la «hora de juego diagnóstica» con juguetes tradicionales no sexuados. «Se usa el material lúdico como muñequitos de playmobil, libro, rompecabezas, y material inestructurado, por ejemplo, pedazos de papel de colores, papel glacé, plasticolas, pedazos de tela, para observar la conexión del niño con la caja de juguetes, cómo lo explora, si puede armar un juego, qué características tienen ese juego si lo puede armar. Cuestiones que comparamos y con las características evolutivas que aparecen en la observación en niños de 3 a 5 años, qué predominan en los juegos», explicó la experta.
En todos los casos es importante tener en cuenta el contexto, agregó.
Por su parte, Jorge Garaventa, licenciado en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, diplomado en prevención y tratamiento de las violencias, quien participa como perito en estos casos agregó a Télam que las y los sujetos que padecen abuso sexual, niñas, niños, adolescentes e incluso adultos, «son portadores de una sensación importantísima de culpa que tiene que ver con que el abuso sexual no se realiza a través de la violencia directa sino a través de la seducción, el arma fundamental que tiene el abusador».
«El niño o la niña responden a la seducción pero no a la seducción genital sino a la seducción amorosa. Va buscando amor y se encuentra con que en lugar de amor, el abusador introduce la sexualidad adulta, perversa, genital, que los niños aún no tienen desarrollada. Estas situaciones de seducción que los hizo acercarse, los hace sentir responsables de lo que ocurrió -a niños y niñas- y hasta responsables de no haberlo evitado, entonces se produce una situación de culpa que acompaña durante toda la vida», completó.
En situaciones periciales, «la presencia de culpa es un alto indicador de que ha padecido algún tipo de victimización sexual», precisó.
Las pericias «no son infalibles, marcan el grado de presunción de compatibilidad de las conductas con lo que se supone que ha sucedido. Son importantes, a veces determinantes, pero el trabajo del psicólogo no es determinar si el abuso existió o no existió sino señalar si existen elementos compatibles con situaciones de abuso sexual», concluyó.