La Casa Rosada confirmó que la presidenta de la Nación estará el sábado que viene en los actos por el Día de la Bandera. Durante la semana hubo contactos entre funcionarios municipales que viajaron a Buenos Aires y de la Nación para acordar la organización de la fiesta patria más sentida en la ciudad, que este año encadenará tres días de actividades, empezando el viernes y terminando el domingo.
No será un Día de la Bandera cualquiera para la presidenta. En esta oportunidad coincide con un acontecimiento menor en relación al aniversario de la creación de la bandera, que sin embargo tiene y tendrá muy ocupada a toda la dirigencia política del país.
Ese mismo sábado vence el plazo de inscripción de candidaturas para las elecciones nacionales, en agosto las primarias y en octubre las generales.
Hay que considerar con detenimiento que para la presidenta no es una fecha del montón en el calendario electoral, sino la definición sin vuelta atrás de los nombres y apellidos de aquellos en quienes va a confiar para la etapa que viene, realmente novedosa para el país y en especial para “el modelo nacional y popular” que inició Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003.
Por eso el sábado próximo la presidenta repartirá su tiempo entre la visita a Rosario y el monitoreo y okey definitivo (se supone que buena parte de las decisiones ya las tendrá al menos en la cabeza) de listas de diputados y senadores nacionales, candidatos al Parlasur, gobernadores y vice y hasta intendentes, en especial del conurbano bonaerense, que es el tablero electoral clave para el kirchnerismo, tal como lo demostró el operativo de repatriación de intendentes y dirigentes que habían emigrado al Frente Renovador de Sergio Massa.
Lo que la presidenta definirá el sábado es cómo será el dispositivo de control de poder y condicionamiento para quien la suceda, ya sea propio o ajeno. Cristina dejará la presidencia, pero tiene intenciones de preservar una buena cuota de poder y bloquear todo aquello que signifique debilitarla o remover lo hecho durante sus gobiernos.
Para sobrevivir fuera de la Casa Rosada requiere garantizarse una cuota de poder considerable ya que por primera vez desde 2003 no habrá un Kirchner en la primera magistratura.
Santa Fe de puño y letra
La visita presidencial quizás arroje algo de luz en esas primeras horas de la mañana sobre el rol que el peronismo santafesino jugará en ese dispositivo de hibernación activa en el que entrará Cristina a partir del 11 de diciembre.
Es sabido que el Frente para la Victoria tendrá dos precandidatos a presidente, Daniel Scioli y Florencio Randazzo. Falta saber en Santa Fe si cada uno llevará una lista propia de diputados o una lista repetida colgada de ambos.
Ninguna de las fuentes consultadas en el peronismo supo dar definiciones sobre el asunto, hasta ahora circunscripto a la mesa chica del gobierno. Hay quienes dicen que habrá lista única en provincia de Buenos Aires y que en el resto se abrirá el juego. Por el momento sólo especulaciones.
La presidenta no sólo es la conductora, además su imagen en Santa Fe está otra vez en buen momento, dicho esto por las encuestas que encarga y consume el peronismo, pero también se refleja en los sondeos de opinión del gobierno provincial. El sube y baja de la presidenta (en alza en años electorales, en baja en los no electorales) es un fenómeno muy particular.
Aún con esa pátina de imbatible y su condición de conductora, Cristina no hace milagros. No podrá conformar a todos los sectores y dirigentes que están anotados para ir al Congreso de la Nación.
Omar Perotti y Alejandro Ramos, si no fueran electos gobernador y vice hoy; el Movimiento Evita, La Cámpora, Agustín Rossi, Roxana Latorre, la santafesina Silvina Frana y hasta María Eugenia Bielsa, entre otros, aspiran a imprimir sus nombres en las boletas. Además los apellidos tienen que conjugar con equilibrios territoriales y cupo femenino. Es una suma de factores que complejiza la ecuación.
¿Y en caso de que queden heridos? ¿Alguien se animará a armar alternativas internas no bendecidas en el despacho mayor de Balcarce 50? En ese caso serían boletas cortas, es decir que llevarían los candidatos locales pero no irán adosadas a la lista de candidatos a presidente y vice, ya que difícilmente éstos (o la Casa Rosada) los autoricen.
El rossismo, por ejemplo, fue el que sin vueltas admite que tiene plan B. “A nosotros las internas siempre nos mantuvieron vivos y esta vez no es distinto”, resume un operador político del sector, temeroso de que el ministro de Defensa sea relegado o se pretenda conformarlo con algún cargo que lo aleje de su base de sustentación territorial, como podría ser una embajada o una candidatura sin expectativas.
Con resultado puesto
En buena parte, las decisiones que la presidenta tome respecto del peronismo santafesino serán consideradas con los resultados que se conozcan esta noche de la elección provincial. Una cosa es armar listas con el PRO festejando en Santa Fe y proyectando a Macri al resto del país; otra muy distinta si el que festeja es el Frente Progresista. Ni hablar si se produjera el “batacazo” que auguró Perotti.
En Santa Fe, la elección nacional consta de tres listas: diputados nacionales, un representante provincial para el Parlasur (simbólico) y senadores nacionales (dos por mayoría y uno por minoría).
Si fuera por las señales que la presidenta fue dando durante su segundo gobierno, da la impresión de que la prioridad la tienen los más fieles e incondicionales por encima de quienes, siendo también peronistas, son considerados desde el kirchnerismo puro, los “aliados” internos.
Por ejemplo, es impensable que no fuera a haber un representante de La Cámpora en un lugar expectante de la lista de diputados. Sin embargo, se sabe que con los más leales no se ganan elecciones.
Otro tema es la lista de senadores. Hay posibilidades ciertas de que Carlos Reutemann y Hermes Binner, los dos dirigentes de la provincia más votados desde el retorno de la democracia, se enfrenten por primera vez, lo que amenaza con relegar el Frente para la Victoria al tercer lugar y dejarlo sin banca en la Cámara alta. Es toda una incógnita qué nombre elegirá la presidenta para terciar en ese posible choque de titanes.
Socialistas, radicales y el PRO pasarán la semana en las mismas tareas que el justicialismo.
En el caso del Frente Progresista su estrategia electoral se resolverá según los resultados de las elecciones provinciales de hoy. Una cosa es el escenario del Frente Progresista reteniendo el poder y otra si se le escurrió de las manos.
En el PRO negociarán el armado de boletas entre operadores macristas, radicales no frentistas (la cara visible hoy es Jorge Boasso) y peronistas. Y Reutemann, que seguramente se reservará el famoso poder de veto. Como en el caso del kirchnerismo, ningún nombre será oficializado hasta que llegue la bendición final desde Capital Federal. Así ocurrió con el único nombre confirmado: fue Macri en persona el que anunció la candidatura a senador de Reutemann.
Con la elección provincial ya superada y un cierre de listas que la dirigencia va a definir a puertas cerradas y en su mayoría lejos de Rosario y Santa Fe, el Día de la Bandera, año tras año atravesado por la suma de las tensiones políticas del momento, bien puede resultar más relajado.