El Ciudadano 26 años

Los que no la ven: mundo simbólico y supresión de derechos


Cabría preguntarse si buena parte de los argentinos, de los que van “viendo” cómo se arrasan los derechos y conquistas sociales adquiridos, entiende realmente de qué se trata esta embestida fulminante de un gobierno nacional dispuesto a convertirlos en parias, incluso en su acepción más llana, aquella que reza que quienes así se llaman, están fuera del sistema de las “castas”. Se plantea entonces un interrogante: “¿van viendo?

Los derechos cercenados van sumándose día a día como acciones políticas oficiales destinadas a generar una sociedad vulnerable y castigada, sumisa, donde todos van a sufrir pero sobre todo las mujeres, los ancianos y los niños, lo que pone en evidencia la constitución misma de la fuerza gobernante: una avanzada reaccionaria –tan ignorante como despreciativa; porque ignora, desprecia, sería– que responde a los sectores del poder económico concentrado dispuesta a hacer la tarea sucia para las clases hegemónicas, esto es, volver a un país de matriz productiva primaria, machista, de hacendados o gigantes industriales vinculados a grupos supranacionales.

Lo primero –el país granero– se ve en el rescate de la Constitución de 1853 donde ningún derecho existía, mucho menos los derechos humanos, que son una construcción moderna –1948–, pero tampoco se tenía en cuenta a la mujer, ni a la niñez o adolescencia. La violenta barrida de las históricas conquistas del movimiento obrero –que incluyen derechos sexuales y reproductivos– terminada de concretar estos días con la complicidad de un alto número de congresales y la cúpula de la CGT es también un ejemplo de esa (ir) racionalidad gobernante, porque para un país para pocos con la riqueza concentrada le sobran trabajadores, y si los necesita, eventualmente, podrá intercambiarlos a su antojo sin costo alguno.

Dos ejemplos

La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) fue sancionada por el Congreso Nacional el 30 de diciembre de 2020, promulgada el 14 de enero de 2021, luego de  más de 35 años de lucha en los Encuentros Nacionales de Mujeres, la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito, las enormes movilizaciones de Ni Una Menos y una marea verde que fue ganando impulso en la calle.

La IVE establece el derecho al aborto en todos los casos hasta la semana catorce inclusive, manteniendo la vigencia de ese derecho en casos de violación y riesgo para la vida o salud de la madre, sin límite de tiempo. La oscurantista Ley Ómnibus de Milei aspira a imponer legal y socialmente que una persona existe “desde la concepción”, sentando las bases para voltear la IVE (Interrupción voluntaria del embarazo) e imponer el “biologicismo”, que borraría el concepto de persona gestante, importantísimo en el sentido de que amplía derechos sexuales y reproductivos sobre otras identidades de género.

En esta embestida también se elimina otro concepto, el de niñas, naturalizando de este modo el embarazo durante la niñez, generalmente resultado de violaciones. Por estos días acaban de suspender la entrega de preservativos desde el Estado, algo garantizado por ley y entregados gratuitamente por los centros de salud u hospitales.

Al mismo tiempo, los derechos de las infancias en Argentina están siendo avasallados de la manera más cruel; por un lado está el desmantelamiento y la clausura de organismos encargados de su protección; por otro, la retención de alimentos para comedores escolares y de los barrios más excluidos, lo que provocó un aumento de la pobreza infantil que se mide en millones de niños y niñas que se van a dormir sin comer. Es decir, inseguridad alimentaria grave cuyo impacto en los niños todavía es impredecible, aunque ya es posible notar severos casos de desnutrición y muerte en algunos de los lugares más desprotegidos del interior. Esto se enlaza perfectamente con el proyecto de baja de edad de imputabilidad para los niños y adolescentes, que pretende penalizarlos a partir de los 13 años y con penas que van hasta los veinte. Niños pobres, niños castigados sin alimentos y luego reprimidos y encarcelados.

El inútil sacrificio

Estas estructuras y su bagaje simbólico están colapsando de modo vertiginoso, es decir, al menos la idea de una sociedad más equilibrada –que no justa– parece haber desaparecido del imaginario social. O, lo que resultaría más trágico, nunca hubo algo similar y nos topamos ahora, descubierto el velo, con una sociedad profundamente reaccionaria –sectores de clase media sobre todo–, incapaz de pensarse como sujeto de derechos y de interrogarse por el sentido de su existencia. También podría conjeturarse que esos sectores no estarían muy interesados en saber qué está ocurriendo con sus derechos o hacia dónde los conduce la gestión ultraderechista de Milei –que ni siquiera es mínimamente reflexiva como sus pares europeas–, y a los que le dicen que no hay dinero le proponen uno de los ajustes más sádicos y brutales y son incapaces de poder pensar que la plata siempre está, y que el tema es cómo se distribuye y quién se la queda.

Entonces se inmolan –y ya no gradualmente como fue durante el macrismo–, se ofrecen como sacrificio a la espera de que luego surja –siempre en el terreno de la más pura conjetura y cuando todos los indicadores anuncian lo contrario– algo mejor. Y esa actitud hoy se transforma en algo extremadamente peligroso porque significa que en medio de todo el desastre que implica la abolición de derechos por decreto, va a surgir algo positivo. Esos sectores entonces –como reza la muletilla con la que se solaza Milei, pero con una dirección contraria–, “no la ven”. No ven que no sólo el mundo simbólico que los constituye como actores sociales está destruyéndose sin que se engendre otra cosa, sino también su posibilidad de ser sujeto de derechos, la motivación principal para darle sentido a la existencia.

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