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“Los recuerdos te llevan a trabajar de manera eficiente”

Por Santiago Baraldi.- El mexicano Héctor Méndez, fundador de la brigada de rescate los Topos, cuenta su experiencia en catástrofes del mundo.

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El mexicano Héctor Méndez, más conocido como Chino, es desde 1986 el líder de la Brigada de Rescate Topos Tlaltelolco. Su equipo especializado trabajó en casi todas las catástrofes ocurridas en el planeta durante las últimas tres décadas: en los terremotos de Haití, Chile, y Turquía; en los tsunamis de Indonesia y Japón, en el atentado a las Torres Gemelas, en huracanes, inundaciones o descarrilamientos de trenes. Los Topos hacen el trabajo que nadie acepta, la parte más fea. Cartógrafo del desastre, el Chino estuvo parado en los escombros del mundo, y estuvo en Rosario en los días finales de las tareas de rescate por la explosión en Salta al 2100. Para cuando llegó, el operativo se encontraba encaminado y no restaba mucho más por hacer. Así y todo, El Ciudadano lo entrevistó para conocer su rica historia recorriendo el mundo entre catástrofes.

—¿Cuándo surgen los Topos en México?

—El 19 de septiembre de 1985, a las 7.19 de la mañana, marcaría la vida de todos: un terremoto en Ciudad de México. De inmediato se formó un grupo de voluntarios que trabajaron coordinadamente en las acciones de búsqueda y rescate de víctimas. A este grupo la gente comenzó a llamarlo Topos. En febrero de 1986 se constituyó legalmente la  Brigada de Rescate Topos Tlaltelolco.

—¿Tenía alguna experiencia en ese momento?

—Para nada. Trabajaba en la Secretaría de Hacienda del Gobierno Federal, veníamos de una camada de universitarios bilingües. Todo el día de saco y corbata, pelo corto; la nueva generación donde se hizo el presidente Salinas de Gortari. Cuando ocurrió el terremoto, tenía casa nueva, auto nuevo, mi esposa, mis dos niñas en la escuela, era un muchacho exitoso. Me metí a ayudar y eso me cambió para siempre. Tomé un año sabático y me puse a trabajar en la demolición y la reconstrucción, me capacité en catástrofes. Fue un cambio radical en mi vida, tenía una pinche vida chingona, ganaba muy bien. Cuando ves tanta muerte, tanto dolor y tanta necesidad, viene un cambio y te das cuenta de que tienes algo más que dar. Comencé a trabajar a favor de la gente.

—¿Cuándo llegó a Rosario?

—El viernes (NdR: 9 de agosto) llegué solo desde México. No pude venir con mi grupo porque hubo algunas restricciones, entonces pensé que podía fortalecer la imagen de Topos Argentina: mi obligación como jefe era estar en el lugar del hecho. Me hubiese gustado estar en el área para poder, in situ, capacitar a la gente local, para que se especialicen más en el trabajo de búsqueda y rescate en el breack, con el peligro real de que se te caiga el edificio, que te metas por los espacios, que encuentres víctimas reales, con miedo, con frío, con hambre, con sueño, con presión, como debe ser. Nosotros damos cursos cada mes de tres días, le damos a la gente una súper chinga, con escenarios preparados, pero acá era la vida real. Aunque no entré estuve hasta la madrugada en el campamento.

—¿Ha trabajado con gente de diversos países en los rescates?

—Te cuento: en Haití coordiné a gente de Argentina, Paraguay, Uruguay, Estados Unidos y España. Encontramos al hijo y la esposa de un funcionario de la ONU… Me llamó un coronel del ejército americano y coordiné durante un mes el trabajo para la recuperación de 120 funcionarios gringos. El general King, jefe del Estado Mayor del Comando Sur, me dio medalla a mí y a cinco de mis hombres; nos pagaron un pinche billetote porque me decían que no podían aceptar voluntarios. Nos dieron por cada cabrón 15 mil dólares; me dijeron: “A ti te vamos a pagar el triple”; les dije que no, que es el mismo riesgo, mis compañeros asumen el mismo trabajo y el mismo riesgo igual. El coronel gringo nos encargó el trabajo a nosotros y no a sus hombres de Miami, que son los mejores de allá.

—¿Qué apoyo económico tienen los Topos?

—Somos un grupo multidisciplinario capacitado para atender desastres nacionales e internacionales como terremotos, huracanes, inundaciones, accidentes aéreos y ferroviarios, explosiones e incendios urbanos y forestales. La  Brigada de Rescate Topos es una asociación civil sin fines de lucro integrada por voluntarios que prestan sus servicios de rescate, apoyo y asistencia a toda persona que se encuentre en situación vulnerable. Nuestro patrimonio se integra gracias a donativos, inscripciones, subsidios o aportaciones de carácter legal y patrimonial. Topos no recibe dinero de nadie. Por ejemplo, cuando en marzo de 2011 ocurrió el tsunami en Japón, la organización Accentology nos apoyó con la logística para movernos allí. Mira, si alguien quiere patrocinarte, seguramente tratará de ponerte candados, cadenas, normas, reglas… Topos es una pinche organización totalmente independiente. Como dijo el poeta Juan de Dios Peza: “No dejo que me impongan yugos, yo le llamo a los muertos mis amigos y a los vivos los llamo mis verdugos”.

—Se podría decir que desde el año 85 ha pisado los escombros del mundo…

—Puta madre… pues es cierto, cabrón. Norte, sur y centro de América, Europa, Caribe, África, cercano y lejano Oriente, Oceanía, el archipiélago de Indonesia. Lugares difíciles como el tsunami de Indonesia, en diciembre de 2004, trabajando muy cerca del mar, totalmente desolado y sabiendo que en cualquier momento podía haber más temblores. Andas con los huevos en la garganta, cabrón. Viendo cientos y cientos de muertos; en Haití, igual, bajo los escombros con réplicas a cada momento… te agota y te cansa, te causa muchísimo estrés.

—Al estar tan cerca de la muerte, se pregunta alguna vez ¿dónde está Dios acá?

—Siempre te lo estás preguntando, y lo que haces es pedirle más fuerza para poder seguir y sacas energía de donde sea. En Haití fue un mes sin descanso de manera intensísima, y la última semana 24 horas sin parar.

—¿Qué dice su familia de su trabajo?

—Mira, tengo esposa, dos hijas y dos nietos. Diego, uno de mis nietos, tiene 6 años, en diciembre pasado me dio una lumbalgia y quedé tirado en el piso y él me inyectó; me dijo: “Tata, yo soy doctor”. Le preparé la jeringa y al canejo chamaquito le vi los ojitos, su decisión y me dije, “éste es cabrón”. Tiene la vocación. Una vez regresé de un terremoto y él tendría 3 añitos, se puso mi uniforme y me dijo: ‘Tata, yo soy Topo”. Le tomé la foto, levantó las manitas y la tengo en mi perfil del Facebook.

Cuando duerme, ¿sueña con algún rostro o alguna frustración que le produjo su tarea?

—La verdad que no, no se me aparecen caras. Lo que sí me ocurre cuando llego a un lugar, voy en el auto y miro el entorno. Ahora, cuando volvía de Rosario a Buenos Aires miraba por la ventana y me dije: “Parece Nueva Zelanda”. O voy por un camino y digo: “Mira, estas carreteras son como las de Turquía”. Es decir, revives otros países y llegas al área del desastre, ves los edificios derrumbados y vienen a tu mente imágenes de Haití o de Nueva York, se te revive, y esos recuerdos te hacen trabajar de manera eficiente. Ésa es la experiencia.

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