Según el diccionario, la justicia es una de las cuatro virtudes cardinales que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece. Las sociedades contemporáneas le otorgan la facultad de decidir entre lo correcto e incorrecto a una institución; la cual juzgará en forma autónoma a los individuos que se manejen por fuera de los márgenes de este ordenamiento. Como cualquier poder, el Judicial cuenta con una legitimación legal, pero a su vez debe generar que las personas que viven bajo dicha regla la acepten como propia; este acuerdo es conocido como el pacto social. Sin embargo en las sociedades envueltas en situaciones críticas, las reglas se relativizan y sus habitantes pierden su fe en las normas establecidas. En la última semana, Rosario presenció cómo sus vecinos, cansados de la inseguridad y la falta de respuestas, decidieron hacer las veces de jueces y verdugos con presuntos ladrones. El último de estos casos se dio anteayer por la noche, en barrio Arroyito, cuando un joven fue interceptado por un grupo de personas, luego de que lo acusaran de robarle, junto a dos supuestos cómplices, la cartera a una mujer. Esta vez, a diferencia de lo que ocurrió con David Moreira, asesinado a golpes por vecinos de barrio Azcuénaga, uniformados de la Unidad Regional II intervinieron a tiempo, evitando que la agresión fuera más grave. Pero la sucesión de reacciones violentas pone en cuestionamiento el respeto de lo ciudadanos para con las leyes que los rigen.
Según indicaron los investigadores, a Carlos R., de 21 años, lo interceptó anteanoche un grupo de vecinos de Arroyito, en Reconquista al 1900, mientras escapaba junto con 2 compañeros, luego de que le robaran la cartera a una mujer de 29 años. El sindicado ladrón fue inmovilizado por sus captores y recibió una fuerte tunda, pero personal de Comando Radioeléctrico intervino en el caso y arrestó al muchacho, para luego trasladarlo a la subcomisaría 24ª.
Un vocero de la pesquisa contó a El Ciudadano que, cuando los uniformados intervinieron en el hecho, vecinos del lugar los agredieron, enojados por el accionar en su intento de “hacer justicia”.
Con el caso de anteanoche, ya son cuatro los episodios de esta índole ocurridos en la última semana y exponen una situación que precisará un abordaje serio de las instituciones, ya que, de lo contrario, pueden reiterarse las acciones en las cuales individuos autodeterminados pretenden establecer nuevos cánones de lo correcto e incorrecto, por fuera de lo reglado.
Cabe aclarar que por el homicidio de David Moreira, con cientos de testigos e igual cantidad de agresores, al cierre de esta edición, no había detenidos.